Alberto Fernández puja para intervenir en la agenda económica y participar en la negociación electoral del Frente de Todos
Alberto Fernández no quiere convertirse en un jarrón chino ni sufrir las consecuencias institucionales del Síndrome del Pato Cojo. El Presidente cavila todo el día sobre su futuro político, mientras su círculo íntimo ha quedado reducido a la mínima expresión: la vocera Gabriela Cerruti y el secretario general Julio Vitobello. Ellos acompañan al jefe de Estado en Olivos y la Casa Rosada, y el resto del Gobierno se entera de sus decisiones ya consumadas.
El centro de gravedad del Poder Ejecutivo es compartido por Alberto Fernández y Sergio Massa, en tanto que Cristina Fernández de Kirchner articula desde su poder interno la hoja de ruta del Frente de Todos rumbo a las PASO. El Presidente acompaña la agenda que define el ministro de Economía, y se apoya en Juan Manuel Olmos -vicejefe de Gabinete- y Victoria Tolosa Paz -titular de Desarrollo Social- para ser escuchado en las conversaciones previas al congreso partidario del 16 de mayo.
Massa negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y define estrategias para aplacar la corrida en los mercados junto a su equipo técnico del Palacio de Hacienda. Dialoga todos los días con el Presidente -vía WhatsApp y celular-, pero tiene plena autonomía política para moverse acorde a su perspectiva del tablero económico.
Alberto Fernández considera que Massa se excede – a veces- en su voluntarismo político, una mirada crítica que comparte con Miguel Pesce, titular del Banco Central. Sin embargo, el jefe de Estado y Pesce asumen que Massa es la única herramienta oficial que tiene la Casa Rosada para encarrilar una crisis con final abierto.
El ministro de Economía conoce los cuestionamientos de Alberto Fernández y Pesce, y optó por la réplica en privado y el silencio en público. Massa tiene un canal abierto de comunicación con Cristina, y ese vínculo político amordaza las opiniones de Máximo Kirchner y sus militantes de La Cámpora. En un escenario político diferente, el diputado Kirchner y sus adlateres ya habrían convertido al ministro en un blanco móvil.
El jefe del Palacio de Hacienda maneja información clave que vuela a Buenos Aires desde Washington. Esa información le permite mostrar cierto optimismo respecto a las negociaciones con el FMI, que son apoyadas por la Casa Blanca.
El 27 de abril, Jake Sullivan -consejero de Seguridad Nacional de Joseph Biden- expuso en Brookings Institution -un think tank bipartidista situado en DC-, y planteó una sucesión de argumentos geopolíticos que avalan la estrategia de Massa.
Sullivan, que tiene relación directa con Alberto Fernández y Massa, señaló hace tres días en Brookings Institution:
– ”EEUU está comprometido a abordar el problema de la deuda que enfrenta un número cada vez mayor de países vulnerables. Necesitamos ver un alivio genuino, no solo “extender y fingir”. Y necesitamos que todos los acreedores oficiales y privados bilaterales compartan la carga.
– Eso incluye a China, que ha trabajado para construir su influencia a través de préstamos masivos al mundo emergente, casi siempre con condicionantes. Compartimos la opinión de muchos otros de que China ahora necesita convertirse en una fuerza constructiva para ayudar a los países estresados por la deuda.
-Como ha señalado la secretaria (del Tesoro Janet) Yellen, necesitamos actualizar los modelos operativos de los bancos, especialmente el Banco Mundial, pero también los bancos regionales de desarrollo. Necesitamos estirar sus balances para abordar el cambio climático, las pandemias y la fragilidad y los conflictos. Y tenemos que ampliar el acceso a la financiación en condiciones concesionarias y de alta calidad para los países de bajos y medianos ingresos a medida que se enfrentan a desafíos que se extienden más allá de las fronteras de cualquier nación”.
Además de poner foco en la negociación de la deuda externa, Massa utilizó el fin de semana para ajustar una propuesta de acuerdo financiero y de inversiones con Brasil, que Alberto Fernández tratará con Lula da Silva el próximo martes. Massa acompañará al presidente junto al canciller Santiago Cafiero y al embajador Daniel Scioli.
El jefe de Estado acompaña las decisiones económicas de Massa, y trata de empujar su propia agenda electoral ante la voracidad que exhibe Cristina Fernández de Kirchner a pocas semanas del cierre de las listas para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Alberto Fernández rechaza que la vicepresidenta elija al candidato presidencial y apuesta a colocar en las listas de diputados nacionales a sus ministros y secretarios más cercanos.
Juan Manuel Olmos y Victoria Tolosa Paz negocian con una estrategia acordaba en Balcarce 50. El vicejefe de Gabinete y la ministra de Desarrollo Social tienen toda la confianza personal del Presidente, y se mueven en silencio para cerrar acuerdos definitivos con CFK, Massa y Máximo Kirchner.
En la mesa de negociaciones ya se discuten ciertas variables electorales que podrían desembocar en un acuerdo político amplio entre Alberto Fernández, Cristina y Massa. Esas variables electorales incluirían a los siguientes nombres del Gobierno, el kirchnerismo y el Frente Renovador:
1. Máximo Kirchner candidato a senador nacional por Buenos Aires
2. Tolosa Paz candidata a vicegobernadora por Buenos Aires, acompañando a Axel Kicillof
3. Malena Galmarini candidata a vicegobernadora por Buenos Aires, acompañando a Axel Kicillof
4. Si la candidata es Galmarini, Tolosa Paz sería candidata a intendente de La Plata
5. Leandro Santoro candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad
6. Matías Lammens candidato a diputado nacional en la Capital Federal
7. Santiago Cafiero, Cerrutti y Vitobello, eventuales candidatos a diputados nacionales
Al margen de los nombres y sus circunstancias, hay un asunto clave que Alberto Fernández, Cristina y Massa aún no pudieron resolver. Se trata de la candidatura presidencial, que hasta ahora reclaman Juan Grabois y Daniel Scioli. Eduardo “Wado” de Pedro recorre la Argentina y espera la bendición de CFK, Agustín Rossi todavía revisa su próxima decisión política y Massa juega a las cartas y espera la inflación de mayo.
Cuarenta y cinco días de espera que serían eternos para la Casa Rosada y el Frente de Todos.
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