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El presidente del club 9 de Julio de Arequito, una víctima más de las estafas telefónicas

Se hicieron pasar de manera precisa y quirúrgica como miembros del Poder Judicial y le vaciaron la cuenta bancaria, donde tenía $989 mil. Una modalidad que no para de crecer.

El presidente del club 9 de Julio de Arequito es una víctima más de las estafas telefónicas cometidas por minuciosos y precisos timadores. Se trata de una modalidad de robo que no para de crecer y ya dejó un tendal de perjudicados con daños económicos que suelen ser significativos. En este caso la operación delictiva rozó el millón de pesos entre créditos, venta de dólares a precio oficial y transferencias a otras cuentas que realizaron los timadores. Según afirmaron, estas maniobras son frecuentes en la zona al punto que en esa localidad superan la veintena.

Edmundo Pozzi cumplirá 74 años en abril, se jubiló luego de 35 años como empleado del Banco de Santa Fe de Rosario y desde 2019 preside la reconocida asociación deportiva de Arequito. Una vieja deuda respecto de una pensión de su difunto padre lo hizo entrar a un callejón sin salida: ante una llamada de alguien que dijo ser empleado del Poder Judicial terminó entregando la clave y cuenta del homebanking y ya no hubo vuelta atrás.

La estafa se concretó el pasado 28 de enero y es investigada por el fiscal de Casilda Emiliano Ehret. Entre las primeras medidas que ordenó ya intervino la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y se ofició a empresas de telefonía celular para que informen sobre las líneas desde donde llamaron a la víctima.

La llamada

“Me llamó un tal Osvaldo Fernández del Poder Judicial desde dos teléfonos diferentes. Me hablaba por el descuento que le venían haciendo a mi mamá ya fallecida desde Ansés por una pensión de mi viejo y me dijo que había cerca de 98 mil pesos a disposición de los herederos”, contó Pozzi a este diario.

Al escuchar que querían depositarle ese remanente de la deuda que él venía reclamando, Pozzi admite que entregó el número de cuenta del Banco de Santa Fe y una clave de homebanking. Sin embargo enseguida se dio cuenta de que había algo raro. “Cuando corto la llamada me doy cuenta que me estaban estafando porque quise entrar a la cuenta y ya estaba bloqueada”.

Habrán sido escasos minutos y con una precisión inusitada con la que se manejó el estafador, ya que en ese lapso que intentó llamar al banco para avisarle de la maniobra y realizar la denuncia, el timador operó desde su cuenta y vendió 5 mil dólares a precio oficial y luego transfirió montos a dos entidades bancarias. Incluso también tuvo tiempo para solicitar un crédito de 50 mil pesos y extraerle otros 200 mil de un plazo fijo que Pozzi tenía destinados para hacerle frente a los gastos y movimientos que demanda el club que preside.

“Cuando mando la nota al Banco de Santa Fe me dicen que había vendido 5 mil dólares a precio oficial y transferido desde mi cuenta a otras dos: una al Banco Santander, a nombre de Alvaro B. (105 mil pesos y 394 mil pesos) y otra al Galicia, a nombre de Brisa G. (240 mil pesos)”, precisa Pozzi y lamenta: “Había más de 200 mil pesos de un plazo fijo del club que tenía que renovar y ahora los tengo que pagar de mi bolsillotambién tomaron un crédito de 50 mil pesos del cual el banco no se hace cargo porque aducen que yo le di mis datos al delincuente”. En total, la cifra alcanza los 989 mil pesos.

Una vez que recuperó su cuenta de homebanking, Pozzi se sorprendió porque en lugar de su nombre alguien con otro apellido, un DNI que no era el suyo y otro correo electrónico. Pero lo que más le llama la atención al presidente de 9 de Julio de Arequito es cómo los estafadores pudieron realizar todas esas transacciones sin tener a mano la tarjeta de coordenadas que cada entidad bancaria suele extender a sus clientes para operar con mayor seguridad.

“Me asombró la velocidad con la que actúan, cómo te piden mil datos y con la precisión y contundencia que se manejan. Por eso entré como un caballo”, se sorprende Pozzi para apuntar que «el banco te da una tarjeta de coordenadas pero ahora cambió el sistema y no le avisan a los clientes; cuando voy a reclamar, me dicen que había cambiado y no lo sabía”.

Un millón de problemas

Si bien la denuncia fue presentada el pasado 28 de enero y ampliada el 18 de febrero, Pozzi afirmó que ya habló con la comisión directiva para hacerse cargo los 200 mil pesos que eran parte de un plazo fijo dispuesto para el club. “Voy a poner de mi bolsillo. Todo lo que hace el club es para el mantenimiento de las instalaciones y, como no había muchas actividades, era plata que nos estaba sobrando”.

El club 9 de Julio tiene 800 socios y diferentes disciplinas deportivas. Sin embargo, el plato fuerte lo aporta el fútbol, cuyo equipo compite en la apasionante Liga Casildense. “Por la pandemia nos permiten ingresar a 100 personas a ver los partidos. Pero para cubrir todos los gastos necesitamos que entren 150”, indica Pozzi respecto de los gastos que se deben cubrir con cada entrada de 300 pesos: adicionales de la policía (en los clásicos contra Belgrano suelen ir 20 efectivos, para los otros partidos sólo tres), el pago de árbitros, un servicio de emergencias y el médico, entre otros costos.

Una modalidad que no para de crecer

Estafas como las sufridas por Pozzi ya han perjudicado a al menos unas veinte personas en Arequito. “Hay muchos damnificados a través de diferentes métodos, tanto en Arequito como en Casilda o San José de la Esquina”, sostuvo el presidente del club.

Por su parte, desde la Fiscalía Regional admitieron que las estafas telefónicas son una modalidad que se “incrementó entre el año pasado y este” en medio de la crisis económica profundizada por la pandemia de coronavirus. Al respecto se recuerda la banda integrada por rosarinos y cordobeses liderada desde la cárcel, mientras la fiscalía de delitos con imputados no individualizados lleva adelante diversas investigaciones sobre esta modalidad.

“Hay muchos ardides. Algunos le dicen a la víctima que le depositaron dinero de más o que tiene algo a favor para cobrar. Entonces tiene que ir hasta un cajero automático, hacer una operación y sacar un ticket, cuyos datos le tienen que dictar al estafador. Con esos datos el que llamó puede manejar la cuenta. Entonces después hacen transferencias o sacan créditos a nombre de la víctima, el dinero desaparece y queda la deuda”, explicaron desde Fiscalía.

También afirmaron que las estafas telefónicas “ya no es cosa de ancianos o personas mayores». Ahora, los delincuentes hacen inteligencia previa en redes sociales y las víctimas son cada vez más jóvenes. “Revisan perfiles, relevan información personal y del entorno familiar: esta gente se dedica las 24 horas para hacerte caer en la trampa, ya no es exclusividad de personas mayores”, sentenciaron

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