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La historia de Mauro Cosolito, figura de Quimsa: del cambio en su vida por ser diabético al milagroso accidente que protagonizó en una autopista

Finales Quimsa Boca Juniors Juego 1
Mauro Cosolito, capitán y referente de Quimsa (Credito: Matias Garcia / Liga Nacional)

Encapuchado, para tratar de pasar desapercibido entre los fanáticos que compraban los tickets para las finales ante Boca Juniors, ingresó al Estadio Ciudad Mauro Cosolito, quien con el correr de los años se convirtió en uno de los principales referentes de Quimsa, entidad que buscará sacarse la espina tras las dos finales perdidas de manera consecutiva en la Liga Nacional.

Luego de saludar a las vírgenes que se ubican en la antesala al vestuario local, el capitán de La Fusión se dirigió hasta el vip del estadio para realizar una distendida entrevista entre mate y mate con Infobae analizando a su contrincante y repasando su historia, como el emotivo motivo de utilizar el dorsal número 30, cómo cambió su vida desde el 2013 tras enterarse que era diabético, qué recuerda de la descompensación que sufrió mientras manejaba en la autopista y qué hará cuando decida colgar las zapatillas.

– ¿Cómo ves a Quimsa de cara a la final?

– La verdad que bien. Estamos en un buen proceso. Dando pasos firmes en los playoffs. Nos veo con ganas, con motivación, con mucho aprendizaje en la espalda. Eso nos hace bien y dando pasos firmes y seguros. Creo que vamos por el buen camino en la final.

– ¿Creés que la tercera va a ser la vencida?

– Ojalá. Nosotros luchamos, lo soñamos. Ojalá así sea. En mi caso, que me quedé con la espina de la primera final que no la pude jugar completa, me quedé con un foul en la última final que fue dudoso de local. Quiero que esta sea, es mi sueño. Tengo cuatro años en el club, cumpliendo un rol importante, capitán. Me tocó levantar 3 copas y ojalá esta sea la cuarta y coronar un poco el sueño. Fuimos dando pasos buenos, tanto el club como nosotros. Nos lo merecemos, pero sé que esto no es por merecimientos. Necesitamos ganar.

– ¿Qué diferencias hay entre este equipo y los que perdieron las finales?

– Por ahí que los que ya venimos tenemos un poco más de experiencia para asumir estas finales. Cuando nos tocó el primer playoff con San Lorenzo nosotros estábamos mejor, pero ellos tenían jugadores que ya habían jugado finales, que lo hicieron bien, que cuando íbamos ganando nunca se aceleraron. Con Instituto fue una final disputada, de mucho roce. Se definió con un fallo que para nosotros no lo fue, pero que acá nos la bancamos. Vimos a otro club festejando. Eso también me sedujo para seguir acá. Ya pasamos por tres finales y tenemos más espalda. Lo podemos llevar todo de otra manera.

– ¿Por dónde crees que pasará la clave de la serie ante Boca?

– Creo que la clave es la intensidad y que somos 10 jugadores. Tenemos mucho material, mucho banco para hacer notar que es una serie que será luchada, reñida, La diferencia del primer partido no es real. Hay que llevarlo partido a partido, pero con una intensidad mayor, manejando los ritmos de juego. Ellos, cuando se sintieron cómodos y jugaron un juego más pausado, lo hicieron bien. Cuando nosotros nos podemos imponer podemos doblegarlos. Ellos vienen de una serie muy luchada, nosotros de una más holgada, ganamos 3-0. Ojalá se nos pueda dar.

– ¿Cuál es el diferencial que tiene Quimsa para llegar a tres finales seguidas?

– Primero, que mantuvo una base de jugadores nacionales de mucha jerarquía. Siempre con la misma idea, y que siempre quiere redoblar la apuesta e ir por más. Desde que estoy acá ganamos la Champions y los otros dos años la jugamos por merecimientos. Es el torneo más importante de esta parte de América. El nivel de exigencia es mucho, hay que estar preparado para estar acá. El club te permite jugar finales, ir por la gloria. Ojala este año se dé y que Quimsa siga demostrando que es el club más fuerte del país.

– Veo en tu mate el número 30, que te acompañó muy buena parte de tu carrera como profesional. ¿Qué significa para vos?

– Es especial. Antes jugaba en el TNA y la numeración era del 4 al 15. Cuando empecé a jugar la Liga Nacional quise cambiar algo y justo habían fallecido mis dos abuelos y estaba buscando un número en común entre los dos. Uno nació el 30 de enero y otro en el año 1930, así que era el número en común y lo uso por ellos. Ellos, cuando era chiquito, me venían a ver siempre jugar en el club, bancando y apoyando. Juego por ellos también.

– Desde que lo utilizás, mal no te fue…

– No, excelente. No me puedo quejar de nada. Soy un agradecido al básquet, a cada club por el que pasé. Siempre dando pasos adelante y quedándome con mucha buena gente en el camino, que eso es lo importante. Es lo que queda, ese recuerdo.

Finales Quimsa Boca Juniors Juego 1
Mauro Cosolito celebra junto a Brandon Robinson (Credito: Matias Garcia / Liga Nacional)

– Te llevo al 2013, un año en el que tu vida cambió

– Tenía a mi abuela enferma, y la verdad que no la pasé bien. Estaba jugando el TNA y no la pasé bien. Ella es como mi vieja, es la que me crió, la que me acompañó en cada paso, es como mi luz. La pasé mal. Ella falleció y eso me golpeó. No lo vemos, no lo decimos, pero todo es interno. En ese momento me empecé a sentir diferente, me hice estudios médicos. Me agarró diabetes y a partir de ahí empezó un proceso muy bueno. Nunca podía pasar los 80 kilos de peso, y a partir de ahí crecí físicamente. Ya pasé los 90. Llegué a la Liga y fueron pasos adelante tanto físicamente como mentalmente, personal y deportivamente. Fue una oportunidad para dar un salto, para estar acá.

– ¿Qué tuviste que modificar de tu vida diaria?

– La verdad que por ahí no me di cuenta en el momento. Ahora con la información más a mano es más fácil ver lo que hacen los deportistas de elite. Me tocó compartir un momento de Selección y ver cómo desayunaban y comían. Todo lo que ellos no agarraban eran cosas que yo tampoco podía agarrar. Lo mío fue porque no podía y ellos porque optaban por eso. Me di cuenta de que los deportistas comen como celíacos o diabéticos y tienen muchos cuidados con las comidas, con las grasas, entonces llevé mi alimentación por ahí. Empecé a descubrir qué me hacía bien, qué mal. Cuándo algo sí, cuándo algo no. Así fui llevando el proceso. Eso me ayudó a cambiar mi físico.

– ¿Fue duro ese cambio?

– Fue duro porque ves algo y lo primero que pensás es “no puedo”. Pero después ves que no es “no puedo”, sino que hay momentos. Antes de los partidos me traigo caramelos de goma, que es algo que me gusta. Cuando estoy bajo de azúcar a veces consumo un helado. Pero lo llevo bien. Es duro el cambio, pero fue necesario.

El año pasado fuiste noticia por un algo que pasó en una autopista. ¿Qué recordás de ese día?

– Fue un día raro. Cuando me levanté nunca me di cuenta de que tenía el azúcar bajo. Nunca lo asocié a eso. Iba a buscar a un amigo para ir a Buenos Aires para visitar a otro amigo. Cuando salí de casa estaba bien, pero en un momento sentí como que se desconectó algo. Ahí hasta donde frené, tuve mucha suerte de que no haya pasado nada, que hoy quede en una anécdota. En el camino no hice desviar a ningún auto ni frenar a otro. Me crucé de carril y luego fui a la banquina, tuve suerte. Fue la primera vez que me pasó y por suerte se puede contar.

– ¿Estabas consciente de lo que estaba pasando en ese momento?

– Fui manejando hasta cerca del club Unión. La última imagen que tengo es en un semáforo, después como que me desconecté. Lo otro lo hice muy despacio, tocando la bocina, como una conciencia inconsciente. Todos me decían “¿por qué no frenaste?”. Ojalá hubiese podido frenar. Iba, y cuando veía algo, como que lo esquivaba. Como que estaba consciente, pero no podía tomar el control de las acciones. Fue algo que me pasó en ese momento y ojalá no pase más. Tuve suerte de que no le pasó nada a nadie.

– ¿Cómo fue la reacción de la policía cuando te vieron?

– Fue una historia particular, porque al principio pensaron que estaba drogado o alcoholizado. Me sacaron del auto, me esposaron y estuve un tiempo tirado en el piso, hasta que reaccioné. Ahí pensaban que estaba drogado o que había tomado, y lejos de eso. Hasta que vino un médico, que me preguntó si tenía alguna patología de base. Le dije que era diabético, y cuando me midió vio que tenía el azúcar bajo. Ahí empezaron a reaccionar diferente. Un policía era fanático del básquet y se había dado cuenta de quién era. Como que cambió un poco la conducta. Siempre llevo una bebida en el auto para este tipo de casos, pero en esa oportunidad no había sentido que era necesario.

– ¿Y volviste a ver las imágenes?

– Cuando pasó eso lo primero que hice fue llamar a mi amigo, que lo había pasado de largo. Llamar a mi vieja. Los primeros que se enteraron fueron mi contador y un amigo por la patente del auto. Y mis amigos, en el grupo, estaban bromeando con que había un borracho por la autopista, y cuando les decía que era yo no me creían. No las tengo las imágenes ni nada, sí de cómo me quedó el cuerpo, porque estaba tirado en el barro.

– En su momento dijiste que tu intención es la de estirar tu etapa en el básquet lo que más puedas, pero también te estás preparando para el día después. Te recibiste de profesor de Educación Física.

– Hoy me quiero asegurar de que el básquet me dé como una jubilación, que me dé algo para el después. Pero mi futuro seguramente estará ligado al básquet. Soy muy fanático de esto. Soy también entrenador de básquet y quiero hacer el curso de Gestión Deportiva. Me preparé a lo largo de mi carrera porque en un momento el básquet no era una opción. Siempre me gustó jugarlo, pero lo hacía de manera más amateur. En un futuro seguramente será algo ligado al básquet.

Antes me gustaba más el campo, al ser profe. Tengo mucha afinidad con los más chicos. Pero hoy por ahí me veo más por el lado de la gestión, la representación. Me gusta también el tema de la negociación. Estoy viendo todo. Voy a prepararme y luego veré por qué lado ir.

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