Fernando Galmarini: “Me dicen que no es tiempo de actos multitudinarios, pero mi tiempo sigue siendo el de la cancha de River llena”
“Cafiero y Menem fueron dos amigos entrañables para mí”, dice Fernando “Pato” Galmarini, al recordar aquella elección interna del 9 de julio de 1988 en la que el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires disputó la candidatura presidencial con su par de La Rioja. Galmarini fue uno de los pocos referentes del peronismo bonaerense que respaldó a Carlos Menem en la interna. “El primer acto fue arriba de un camión de verdulero que se movía: ¿con esto ganamos?”, recuerda sobre aquellos comienzos de quien luego fue presidente de la Nación por dos períodos.
Galmarini lo acompañó como Secretario de Deportes; junto con la política, su otra pasión. Espera que el próximo gobierno entienda la importancia social del Deporte y respalde en especial a los clubes de barrio.
Vinculado a la Tendencia en los 70, Galmarini rompió con Montoneros en 1974, por lealtad al entonces presidente Juan Domingo Perón. Más tarde fue senador provincial y diputado nacional. Con Antonio Cafiero compartía distrito -San Isidro, donde siempre vivió y militó- y pasión por Boca.
En pareja con Moria Casán desde mediados de 2021 -”tiene alma y corazón, es un cacho nuestro”, dice de ella-, y padre de Malena Galmarini, esposa de Sergio Massa, y precandidata a intendente de Tigre, Galmarini evoca con cierta nostalgia las campañas de antes -”hoy los celulares han reemplazado en muchos casos a los actos”- y afirma que “el abrazo, el estar en el barrio, el mate, la relación del mano a mano todavía es insustituible”.
— Se están cumpliendo 35 años de la histórica interna Menem-Cafiero, cuando los peronistas eligieron su candidato a presidente por voto directo, casi una previa de la elección nacional. ¿Cuál es su recuerdo sobre ese hecho, usted que fue uno de los pocos que se alineó con Menem, cuando casi toda la dirigencia estaba con Antonio Cafiero?
— Bueno, aclaro que fui muy amigo de Antonio Cafiero. Pero muy amigo. E incluso de mucho antes de conocer a Carlos Menem. Con Antonio, éramos del mismo barrio, vivíamos a pocas cuadras, y éramos los dos hinchas de Boca. Fanáticos. Así que ya desde aquel tiempo, en épocas de la dictadura militar, lo conocí a Antonio. Unos años después, a Carlos Menem, que salía de estar detenido en Las Lomitas. Pero bueno, yo vivo en la provincia de Buenos Aires, militábamos ahí. El candidato nuestro era Antonio Cafiero, que luego fue gobernador. De Antonio tengo un enorme recuerdo. Gran compañero. Y de Carlos Menem un enorme recuerdo también. Con lo cual fueron dos amigos entrañables. Dos dirigentes importantes de nuestra historia. Que en algún momento se encontraron en la cancha y tenían que definir quién iba a hacer el último gol de penal.
— Cafiero parecía correr con ventaja porque en 1985 había ganado la elección a diputados…
— Sí, y yo estaba con Cafiero cuando él encabezó la lista de diputados nacionales en el 85, estaba también José Rodríguez, el secretario general de SMATA. Horacio Román, que acaba de fallecer, era primero de la lista de senadores y yo el segundo. Fuimos senadores provinciales y Antonio diputado y dos años después ganó la Gobernación. Y ese año, 1987, yo ya estaba con Carlos Menem. Muchos me dicen “pero cómo hiciste, por qué…” Estas cosas que son a veces difíciles de explicar en el peronismo pero que nos peleamos, nos volvemos a juntar. Pero bueno, año 86, 87, me encontré con Eduardo Duhalde, entonces vicepresidente de la Cámara de Diputados. Antes había sido intendente de Lomas, y ahí resolvimos juntarnos. Y yo ya estaba con algunos líos con la familia de Antonio, pequeños líos, con Juampi Cafiero [N. de la E: padre del actual canciller, Santiago Cafiero], cosas del terruño nuestro de San Isidro. No lo pudimos resolver bien. Y Duhalde me dijo “vamos a La Rioja”. Año 86, y ahí conocí a Carlos Menem. Me hice muy amigo. Allá jugamos mucho al fútbol. Carlos no fue un fenómeno como deportista, pero jugaba al fútbol, al tenis, boxeó. Con lo cual tenía bastante que ver conmigo porque mi historia en el peronismo está muy enganchada con la historia del deporte y Perón, allá por los 50.
— ¿Cómo tomaron los demás su alineamiento con Menem en la interna?
— Yo tenía un conflicto porque los dos eran personas a las que quería mucho. En el bloque de senadores de la provincia, que no recuerdo cuántos éramos en ese momento pero era un número importante, todos estaban con Antonio. Y yo era el único que levantaba la voz, tímidamente para que no hubiese lío, por Carlos Menem. Horacio Román, que era el presidente del bloque, me bancó, no mucho, muchísimo, frente a todos.
— ¿Cómo hizo Menem para instalarse tanto en la conciencia de la gente y ganar esa interna cuando parecía que tenía todo en contra? Al menos todo el aparato en contra.
— Tenía todo el peronismo importante, en contra.
— El institucional.
— Sí. Allá en La Rioja cuando lo conocí, pensé en Facundo Quiroga, “éste es lo mismo que nuestros viejos caudillos y que Facundo”. Cuando estábamos allá, con Carlos Menem salíamos a tomar café, no a la gobernación, íbamos a la plaza de La Rioja y ahí se acercaba la gente, hablábamos de fútbol. Era un personaje muy querido. Y cuando llegó acá, fue lo mismo. Aun antes de comenzar su campaña presidencial o antes de la interna con Cafiero. Recuerdo que íbamos a almorzar con él a un departamentito muy chiquito que tenía yendo a la cancha de Huracán y ya estábamos muy enganchados con él. Carlos ya se preanunciaba como uno de los candidatos del peronismo. Por supuesto estaba Antonio también, gobernador de la provincia de Buenos Aires, que no era un tema menor. Y ahí fue cuando ya amigotes o amigos, compañeros de Carlos, en uno de esos almuerzos le dijimos “Carlos, ¿el vicepresidente quién va a ser?” Él tenía un amigo al que quería mucho que era Juan Carlos Rousselot, y dijo “yo ya lo tengo a Rousselot”. Nosotros empezamos a darle máquina en esos almuerzos -donde cocinaba él, le gustaba cocinar-, le decíamos “el nuestro tiene que ser de la provincia de Buenos Aires, es Eduardo Duhalde”. Todo esto fue el prolegómeno del lanzamiento de la campaña. El día que empezaba la campaña de Carlos Menem me encontré con Eduardo Duhalde en Plaza San Martín, nos subimos al auto y nos fuimos a La Matanza. Primer acto de Carlos Menem arriba de un camión. Pero no era el menemóvil que después conocimos que era…
— Ya era de súper lujo.
— Este era un camión de verdulero que se movía. Y yo le decía a Duhalde “che, con esto nos vamos a caer”. ¿Y con esto ganamos? No saben lo que fue. Impresionante esa caravana. Imponente. Y en una de esas caravanas, no recuerdo si fue con esa o en otra, eran todas similares, todas multitudinarias, yo le estaba preguntando a Duhalde “che ¿pero vamos a ganar?” Carlos me escuchó, estaba saludando al frente, y me dice “¿vos tenés alguna duda? Vamos a triunfar. A triunfar y a triunfar”. Y después esto del triunfar, triunfar, triunfar, lo decía siempre. Ahí dije cierro el pico porque éste me mata.
— Quedó como eslogan de campaña.
— Fue una campaña espectacular. Años después, cuando nos volvimos a encontrar con Antonio, él me dijo “yo no le podía ganar a Carlos”. Le digo ¿cómo no le podías ganar? Antonio, vos fuiste ministro de Perón. Y él me dijo “era una persona con un talento y un carisma que yo no he conocido en muchos”. La gente se le acercaba. Carlos a mí me conmovió. Pero después de aquella interna ellos fueron muy amigos. Yo he estado en la Quinta de Olivos y a veces antes de ir le decía, “Carlos, estoy con Antonio, ¿te parece que vaya? Por supuesto, tráelo. Y estábamos los tres, o alguno más que se hubiese sumado, charlando de nuestras vidas, de la vida, en fin. No solamente de política.
— El hecho de que Cafiero haya elegido como compañero de fórmula a José Manuel De la Sota en vez del Tati (José María) Vernet, como proponía el sindicalismo tradicional de las 62 Organizaciones, la UOM, ¿no le jugó muy en contra?
— No sé cuánto, pero en contra. Antonio me confesó que él se había equivocado. No sé si la palabra textual que usó fue equivocado. Pero alguna vez me confesó que él era muy amigo de la gente de la Unión Obrera Metalúrgica, de Lorenzo Miguel. Lo había sido de (Augusto) Vandor, de la historia de la UOM. Pero se equivocó en los tramos finales al no incorporar a los que la UOM bancaba. En cambio él se había hecho muy amigo de dos dirigentes gremiales muy buenos como fueron Roberto García y Roberto Digón. Alguna vez me dijo yo me quedé con los 25 (un sector del sindicalismo entonces), y eso hizo que me alejara de la UOM, de la UOCRA, en fin, de todos los sectores que, en aquel momento, estaban alrededor de las 62 Organizaciones.
— Usted que vivió esa campaña desde adentro, si tuviera que aconsejar ahora a un candidato ¿qué le diría? ¿Qué se les podría aportar de aquellas campañas?
— Estamos en un tránsito nuevo de la historia, no de la historia argentina ni de la historia del peronismo sino una historia nueva del mundo. Y yo a veces lo charlo con mis hijos o con Sergio y me miran como diciendo “este qué me viene a contar, la historia de Cristóbal Colón….” Y no soy Cristóbal Colón, entiendo lo nuevo; por supuesto que estamos todos enamorados de nuestra propia historia, de la historia de aquellos tiempos. Hoy los celulares han reemplazado en muchos casos a los actos y han reemplazado el café con quince compañeros. Pero yo sigo pensando, a pesar de lo que me dicen mis hijos, de que Sergio me mira de costado, que el abrazo, el beso, el estar en el barrio, el mate, con los compañeros y las compañeras, sigue siendo insustituible. Porque el peronismo tiene esto, una cosa que nace en el corazón me parece. Después por supuesto la historia, todo lo demás, Juan Perón, Evita, en fin, todo lo que ha hecho el peronismo. Pero la relación mano a mano creo que todavía es insustituible. El otro día les proponía a unos compañeros hacer actos, y no eran compañeros alejados de nuestra historia, pero me decían “¿nos convendrá?” Actos multitudinarios, como estoy seguro que hoy se podría hacer. “Tengamos cuidado porque por ahí no es el tiempo”, me dicen. Y mi tiempo sigue siendo la cancha de River llena con Carlos Menem. La cancha de Tigre recontra repleta con Carlos Menem. Los encuentros con las compañeras y los compañeros. Venite a tomar un café y eran 250. Esto a mí me llena de pasión, de ganas.
— ¿Cuál era la clave de esa convocatoria?
— Bueno, el vínculo con la gente, yo recuerdo la cara de Carlos en la calle, en las canchas, en su estudio, en la oficina de presidente. El carisma. No eran las mujeres solamente, porque a mí me dicen “las mujeres… con Carlos…” Eran las mujeres, pero los hombres también, él los imantaba. Antonio era también otro tipazo. Gritaba los goles de Boca. Lo puteaba al referí. Le gustaba el fútbol. Le gustaba el boxeo. Pero tal vez la gente lo haya sentido como más lejano que a Menem.
— El diputado Eduardo Valdés, que fue uno de los jóvenes brillantes de la Cafieradora, decía que el balcón Alfonsín-Cafiero [N. de la E: en Semana Santa, durante el alzamiento carapintada] le jugó muy en contra a Cafiero en el final.
— Pero Menem lo recibió en La Rioja a Raúl Alfonsín y estuvieron en el balcón de La Rioja. Yo estuve con Antonio en Campo de Mayo, y a mí me pareció y me sigue pareciendo que era lo que había que hacer. En la plaza había por supuesto mucho radicalismo, pero también había mucho peronismo. Porque los golpes militares fueron contra muchos, pero especialmente contra el peronismo. Nosotros no podíamos no estar allí.
— Usted que militó en épocas difíciles, cuando ese compromiso implicaba poner en riesgo todo, ¿qué diferencias ve con la militancia de hoy?
— Me quedo con la pasión de aquellos momentos pero no podemos comparar con los tiempos cuando Aramburu y Rojas bombardearon o cuando Videla te tiraba de un avión, y el peronismo nunca dio un paso atrás. A pesar de lo doloroso, lo difícil, que fue todo eso. Este es un momento distinto de la democracia. Son distintos también quienes atacan, quienes no nos quieren, tienen métodos distintos. Entonces nos corrían por la calle, nos metían presos -en el mejor de los casos- y si no, aparecías muerto. Hoy te matan por los medios de comunicación. Te matan. El manejo de las redes. Esto es nuevo. Y también la justicia. A veces leo cosas de nuestros jueces y digo estos señores están absolutamente equivocados. Están planteando algo que es incorrecto y lo justifican desde todos los medios. En aquel entonces nos metían presos por peronistas, hoy te meten preso diciendo que sos ladrón. Es el caso de amigos que tengo, de Cristina, del tiro a Cristina. No fueron cuatro o cinco locos, los conozco a los locos yo. Pero también conozco cuando al loco se lo incentiva y se lo banca. Con esto hay que tener cuidado.
— Hay mucho insulto en la política hoy. El debate no pasa tanto por las ideas sino por vos sos esto, vos lo otro, vos fuiste esto, etcétera. ¿Tiene esperanzas de que este clima de crispación se disipe en los próximos años?
— Tenemos que tener todos esperanza porque si no el país no va a ser lo que todos soñamos, lo que todos queremos. Una patria mejor para todos. Que todo el mundo la pase bien, coma. Tenemos que tener cuidado con estas cosas. Porque el peronismo sigue pensando en que la música más maravillosa es la palabra del pueblo argentino. No tengo ninguna duda de esto. Pero tampoco que lo confundan diciendo “abracémonos” y después te… Hay una sociedad distinta en estos tiempos. Creo que quien puede ser presidente de la nación, que es Sergio Massa, piensa esto. Él no lo define ahora, lo definió hace mucho tiempo, que no había que pelear. Él no se pelea, trata de ser… no sólo trata, él es transigente. Aun cuando lo tratan mal. Y creo que aspiramos todos a que ésta sea una Argentina que vaya consolidándose. Que nos queramos más. Que los que tienen mucho recapaciten y digan “a ver cómo hacemos para que los que la pasan muy mal la pasen bastante mejor”. Creo en esto y creo que esto es lo que debiéramos hacer. Por supuesto no depende solamente de nosotros.
— Estamos también en una situación de muchísima pobreza y sobre todo a nivel infantil. Desde el deporte, que es su expertise, ¿qué se podría hacer para resolver estos problemas?
— Hacer lo que yo viví cuando era chico, un deporte espectacular. Espectacular por los protagonistas centrales, y espectacular porque nosotros éramos los que jugábamos los torneos infantiles Evita y porque en 1954, 1955, las canchas se llenaban de gente. La gente podía comer y además ir a sacar la entrada. Me acuerdo de las colas inmensas cuando no tenías otra forma de sacar entradas. Y el Luna Park. Y cuando se hizo el Velódromo. Y cuando se hizo el Autódromo. Fue una época espectacular para el deporte. Esto yo lo he charlado cuando fui Secretario de Deportes con muchos deportistas que no habían sido peronistas, entre ellos Enrique Morea, en fin, muchos. Creo que el deporte ha sido un eje central, no minúsculo, sino central del peronismo del 45 al 55. Y en el 73, cuando vuelve Perón, él habló mucho de esto. Tengo todos los discursos y desde su vuelta hasta el 1° de julio del 74 no se cansó de hablar del deporte y no se cansó tampoco de hablar del arte. Él decía que el deporte y el arte, en todas sus variantes, eran temas centrales de la cultura argentina. Ojalá el próximo gobierno, que va a ser peronista, que va a ser de todos, pero peronista, yo lo hablo con Sergio, tenga un muy buen ministro de Deporte y un muy buen ministro de Cultura.
— Hay una herramienta importante que son los clubes de barrio que en Argentina están diseminados por todo el país y que habría que fortalecer. De allí salieron muchos de los grandes jugadores que vemos ahora en el mundo.
— Sí. Sí. Sí, por supuesto. Está plagado de clubes y muchos no la pasan bien. Porque nadie les da una mano. Nadie los ayuda. Seguramente ser dirigente barrial o deportivo hace unos cuantos años tal vez haya sido más fácil que hoy. El gobierno nacional debe decidir que haya un Ministerio del Deporte y uno de Cultura con mucha fortaleza, mucha decisión, con ministros que sean hombres del área pero que también sean militantes de la política. Si no, no se puede. Es muy difícil entender el valor del deporte, del arte, si no has militado, si no has estado en la canchita del barrio, en el club del barrio. Si esto fuese así, los muchísimos clubes, donde también se hace arte, porque no es solamente el club deportivo, van a recontra florecer. Esto es muy bueno para los que no tienen guita para pagar un club pero también para los que tienen plata y son capaces de ir a pasarla bien también con los pibes más humildes de su propio barrio. El deporte es insustituible. Insustituible. Además vemos el significado del deporte en el mundo, haber ganado el Mundial, esto es irremplazable. Si no entendemos lo que significa no sólo el fútbol sino cualquier actividad deportiva no entendemos a la gente.
— ¿Va a escribir sus memorias? ¿Lo pensó? Se le dio…
— Se me dio. Se me da. Pero yo escribo dos carillas o tres carillas bastante bien, en la cuarta ya me perdí, no sé cómo seguir. Pero yo no quisiera escribir las memorias mías sino el significado de por qué soy peronista o por qué he sido peronista y por qué quiero tanto y amo la historia nuestra. Que no es la historia de uno sino la historia de miles, de millones.
— ¿A Moria ya la convenció, es peronista ella?
— Si vos le preguntas a Moria si es peronista te va a decir ni. Porque tuvo una madre, ella cuenta, la habrán escuchado, muy peronista, y un padre, militar, antiperonista. Debe haber sido como tantas familias en las que en aquel entonces, cuando éramos chicos, se peleaban el padre y la madre. Esto es lo que yo creo que le pasa a Moria pero tiene un alma y un corazón… Es auténtica. La gente la quiere y ella quiere mucho a la gente. Buena compañera de laburo. Tiene todas las cualidades que uno quisiera que tuviéramos los argentinos y creo que es un cacho nuestro.
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