“El algoritmo Milei” que preocupa al círculo rojo y a Bullrich mientras se profundiza el impacto del caso Insaurralde
A Patricia Bullrich la fastidia que le recuerden que en el primer debate presidencial del pasado domingo no estuvo bien. La candidata, aseguran sus colaboradores, se había preparado con tiempo. Estaba envalentonada. Según trascendió, tenía previsto lanzar una serie de consignas contra sus rivales: “Sos un burro” pensaba decirle, por ejemplo, a Javier Milei por algunas de sus propuestas de campaña. Por el contrario, la performance de la ex ministra fue deslucida. “Una oportunidad perdida”, se resignaron en la semana entre sus propios asesores.
Al candidato de La Libertad Avanza, reconocen colaboradores de Bullrich, “no le entran las balas”. El miércoles y jueves por la noche, en los restaurantes más selectos de Mar del Plata de pescados y mariscos, en la agenda blue del coloquio de IDEA, entre empresarios y dirigentes de Juntos por el Cambio sobrevoló esa idea, y se ensayaron diversas hipótesis sobre cómo incomodar este domingo en la facultad de Derecho de la UBA al economista libertario en lo que será, según trascendió, un evento clave para la candidata de la oposición en el tramo final de la campaña, de cara a los quince días finales para intentar entrar al balotaje.
Tras su paso por ese evento empresario, Bullrich liberó su agenda de viernes y sábado para prepararse para esta noche.
“Es a todo o nada, con ataques en el barro si es necesario, no puede fallar”, resaltó en la noche del miércoles un importante dirigente opositor mientras se devoraba un salmón regado con abundante vino en un coqueto reducto marplatense, y se preguntaba cómo inquietar a Milei para “sacarlo de eje”. Entre la dirigencia de JxC circularon por estas horas propuestas muy audaces.
La ex presidenta del PRO necesita darle un golpe de efecto a la agenda pública. Meterse en la discusión, y alterar el “algoritmo Milei”, como describió un consultor profesional en IDEA: toda la conversación, pública y privada, por la positiva o la negativa, gira en torno al libertario.
Ese fenómeno fue el centro de debate de la cena que en la noche del miércoles compartieron Emilio Monzó y Nicolás Massot con un grupo de ejecutivos en Viento en Popa, frente al puerto. El ex presidente de la Cámara baja se refirió al componente psicológico del presente de Bullrich y al desgaste sufrido en la interna contra el jefe de Gobierno porteño. “Patricia no se deja ayudar, está en una situación muy compleja, con poca habilidad para cambiar el contexto”, se escuchó.
El jueves al mediodía, Bullrich buscó alterar esa dinámica con su disertación frente al auditorio empresario del hotel Sheraton, mientras el candidato de LLA encabezaba un almuerzo paralelo en el rooftop del restorán Furia, a menos de diez minutos de auto. En parte, lo consiguió.
Es que el círculo rojo empresario, que en su mayoría todavía apuesta por la ex ministra y reza para que se cuele en el balotaje, está preocupado por la conducción estrambótica del libertario y los nexos con él. El almuerzo organizado por el banquero Juan Napoli, con colaboración del sindicalista inoxidable Luis Barrionuevo -figuraba en el listado de invitados-, dejó un sabor amargo: el candidato llegó flanqueado por su hermana, se paró delante de la barra de tragos, habló durante 25 minutos -en medio de su discurso con sus propuestas económicas, un llamado al teléfono de un dirigente empresario lo fastidio llamativamente- y se fue raudo sin intercambiar saludos con nadie. Antes de irse, alcanzó a reprocharle a Gabriel Martino, ex HSBC, su cercanía con Horacio Rodríguez Larreta, un intercambio que fue la comidilla del evento.
Así como Bullrich no encontró aún el dardo que dé en el blanco del corazón libertario -su equipo aguardaba ansioso el debate de esta noche-, en el círculo rojo existe una sensación similar con el entorno del economista: llegar directamente a él es, por momentos, una tarea titánica.
“El negocio del tipo es romper las reglas”, resaltó en Mar del Plata un dirigente que participó el jueves por la noche en una jugosa velada en la cava de Sarasanegro, un restorán de pescados y ceviches muy selecto e íntimo del centro de la ciudad, que convocó a ejecutivos del sistema financiero, de la energía y de la minería, entre otros rubros.
“¿Con qué sensación te fuiste?”, preguntó Infobae al otro día en el lobby del hotel Sheraton a uno de los invitados. “Es la calma que precede a la tempestad”, contestó.
En el círculo rojo no solo preocupa Milei y su estilo disruptivo de ejercicio del poder, sino el proceso de deterioro de la economía que esta última semana se agudizó con una devaluación acelerada del peso que volvió a agigantar la brecha entre la cotización del dólar oficial y el libre. Este viernes, la divisa blue cerró a $880 -se acercó a los $900- y subió $37 respecto al miércoles: en toda la semana, acumuló una subida de $80, es decir un 10% más. A pesar del endurecimiento de los controles, el Gobierno no logra frenar la estampida.
En ese contexto, Sergio Massa busca concentrarse en su propia campaña presidencial, casi como si, por momentos, el Ministerio de Economía no estuviera a su cargo, una estrategia exitosa, según reconocen incluso fuera del campamento de Unión por la Patria, si se tiene en cuenta que, con estos niveles inflacionarios y de avería de la macroeconomía, el candidato tiene serias chances de meterse en la segunda vuelta.
El candidato prefirió no viajar a IDEA -”nosotros hablamos con los dueños de empresas, no con los empleados”, lanzaron con acidez a su lado para desairar a un ámbito aglutinado en su mayoría detrás de la postulación de Bullrich-, y su viceministro se bajó a último momento de un panel compartido con Carlos Melconián cuando incluso una persona lo esperaba en el aeropuerto con un cartel con su nombre que decía “Gabriel Rubinstein”.
El ministro de Economía y candidato trabaja a tiempo completa en su campaña. La suya, la propia: ni la del Gobierno ni la del resto de los dirigentes de Unión por la Patria. El vínculo con el kirchnerismo, por caso, arroja versiones de todo tipo. “La primera que me hagan los pongo rodillas en tierra”, le aseguró hace algunas semanas a un dirigente que lo visitó en su casa.
A finales de semana, trató de capitalizar el anuncio de la FIFA sobre el mundial de fútbol 2023, que se iniciará en la Argentina. Lo hizo junto a Claudio “Chiqui” Tapia, el presidente de la AFA con el que trabó una fluida relación por fuera de la enemistad pública del dirigente con la Casa Rosada.
Massa lanzó además este viernes su último spot publicitario en el que, sentado en un sillón de cuero marrón, con tono pausado y, de fondo, música emotiva de piano, responde no por qué deberían elegirlo como presidente, sino cómo le gustaría que lo recuerden en caso de ser presidente.
“Quiero que me recuerden que cuando un funcionario comete un error lo echa sin miedo”, pidió el ministro en el spot. La frase tiene un doble objetivo: diferenciarse del estilo de Alberto Fernández, que nunca se animó a correr a un solo funcionario a pesar de los incesantes desplantes y operaciones por parte de ministros y secretarios del kirchnerismo. Y plantarse frente a dos recientes escándalos a los que el candidato reaccionó con celeridad como el promotor de la salida de la gerenta general del Banco Nación que contrató a una numeróloga y, en particular, en la renuncia de Martín Insaurralde después de su viaje de lujo por Marbella junto a la modelo Sofía Clérici.
Massa quiere dejar atrás esa escandalosa trama, pero sus derivaciones provocan estragos en la política, en especial en territorio bonaerense, donde este y el caso “Chocolate” del puntero de las tarjetas de débito Julio Rigau sacan a la luz la opacidad del financiamiento del sistema provincial. Si había sospechas, Insaurralde las convirtió en certezas.
“Esto es una cagada, nos mete a todos en la misma bolsa”, se sinceró por estas horas un altísimo dirigente bonaerense de Juntos por el Cambio que públicamente ensayó una muy tibia autocrítica sobre “Chocolate” y dijo muy poco del viaje del ex jefe de Gabinete de Axel Kicillof a la costa del sol española.
Insaurralde está desahuciado, encerrado en su casona -tiene dos- del distrito de San Vicente que construyó para vivir con Jesica Cirio, que este viernes se despegó del escándalo y negó las acusaciones en su contra. Ni un solo dirigente provincial salió en defensa del ex jefe de Gabinete, cuyo elevadísimo nivel de vida y sus reiterados viajes al exterior eran un secreto a voces en el seno del peronismo. De hecho, como publicó Infobae, en el peronismo de la Provincia se sabía al menos 48 horas antes
En los últimos años, el ex funcionario privilegió su acuerdo con Máximo Kirchner por el cual el fundador de La Cámpora se quedó con la jefatura del PJ bonaerense. A cambio, el diputado le prometió al ex intendente de Lomas hacer todo lo que esté a su alcance para empujarlo a la gobernación. No le alcanzó.
Antes de eso, Insaurralde llegó a tener mucha más aceptación entre los jefes comunales del Gran Buenos Aires: se erigió como un interlocutor privilegiado de la administración de María Eugenia Vidal durante el mandato de Cambiemos a través del grupo Esmeralda que lideró junto a otros colegas. Después, se volcó a una vida plagada de lujos que el kirchnerismo, y La Cámpora, conocían a la perfección.
Pero no fue el único: la Justicia sigue ahora con atención a otros popes del conurbano. Uno de ellos es Gustavo Menéndez, de Merlo. Hay una pregunta que recorre el distrito: ¿Es cierto que viajó al mundial de Qatar, en diciembre pasado, y que para pasar desapercibido habría llegado a disfrazarse de “qatarí”?
En el entorno de Insaurralde están muy preocupados. Al punto que, según pudo confirmar este medio, uno de sus principales colaboradores consultó a un operador judicial para ver si podía interceder en los tribunales federales porteños de Comodoro Py, en donde se tramita una de las investigaciones contra el ex jefe de Gabinete provincial.
La respuesta no lo dejó para nada satisfecho.
En La Plata se tramitan otros expedientes vinculados al caso “Chocolate” que desnudó el financiamiento desde la Legislatura al círculo rojo bonaerense. Hasta en la oposición aceptan que este sistema “no da para más”. Solo para la impresión de los tres padrones que se necesitan al menos para tener una performance decente se necesitan 2 millones de dólares. Y otro millón para la fiscalización. Plata negra que no figura en ninguna rendición.
En el discurso inaugural de IDEA que fue anticipado antes del inicio del encuentro por los organizadores figuraba el siguiente párrafo: “Estamos presenciando cómo una parte de la Justicia cierra sus ojos ante la corrupción in fraganti, con tarjetas de débito de supuestos empleados estatales que debe ser investigado y que ya da asco”.
Por una extraña razón, la alusión al final no fue dicha.