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A 40 años del inicio de “Todos los goles”, el programa que cambió la forma de mostrar el fútbol en la Argentina: las mejores anécdotas detrás de un clásico

Todos los goles
Todos los Goles con Hugo Gatti como invitado

El avance de la tecnología llegó desde hace tiempo al fútbol. Pero no vamos a ingresar aquí en las arenas movedizas del VAR y sus interminables polémicas. Pondremos la lente sobre la evolución en la manera de verlo. Ahora se puede observar desde un teléfono, o cualquier dispositivo, un partido que se disputa en el más remoto país del mundo. Hace 40 años la historia era diferente, sobre todo en nuestro país, donde el contraste era mayor, porque no se emitía ningún encuentro de Primera en directo. Por este motivo, la aparición de Todos los goles, el 3 de abril de 1983, fue una verdadera conmoción. Nombre explícito como pocos, mostraba las secuencias de los partidos de la fecha, cada domingo a las 22 horas por canal 9.

Su productor era Gustavo González, hombre avezado en el mundo de la televisión y que ya contaba con un extenso recorrido. Así nos evocó el inicio del ciclo: “A comienzos de 1983, Alejandro Romay aún no había regresado a la emisora y uno de los que estaba a cargo de la parte artística era Rolando Hanglin, quien un día me llamó para una reunión en su oficina. Yo era uno de los productores generales del canal y tenía varias cosas a cargo. En ese encuentro me comentó que Dante Zavatarelli, histórico comentarista de José María Muñoz en radio Rivadavia, le había acercado una idea para hacer un noticiero deportivo los domingos por la noche. Le respondí que no, porque me parecía que era un programa más de los tantos que había, pero le dije: “Tengo otra idea. Si querés, te la cuento y si me acompañás, la hacemos”. Le desarrollé que tenía pensado realizar un programa mostrando todos los goles de la fecha y me contestó: “¿Vos pensás que podés hacer eso?”. “Si vos me bancás, lo hago”, fueron mis palabras. Así arrancamos, con el título Todos los goles, que lo tengo patentado”.

El fútbol argentino atravesaba una etapa de cambios, desde la Selección, con la llegada de Carlos Bilardo en lugar de César Luis Menotti, hasta el torneo doméstico, en el que varios clubes comenzaban a aceptar la publicidad en sus camisetas. Para ver los goles, había que esperar a algún noticiero de la medianoche del domingo, o bien, a los del lunes al mediodía, cuando, con suerte, se observaban dos o tres partidos como máximo. En los diarios de aquel domingo de Pascua de abril del ‘83, en la programación de televisión, aparecía la mención del envío con un desangelado título: Después de la jornada. Por suerte, su nombre se modificó y fue un símbolo de esos tiempos.

Todos los goles
Integrantes de Todos los Goles en un descanso, Dante Zavatarelli, Fernando Niembro, Roque Alfaro (invitado) Julio Ricardo, y Marcelo Araujo

Gustavo González fue una de las piezas claves en la estructura y nos brinda detalles del formato: “La propuesta era enviar a cada cancha un camarógrafo con cuatro cassettes, que, en ese momento, eran de 20 minutos. Las motos me los iban trayendo al canal, donde yo estaba desde muy temprano, porque hacía Feliz Domingo, que duraba como 9 horas. Por suerte contaba con un editor extraordinario como Jorge Pereira, que iba compaginando el material a medida que llegaba. El convenio era que no podíamos emitir más de tres minutos de cada encuentro”.

Un detalle decisivo, y que le dio la impronta al programa, fueron sus conductores. Los cuatro fueron el ya mencionado Dante Zavatarelli, Julio Ricardo, Marcelo Araujo y Fernando Niembro, todos elegidos por el sabio ojo de González: “Eran amigos míos y sabía lo que podían dar a nivel profesional, porque los conocía desde hacía muchísimo tiempo. A mediados del ‘84 Julio se fue y en su lugar ingresó Adrián Paenza. Se repartían entre ellos los partidos para hacer los respectivos comentarios”.

Fernando Niembro fue un integrante destacado desde la primera y hasta la última de las emisiones, que se salió al aire en 1987. Así evoca cómo fue participar de un programa que dejó una huella que se recuerda hasta nuestros días: “Yo había empezado en televisión en 1974 en el viejo canal 7, de una manera muy precaria y siendo el quinto en la estructura de deportes, detrás de Oscar Gañete Blasco, Enrique Macaya Máquez, Marcelo Araujo y Mauro Viale. Mi labor era la de campo de juego, pero siempre ponía de manifiesto mis inquietudes para hacer otras cosas. Gustavo González se enteró y un tiempo después me contrató para canal 9, donde fui comentarista haciendo dupla con Marcelo de partidos por Copa Libertadores y los de la selección nacional. Gustavo fue uno de los tres más extraordinarios productores que conocí en mi vida, junto con Gerardo Sofovich y Juan Cruz Ávila. Él nos comentó la idea que tenía, de mandar cámaras a todas las canchas, una verdadera innovación para la época y así se dio el inicio. Los cuatro conductores íbamos a cubrir un partido el domingo a la tarde para nuestras respectivas tareas en radio y luego llegábamos al canal, donde observábamos el material compaginado, que luego íbamos a presentar. Teníamos un invitado que elegía el mejor gol de la fecha y a Luis Ordóñez, que le hacía la caricatura y fue un distintivo del programa”.

Nos sumamos a estas palabras de Fernando Niembro, porque el aporte de un dibujante, que hacía su tarea en vivo, fue otra de las marcas de Todos los goles. El propio Luis Ordóñez nos contó con emoción cómo fue su paso por allí: “La posibilidad se la debo a la actriz Silvia Peyrou, que trabajaba conmigo en Las mil y una de Sapag y quien conocía al productor Gustavo González. Se hizo el contacto y él me dijo para arrancar al domingo siguiente, cuando el invitado era Carlos Bilardo. Para mí fue una emoción enorme, porque podía canalizar mis dos pasiones, el dibujo y el fútbol, en el mismo lugar. Fue una gran oportunidad que me dejó un grato recuerdo, porque me llegaban cartas de personas que me contaban que sus hijos se sentían incentivados a dibujar a través de lo que veían en la pantalla. Un detalle importante es que, por contrato, yo no tenía que saber quien iba a ser el invitado, por lo que el desafío era mayor, porque encontraba al personaje en el momento. Recuerdo una vez que vino Maradona y faltando cinco minutos se sumó Jorge Cyterszpiler, que era su representante. Osvaldo Gago, el otro productor, me dijo que también tenía que hacerle la caricatura a él. Salí del lugar donde me sentaba habitualmente, me paré entre dos cámaras y lo logré. Se lo entregué sin que se secara la pintura (risas), pero lo hice”.

A medida que pasaban las semanas, el rating se incrementaba y éramos muchos los que íbamos el lunes al colegio con alguna deuda de sueño porque era imposible despegarse de la pantalla. Niembro nos describe como era por dentro la estructura del ciclo: “Cada uno de nosotros tenía un pupitre, detrás del cual nos parábamos. De frente un monitor para observar las imágenes del partido que nos tocaba narrar, con un material que no siempre era del todo bueno, porque era fílmico y a veces no tenía la calidad necesaria. Y era entendible, porque el camarógrafo se ubicaba donde podía, porque en la mayoría de los estadios no había un sector destinado para ellos. Incluso se han hecho muchas coberturas con cámara al hombro, sin trípode para apoyarla. Todo hecho con un gran esfuerzo y una enorme tarea de producción y edición. Con el paso del tiempo le fuimos agregando el Ascenso y ligas del exterior, como Italia, Uruguay y Paraguay. No se discutía tanto entre nosotros, salvo alguna situación puntual. La mesa donde luego nos sentábamos era más que nada para entrevistar al invitado. Un valor agregado fue que no había tantos programas deportivos en televisión. Fútbol de primera iba a comenzar dos años y medio más tarde, cuando Carlos Ávila se dio cuenta del éxito que teníamos nosotros y compró los derechos”.

La pasión por el trabajo que tenía Gustavo González se reflejaba en los que eran sus domingos en aquellos años, en los que no es exagerado decir que prácticamente vivía en los míticos estudios de la calle Gelly 3378: “En los tiempos que en los que ya había llegado Romay, colocó una antena parabólica en el techo del estudio que daba sobre Figueroa Alcorta. Yo llegaba como a las 9 de la mañana y me subía hasta allí. Había que moverla con un control especial para que captara bien la señal para recibir los goles del fútbol italiano, donde justo había llegado Diego al Nápoli. Pasado el mediodía comenzaba Feliz domingo, donde también era el productor, con un ritmo tremendo, porque duraba unas 9 horas. Y enseguida arrancaba Todos los goles. El tema era con los partidos en el Interior. Teníamos el coaxil para recibir las imágenes a partir de la ocho de la noche, rogando para que llegaran bien. El producto era muy bueno, pero detrás tenía un laburo infernal de horas de edición”.

Todos los goles
Luis Ordóñez con Bilardo y su caricatura

A lo largo de los cuatro años y medio de duración, Todos los goles vivió grandes momentos, pero sin dudas uno que es recordado aún hoy, casi 40 años más tarde, ocurrió el 13 de mayo de 1984, cuando el invitado fue Dino Sani, un brasileño que recién había arribado al país, para asumir la dirección técnica de un Boca que estaba sumergido en una gran crisis. Fernando Niembro lo recuerda a la perfección: “A los invitados los conseguíamos nosotros el mismo domingo, cuando terminábamos la tarea radial y bajábamos a los vestuarios. No sé quién lo contactó a Sani, que al llegar al estudio se ubicó a mi lado. Tenía un carácter particular, un poco distante y no entendía demasiado el castellano, como nosotros no le entendíamos su portugués. En un corte le mencioné que al final tenía que elegir el mejor gol de la jornada. Respondió que no había problemas. En ese instante le guiñé el ojo a Julio Ricardo, que lo tenía enfrente y le dije al brasileño: “Me parece que el mejor gol fue el de Firpo de Atlanta”, a lo que contestó sin dudar: “Por supuesto, bonito gol”. Cuando llegó el momento de la elección, otro de mis compañeros le preguntó y él, sin dudar, respondió: “El de Firpo”. Se hizo un silencio total, porque el gol había sido en contra (risas). Suerte que no había redes, porque hubiera sido tendencia por tiempo indefinido”.

Para Luis Ordóñez significó un mojón incuestionable en su extensa carrera, que aún se mantiene plenamente activa con las clases en su escuela de dibujo, que ya tiene más de 35 años de vigencia: “Fue algo imborrable. Trabajé en innumerable cantidad de programas, como el show de Carlitos Balá, Finalísima, unos 12 años con Gerardo Sofovich, pero hasta el día de hoy me siguen recordando por Todos los goles. El grupo de periodistas era excelente, pero quiero recordar a un fenómeno como Dante Zavatarelli, que cuando estaba por mandar al corte, decía: ‘Mientras tanto, nuestro artista Luis Ordóñez, sigue dibujando’. Era un señor. Hubo una emisión histórica que fue en julio del ‘86, una semana después que Argentina se consagrara campeón del mundo, cuando vino gran parte del plantel al estudio, con Maradona incluido, por supuesto. Fue un desafío enorme, porque hice un trabajo más grande del habitual, para poner las caras de todos. Ese día era un mundo de gente, y en los cortes nos abalanzábamos para sacarnos una foto con Diego, que en un momento dijo: ‘Por favor, no me toquen más’. No era fácil ser Maradona”.

Tantos años de recorrido en el mundo de la televisión y los medios le han dejado a Gustavo González un bagaje increíble de anécdotas e historias: “Hacia fines de abril del ‘86, en pleno intento de destituir a Bilardo, salimos junto a la Selección para la última gira, cuyos amistosos se transmitieron por canal 9, más la cobertura para Todos los goles. El primer compromiso era en Noruega. Apenas nos instalamos en el hotel, no paraba de sonar el teléfono. Era desde Argentina porque había sido la explosión de Chernobyl: “Miren por la ventana que van a ver una nube inmensa”. Estábamos lejos, pero era así. Desde la habitación salimos para el noticiero. El segundo compromiso fue el famoso partido ante Israel, con una historia increíble. Bajé a la recepción del hotel y me lo encontré a Bilardo, con quien tenía una gran relación. Me dio un abrazo y me dijo: ‘Te felicito, acabás de ser papá de una nena’. Él se enteró porque atendió cuando había llamado la telefonista de canal 9 al hotel tratando de ubicarme. Fue muy emocionante”.

También en la imaginaria carpeta de Luis Ordóñez, además de sus admirables caricaturas, se guardan las anécdotas: “Bilardo siempre tuvo un gran sentido del humor. Lo dibujé siete veces en el programa. Una vez me vino a ver ante de que comenzara la emisión: ‘Luisito: hoy tratá que se me note un poco menos la nariz’. Al terminar, cuando me acercaba para darle el trabajo le dije: ‘En este programa les damos los gustos a todos y por eso, no se te nota tanto la nariz’. Lo había dibujado de nuca (risas), pero debajo estaba la caricatura real. Se fue para su casa y se dio cuenta de que se la había olvidado, entonces regresó a buscarla. Es un gesto que muestra cómo era él y el valor que le daba al trabajo de los demás. Con el Loco Gatti se dio una situación particular, porque tardó varios años en ir. Cuando le preguntaban el porqué, respondía: ‘Le tengo miedo a Ordóñez’ (risas). El día que se decidió, primero vino Nacha, su esposa, para decirme: ‘Luis, por favor, no le des tanto a Hugo con el dibujo, que no le gusta’. Tiene una cara muy especial para la caricatura. Cuando fue el instante de obsequiárselo, lo había hecho con la cara de Alain Delon (risas). ‘Uyyy, que bueno que está', fueron sus palabras, pero enseguida le contesté: ‘No te emociones. Acá está el verdadero’. Y le di el que tenía abajo”.

Hacia 1987, Fútbol de Primera por ATC ya se había consolidado y, al contar con los derechos, llevaba la delantera. Para Todos los goles era cada vez más compleja la situación y así llegó el final, como lo cuenta Gustavo González: “Sinceramente nos fue muy bien, hasta que empezamos a tener restricciones con las credenciales por el tema derechos y también por los costos se nos hacían cuesta arriba, hasta que un día me llamó Alejandro Romay y me dijo: ‘¿Qué querés hacer?’ y con sinceridad le contesté: ‘Terminémoslo acá, Alejandro. Es preferible, porque van a seguir los problemas’. Fue a fines de 1987″.

Se están cumpliendo 40 años del inicio de un ciclo que cambió la manera de ver el fútbol en nuestro país. Una producción importante, cuatro conductores destacados y un dibujante en vivo, fueron los condimentos ideales para un plato exquisito de cada domingo. Pasado el tiempo queda un programa, mil recuerdos y todos los goles.

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