La renuncia del mejor ajedrecista argentino desató la guerra con los dirigentes: acusaciones cruzadas y 30.000 euros por el pase
El caso Alan Pichot, una historia originada como consecuencia de una decisión inédita en el ajedrez argentino, que su mejor jugador -N°1 del ranking doméstico y de América- haya solicitado el cambio de federación para dejar de representar a su país y jugar con bandera española, se ha convertido en una confabulación en el que cada una de las partes, por interés o resentimiento, pergeñan astutamente cada movimiento. La trama la interpretan cuatro actores: El ajedrecista que renunció a la Argentina para representar a España, la Federación Argentina de Ajedrez (FADA) dueña del pase federativo del jugador, la Federación Española de Ajedrez (FEDA) que le brinda al deportista argentino la posibilidad de sumarse a sus registros, y la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, según el acrónimo francés), el ente rector del ajedrez, que percibe un canon con cada transferencia o cambio de federación.
Las formalidades del traspaso de un jugador a una nueva federación están detalladas en el “Handbook”, el reglamento de la FIDE que establece que: por tratarse de un jugador con título de gran maestro y una fuerza de Elo -medición del ranking de los ajedrecistas- entre 2600 y 2699 puntos (Pichot tiene 2642 puntos) la cuota de compensación del pase tiene un valor de 30.000 euros, además de otros cinco mil que debería recibir la FIDE para su habilitación oficial. Pero, el mismo reglamento señala que: “un jugador que haya representado a su país en una competencia internacional de la FIDE dos años antes de su pedido de cambio de federación (es decir dos años sin representar a su antigua federación) estará exento del pago”.
Se entiende, entonces, que España tratará de sacar el mayor beneficio (la inscripción del jugador) y al menor costo (no hacerse cargo de la transferencia). Pero si España no paga, la federación argentina no recibirá compensación alguna, la Federación Internacional no cobrará el canon del pase, y esto obligará al jugador que, para cumplir con su deseo de jugar para otra federación, deberá pagar el costo de su bolsillo o permanecer dos años sin jugar competencias oficiales (sólo participaría en torneos privados). En resumen, “nadie gana y todos pierden”.
Además, la última semana, la Federación Argentina de Ajedrez (FADA) emitió un comunicado respondiendo a la denuncia del ajedrecista -que en sus redes sociales responsabilizó de su determinación a “la nefasta gestión de su conductor”, al que acusó de manejo dictatorial e ilícitos-.
Infobae conversó por separado con los integrantes o representantes de cada una de las partes, y también con otros ajedrecistas que atravesaron situaciones similares. Algunos creen que el Caso Pichot puede ser disparador para otros debates, más allá de este caso puntual. El gran maestro Andrés Rodríguez le dijo a Infobae: “Me preocupa que el ajedrez argentino nunca, que yo recuerde, ha apoyado a sus jugadores de élite y ese es otro debate que se debería dar”.
En su comunicado la Junta Directiva de la FADA, que integra su presidente, el Ing. Mario Petrucci y otros diez miembros anunció (con mayúsculas incluidas): “Alan Pichot NO DEBE PAGAR 10.000 euros a nadie. La regulación de la FIDE dice que cuando un Gran Maestro de más de 2600 Elo cambia de federación, la federación que deja de contar con el jugador (en este caso Argentina, FADA) puede reclamarle a la que pasa a tener el jugador (en este caso la española, FEDA) hasta 30.000 Euros. En esta negociación entre la FADA y la FEDA, Argentina le está pidiendo a España que pague sólo la tercera parte de ese monto. Esto es una negociación entre las federaciones y el jugador no tiene nada que ver (de hecho, todas las comunicaciones son a través de la FIDE)”.
En la entrelínea de la comunicación se interpreta la predisposición a una negociación: “La FADA le puede reclamar a la FEDA hasta 30.000 euros”. Allí queda claro que el pase podría hacerse por esa cantidad o por cero euro. Dependerá del acuerdo entre los dirigentes con beneficios, quizás, para otros ajedrecistas, como por ejemplo con inscripciones, invitaciones o alojamiento para que participen en torneos en España, o cualquier otro tipo de convenio.
Por eso resulta curiosa y ambigua la postura de la federación española al ser consultado por el tema Pichot; su presidente Javier Ochoa de Echagüen, dijo: “En España residen muchos ajedrecistas extranjeros. A lo largo de los años algunos decidieron cambiar su bandera como sucedió con Eduardo Iturrizaga (de Venezuela) o Pichot (de Argentina). Entendemos que son decisiones personales donde la federación nunca interfiere”.
Sin embargo, el propio presidente mantiene comunicación directa con la federación argentina. Además, existe el antecedente de Iturrizaga (en su momento el mejor de su país y de América), que en 2021 pasó a integrar el ranking de España y el costo de su pase nunca fue asentado en los registros contables de la Federación Venezolana de Ajedrez, ni en la gestión de Fidel González o de Johann Álvarez Márquez. ¿Fue una negociación, tuvo un costo cero o el jugador se hizo cargo de su propio bolsillo?
Indagado por el costo de la transferencia de Pichot, el dirigente español Ochoa de Echagüen fue aún más evasivo: “Las cantidades a pagar por el transfer dependen de si el deportista juega o no pruebas oficiales FIDE en un plazo determinado. Eso es algo que depende directamente del jugador, no de la federación española. ¿Cuándo podrá participar con bandera de España? no lo sé, habrá que ver la reglamentación y comprobar cuál fue la última prueba oficial que jugó con bandera argentina”.
Las disputas entre jugadores y dirigentes son una constante en el mundo del deporte; en Argentina y en la mayoría de los países. En el ámbito del ajedrez vernáculo, la Federación Argentina de Ajedrez que celebró sus 100 años (1922-2022), desde hace un siglo padece de estos desencuentros muchos de ellos dirimidos en la Justicia.
“No sé cómo están las cosas ahora en la Federación Argentina de Ajedrez, hoy me ocupo de mi trabajo y el dictado de clases”, le dijo a Infobae el marplatense Fernando Braga desde su domicilio en Colonia (Alemania), y que hace 38 años pasó a representar a la bandera italiana. Y agregó: “En 1985 pedí el cambio de federación, pero en esa época no había que pagar transferencia. ¿Por qué me fui? porque me harté de la manipulación que hacían los dirigentes; me perjudicaron en muchísimas ocasiones negándome la posibilidad de viajar y progresar, o de enviar a computar mis resultados de torneos que conquisté, como el magistral y el abierto Ciudad de Mar del Plata. Perdí de ganar puntos en el Elo o de alcanzar el título de gran maestro. Algunas cosas similares también las viví en Italia, no me dieron nada e incluso me perjudicaron, por eso un día dije basta y me dediqué a la enseñanza y a escribir libros de ajedrez y alejarme de los caprichos de la dirigencia; así se vive mejor”, sentenció el maestro internacional Fernando Braga, que con bandera argentina o italiana participó en nueve olimpíadas de ajedrez.
La falta de ayuda económica o de apoyo en su carrera a los mejores ajedrecistas del país fue otro de los reclamos que efectuó Pichot en su descargo contra la FADA. Y la dirigencia le respondió que: “Ni la Junta Directiva o su presidente jamás actuó en contra de sus beneficios, (incluso) fue seleccionado y valorado por la FADA, por sobre otros maestros de nuestro país en los últimos años” y citó su elección como capitán del equipo olímpico nacional y jugador insignia en la Olimpíada On Line FIDE 2020, y que al año siguiente en la Copa del Mundo (Sochi 2021), Argentina poseía una plaza para designar a un jugador y ese fue Pichot. “(Aunque) él no se había clasificado en el Campeonato Continental, ni en el Zonal. En este evento, en gran actuación, Pichot avanzó a la tercera ronda donde fue eliminado y obtuvo 10000 euros en premios”.
Los reclamos de Pichot no son una novedad, hace más de tres décadas también pasaron por la piel de otro gran maestro Carlos García Palermo; él se sumó a los testimonios y contó sobre su pedido de pase a la Federación Italiana de Ajedrez: “En 1988 por desavenencias con la dirigencia de la FADA, entre otras cosas porque no me designaron para jugar la Olimpíada en Salónica (Grecia), decidí cambiarme a Italia. En esa época yo vivía en Alemania -allí nació su hijo Linton- y representaba a la Argentina. Pero, diez años después del cambio de federación, en 1998, volví a ser federado por Argentina porque en un Congreso de FIDE fui designado Presidente de Zona en América y no correspondía que hiciera ese trabajo, aunque fue ad honorem, viviendo en Europa. Por entonces no había costo alguno por las transferencias. Eso comenzó en 2005, justo cuando volví a pasarme a la federación italiana porque ellos que organizarían la Olimpíada en Turín 2006 me ofrecieron ser parte del equipo de ese país. Allí sí hubo un costo, pero fue una negociación entre los dirigentes italianos y la FIDE, y dado que Italia era el país organizador seguramente habrá recibido algún descuento o beneficio”, le contó a Infobae, el gran maestro y abogado platense, García Palermo desde la ciudad de La Plata donde vive junto a su mamá, Carmen, que recientemente festejó el 100° aniversario de nacimiento. Y agregó: “El cambio me favoreció y pude integrarme al ambiente del ajedrez italiano jugando muchas competencias e incluso dirigiendo equipos; además de la cuestión financiera que es muy ventajosa. No sé si en Argentina hubiera tenido esas posibilidades porque acá conseguir un pasaje ya es un problema porque las economías son distintas, además allá hay una seriedad profesional o formalidad que no se puede soslayar”, completó García Palermo.
A lo largo del siglo XX, los pedidos de cambios de federación se trataban de casos aislados, recién tras la caída de la “Cortina de Hierro” comenzaron a llegar a Europa varios ajedrecistas del Este. En el historial argentino apenas se recuerdan los casos de Julio Kaplan (en los años 60 se pasó a Puerto Rico) o los citados casos de Carlos García Palermo, Fernando Braga y Daniel Contín (que a partir de los 80 se pasaron a Italia).
Pero, imprevistamente, a partir del 24 de febrero de 2022, tras la invasión rusa a Ucrania se produjo una reacción en cadena. Muchos ciudadanos rusos, entre ellos varios ajedrecistas de los cuales un grupo de 40 jugadores entre los mejores de ese país, firmaron un manifiesto pidiéndole al presidente Putin la detención de la guerra. Quizá, por razones de seguridad parecidas al miedo, algunos de esos firmantes y otros que se abstuvieron de hacerlo iniciaron una diáspora -al igual que varios de sus pares ucranianos- en la búsqueda de un lugar más seguro para sus vidas y la de sus familias.
La situación obligó a la FIDE, en marzo de 2023, a emitir un comunicado: “Los jugadores que pertenezcan a la Federación Rusa de Ajedrez podrán representar a una nueva federación con efecto inmediato, a partir del día siguiente de presentar su solicitud, con una única condición el destino debe ser una federación europea. Todas las tasas de transferencias quedarán exentas”. Decenas de jugadores rusos iniciaron sus trámites para el cambio de federación.
El escenario obligó a la organización de un Congreso de la FIDE, realizado en México en abril último, para el tratamiento del tema “aranceles”.
“Estaba todo listo para el cambio de la reglamentación (no se cobrarían aranceles), pero a último momento llegó la orden de no aprobación” contó Petrucci, presidente de FADA que participó de esa reunión. El ruso, Arkady Dvorkovich, presidente de la FIDE, dispuso la marcha atrás del tema y se regresaba a la aplicación de la cuota de compensación para los casos de cambio de federación.
Frente a este panorama, al día de hoy, el caso Pichot parece encaminarse a una única solución: el pago de los 30 mil euros como dispone la FIDE, o los 10 mil, que estaría dispuesto a negociar la FADA.
Además, el cierre del comunicado de su Junta Directiva no dejó margen de retorno ni cierre feliz de la novela. De manera irónica, la FADA respondió: “Nos alegra que, pese a sus enconados ataques, Pichot reconozca que esta gestión de la FADA tiene superávit y recursos para gestionar. Alan, quien tiene una memoria selectiva, se olvida cuando fue apoyado (por ejemplo, recibió becas durante los últimos diez años) y sólo recuerda cuando no se hizo lugar a sus pedidos. La Junta Directiva de la FADA lamenta profundamente que Alan haya decidido dejar de representar a la Argentina, pero cada uno tiene que hacerse cargo de la parte que le toca y en este caso lo es para nosotros que priorice diferencias personales a la bandera nacional”.
Una posible solución. Si para la FIDE la eximición del cobro de transferencia sólo es posible cuando hayan transcurrido dos años desde el pedido de cambio de federación y la última representación del jugador a su antigua federación en una competencia oficial, tal vez Pichot podría ser parte de esa salvedad. En 2021, en la Copa del Mundo FIDE, en Sochi fue la última vez que representó a su país. El 6 de agosto se cumplieron dos años.
Algo similar sucedió con dos figuras top del ajedrez; el cubano Lenier Domínguez, y la rusa Alexandra Kosteniuk.
En 2017, Dominguez se mudó a EE.UU. y solicitó el cambio de federación y si bien los cubanos le negaron el pedido, tras dos años (participando sólo en torneos privados) el jugador regresó a las competencias oficiales de FIDE con bandera norteamericana.
En tanto Kosteniuk, ex campeona mundial, tras el conflicto Rusia-Ucrania, se mudó a Suiza (tiene doble ciudadanía) y pidió el cambio de federación. El pedido fue autorizado y para evitar que la federación suiza abonara los 10 mil euros exigidos, la jugadora anunció que se alejaría de las competencias oficiales hasta diciembre de 2023. Pero cuando la FIDE en marzo de este año comunicó la eximición de los aranceles a los jugadores rusos, ella pasó a jugar para Suiza sin costo alguno.
“El caso Pichot nos indica la necesidad de abrir un debate sobre las compensaciones o no a los países que forman jugadores y después viene otro país y se los lleva. En lo personal no me preocupa la decisión de Alan, me preocupa que el ajedrez argentino nunca, que yo recuerde, ha apoyado a sus jugadores de élite y ese es otro debate que se debería dar”, comentó el gran maestro Andrés Rodríguez al ser consultado por Infobae.
Así, la novela dejó su último capítulo inconcluso; el paso del tiempo, acaso, se encargará de su punto final. Una trama de mezquindades en el que las partes, carentes de generosidad y de nobleza de espíritu actúan sólo en beneficio y hacia un enfrentamiento, innecesario. Un desencuentro al que la perinola de la vida le cantó: “Todos pierden”.
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