La canasta que aplasta, baños a $200 y reclamos contra el Gobierno: la protesta piquetera que paralizó al centro desde adentro
“No queda otra que caminar”, le dice Claudio, un brasileño que transita con un bolso en una mano mientras con la otra arrastra su valija con rueditas por la Avenida de Mayo y Piedras a este cronista de Infobae. A su lado también se le nota el cansancio a su compañera Ofelia. Tuvieron que hacer más de 10 cuadras desde donde los dejó un taxi porque llegar al hotel que está a pasos de la avenida 9 de julio es misión imposible. El tránsito está interrumpido entre Sarmiento y avenida San Juan y una marea de manifestantes protesta frente al ministerio de Desarrollo Social.
A esa hora, cerca del mediodía, la titular de la cartera, Victoria Tolosa Paz, no está en su despacho. Viajó a Comodoro Rivadavia, en Chubut, para cumplir otra etapa del programa Banco de herramientas y para firmar convenios en esa ciudad que permitirán la construcción de playones deportivos y de un Centro de Primera Infancia. Casi todos los cánticos de las nutridas columnas de la Unidad Piquetera, de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) y la CTA Autónoma se dirigen hacia la funcionaria, que según ellos “se niega a recibirlos”.
El reclamo, que comenzó con la Marcha Federal Piquetera en La Quiaca el lunes, tuvo otro capítulo la noche de ayer con un acampe en la Plaza de Mayo que se levantó alrededor de las 9. Eduardo Belliboni, dirigente del Polo Obrero y uno de los principales referentes del bloque piquetero, sostiene que si con esta movilización no los escuchan, ya no entiende “más nada”. En esta marcha confluyen los movimientos ligados a la izquierda pero también los oficialistas, con dirigentes que incluso ocupan cargos oficiales en el gobierno de Alberto Fernández.
Belliboni reconoció ante Infobae que el petitorio que entregó en la Casa Rosada el 20 de abril de este año no tuvo ningún resultado. “Optaron por una posición de dureza. Ya pasó casi un mes y nunca nos respondieron nada. Si seguimos así hasta el propio partido Justicialista va a esta acá en la próxima protesta”, dijo.
A unos metros de él se congregaron varios de los dirigentes de izquierda como Néstor Pitrola, Vilma Ripoll, Claudio Katz y Celeste Fierro, junto al secretario de la CTA autónoma y de ATE Nacional, Hugo “Cachorro” Godoy. También hay muchas mujeres sobre la avenida Belgrano con ollas y el cartel “Cuidar es Trabajo”. Mientras tanto, entre varios, sostienen una gigantesca “canasta” familiar improvisada donde asoman cajas de cartón simulando ser los alimentos que aumentaron por la inflación y que parecen inalcanzables para las clases populares. “La canasta nos aplasta”, describe una bandera.
El Metrobus permanece cortado. Solamente pasan las ambulancias ante una emergencia. Y atraviesan la marea humana los motociclistas a pie. Para los automovilistas el caos es total en una ciudad prácticamente partida en dos. Los peatones eligen viajar en subte ya que el servicio se cumple con normalidad. Hay bastantes chicos aunque la ministra Tolosa Paz haya pedido el día anterior la intervención con carácter de urgente de la Defensoría Nacional de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, a cargo de Marisa Graham, ante la posibilidad de un nuevo acampe que “ponga en riesgo la vida de ellos” y “nos llame como árbitro en la defensa de los chicos y chicas a una mesa de diálogo”.
Muchos de los negocios sobre la “avenida más ancha del mundo” están cerrados, igual que algunos bancos que optaron por cerrar sus puertas. “Entran con una una pila de tarjetas y nos vacían los cajeros automáticos”, confiesa un empleado de una entidad bancaria cerca de Avenida Belgrano que deja ingresar solamente a los que acreditan ser clientes. Cerca del Ministerio sobre la calle México hay casas que tienen un cartel que indica “Baño, 200 pesos”. Hay otros sanitarios improvisados en carpas azules sobre las plazoletas de una de las principales arterias porteñas. La hamburguesa completa cotiza a 700 pesos pero la mayoría opta por comidas que prepararon en sus casas, como arroz con pollo.
Desde un camión blanco a pasos de la entrada al ministerio, dos mujeres con micrófono arengan a la multitud, que los organizadores estimaron en más de 50 mil personas. “Vamos a luchar por trabajo, vamos a luchar por salario, vamos a luchar contra este Gobierno, no tengo nada que perder, por eso hoy marcho de nuevo. Saben que no vamos a transar”, se escucha ante el intenso repiquetear de los bombos.
La Marcha Federal Piquetera comenzó el lunes en La Quiaca, Jujuy. Los días siguientes se fueron sumando manifestantes de distintos puntos del país encolumnados en la Unidad Piquetera que llegaron a la Ciudad de Buenos Aires el miércoles.
Las protestas tienen como eje el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la baja de miles de planes sociales que dispuso Tolosa Paz, los problemas de abastecimiento que sufren en los comedores y, además, piden que se declare la emergencia alimentaria.
Esperan una respuesta del gobierno de Alberto Fernández. La semana que viene se volverán a reunir los principales impulsores de esta marcha para decidir como continuar con el plan de lucha.
Alrededor de las 13 comenzó la desconcentración de los manifestantes que llegaron desde zonas tan disímiles como Ledesma (Jujuy), Rosario, La Matanza, Almirante Brown, Vicente López o Moreno. Los autos empiezan a circular por las calles adyacentes como Carlos Pellegrini y Cerrito.
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