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De recibir una suspensión de un año por doping y perder todos los puntos a meterse en el top 20 del tenis: el resurgir de Nicolás Jarry

 Nicolás Jarry es ahora el mejor tenista sudamericano (REUTERS/Florence Lo)
Nicolás Jarry es ahora el mejor tenista sudamericano (REUTERS/Florence Lo) (FLORENCE LO/)

Nicolás Jarry irrumpió a los 18 años como uno de los grandes proyectos del tenis chileno. Nieto de Jaime Fillol, leyenda de la disciplina en país, le costó 5 años establecerse entre los 100 mejores y cuando estaba atravesando su mejor momento tenístico fue sancionado por doping cruzado. Estuvo un año fuera del circuito, descendió a deambular en los torneos más bajos del tenis en medio de la pandemia y hoy es el mejor tenista sudamericano.

La combinación de la oscuridad por vivir una pena por doping y la pandemia pareció que sumergiría la carrera de Nico Jarry en un pozo profundo del cual le resultaría imposible rescatarse. Su historia había comenzado en la temporada de 2018, aquella que lo habilitó a soñar y que le permitió, a mediados de 2019, ponerle un marco de realidad a su tenis con la obtención de su primer título. La victoria sobre el cordobés Juan Ignacio Lóndero lo impulsaría hasta el puesto 38 y le permitiría soltar amarras para encarar una aventura junto a Dante Bottini, quien había dejado de trabajar con Kei Nishikori, en búsqueda de objetivos de mayor altura.

Sin embargo, a sus 24 años, esa sociedad se fue disolviendo casi desde el mismo arranque a causa de una suspensión por doping. Durante la celebración de las primeras finales de Copa Davis al estilo Piqué, en la Caja Mágica de Madrid, España, Jarry cayó ante Guido Pella por 6-4 y 6-3, en el match en el que Argentina venció a Chile, por la fase de Grupos. En la muestra de orina que proporcionó el Príncipe ese 19 de noviembre 2019 encontraron metabolitos de SARM LGD-4033 (ligandrol) y estanozolol, sustancias prohibidas en la categoría S1 de la Lista de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), lo que conlleva una pena de entre 0 y 24 meses.

Conocido el resultado, Nicolás recurrió el informe, pero la confirmación por parte del laboratorio de AMA, establecido en Montreal, Canadá, lo llevó a una investigación propia que le permitió explicar la forma en la que las sustancias pudieron haber entrado en su cuerpo.

En una extensa carta abierta, Jarry se lamentó por la situación que le tocaba atravesar, pero que se encontraba feliz por haber confirmado su inocencia. “Fuimos capaces de demostrar que las sustancias prohibidas detectadas aparecieron producto de la contaminación cruzada que se generó en el laboratorio brasileño en el cual se producían las vitaminas”.

Sin embargo, el camino a continuar podría llevar a un proceso largo y agotador, por lo que accedió a las recomendaciones de su grupo cercano y decidió “aceptar el acuerdo ofrecido por la ITF y su sanción de 11 meses, que me permitirá volver a competir en noviembre. Extender estos procesos legales sólo sumarían más estrés e incertidumbre a mi futuro profesional”. De esa manera, sus fans y el mundo encontraban, así, las explicaciones en esas pocas líneas en las que Nico cerraba diciendo: “Me despido con mucho cariño, y deseándoles a todos buena salud en este tiempo”. La pandemia había comenzado.

Nicolas Jarry cuando jugó en julio en Wimbledon (REUTERS/Toby Melville)
Nicolas Jarry cuando jugó en julio en Wimbledon (REUTERS/Toby Melville) (TOBY MELVILLE/)

¿Por qué ITF sancionó a Jarry? Porque toda sustancia que ingiere un deportista es responsabilidad del deportista y recomendó en una publicación de septiembre de 2019 que, tal vez teniendo en cuenta los hechos que envolvieron en una situación similar a Guillermo Coria, “el consumo de suplementos, en particular los realizadas en farmacias de compuestos en América del Sur, lleva consigo un nivel de riesgo importante para los deportistas y las mujeres que están sujetos a las normas antidopaje”. Una publicación que Jarry admitió que nunca la había visto ni leído.

La sanción comenzó el 16 de diciembre de 2019 y se extendió hasta el 16 de noviembre de 2020, por eso se le descontaron todos los puntos del ranking y los premios que había conseguido en los torneos posteriores al control hasta esa fecha, o sea, la Copa Davis y los torneos de enero. Previo a la suspensión y luego de la muestra, Jarry jugó sólo la ATP Cup (perdió ente el francés Benoit Paire, el sudafricano Lloyd Harris y el serbio Dusan Lajovic) y el torneo de Adelaida (venció a John Smith y cayó frente a Tommy Paul), con 4 derrotas y 1 sola victoria. Luego, el 14 de enero llegó la suspensión provisional y el 20 de abril, la sanción definitiva de 11 meses.

Fueron tiempos inquietantes, de familia y barbijos. En esa época su gente supo contenerlo muy bien y se estableció en Santiago de Chile, pero después alternó con Estados Unidos (junto a sus padres Allan Jarry y Cecilia), y Barcelona. Su abuelo también resultó una pieza importante en todo el proceso ante ITF. Durante ese período de suspensión y pandemia, su esposa Laura Urruticoechea daría a luz al primer hijo de la pareja, Juan (en agosto de este año nacería Santiago). Además, también le sirvió al Príncipe de una manera más introspectiva y para contactarse aún más con sus amigos, algo que para un tenista resulta difícil por la continuidad de los viajes.

El Nico, como cariñosamente lo reconocen en su país, es un chico muy reservado, agradable, pero difícil para sentarlo a una charla de café. Así que debía encontrar un coach con grandes conocimientos y reservado. Juan Ozón cumplió con todos los requisitos y comenzó a acompañarlo en el operativo retorno.

Todo el grupo era consciente de que el tiempo que no jugó terminó por perjudicarlo, por la falta de competencia. Un regreso de cuidados extremos, con mucha disciplina y viaje en familia, con su mujer y, ahora, con sus dos hijos (Juanito, de 1 año y medio, y Santiago, de dos meses). “Viajar solo era un tema difícil para mí, mi abuelo ya viajaba con su familia. Estar viajando con ellos es mucho mejor, más tranquilo y no tengo la necesidad de tener que regresar siempre a Chile, que queda tan lejos”, suele responder el Príncipe.

Volvió al circuito sin ranking y sin puntos en noviembre de 2020, en el Challenger de Lima, pero cayó en su debut ante el local Nicolás Álvarez (350 de ATP), para terminar encadenando tres derrotas consecutivas, en dos torneos menores de ITF, en los M15 de Santo Domingo (perdió con Zane Khan, 980 del mundo, y Felix Corwin, N°512). Recién tres meses después de su regreso, el 22 de febrero de 2021, logró reaparecer en el Ranking de ATP, en el puesto 1.165 del escalafón. Nueve meses más tarde, el 8 de noviembre de ese año, ya había avanzado mil posiciones y apareció dentro de los 200 primeros, en el puesto 165. Desde su regreso, los siguientes 14 meses los transcurrió disputando Challengers y torneos ITF en “lugares pequeños, con poca gente mirándote y en donde tenés problemas para alimentarte y problemas con el transporte. Son otra cosa”, comentaba.

Tras ser suspendido por doping positivo perdió todos los puntos del ranking (REUTERS/Sergio Perez/File Photo)
Tras ser suspendido por doping positivo perdió todos los puntos del ranking (REUTERS/Sergio Perez/File Photo) (Sergio Perez/)

Al 2022 lo comenzó mostrando una gran mejoría en su tenis y en su cabeza. Con mayor control y paciencia en su juego, encontró más regularidad, cuando antes intentaba definir cada punto en no más de tres bolas. Bolas más pesadas que desgastaban a sus rivales con la potencia y regularidad le permitieron volver a meterse dentro de los 150 del ranking de ATP.

El Australian Open 2023 lo vio regresar a un cuadro principal de un Grand Slam y el 27 de febrero, después del torneo de Río de Janeiro, Nicolás volvió a aparecer en el Top 100, una zona del ranking en la que se había establecido definitivamente el 29 de enero de 2018 y de la que se lo había llevado la suspensión el 24 de agosto de 2020. Con ese puesto 87, volvió a ser el N° 1 de su país y a fines de esa semana se quedó con el título de su ciudad natal, Santiago de Chile, al vencer al argentino Tommy Etcheverry en la final, consiguiendo su segundo trofeo desde aquel logrado en Bastad (Suecia), en 2019. En mayo, previo a Roland Garros, su paciencia y su mejorado estilo lo llevaron a ganarle el título de Ginebra a Grigor Dimitrov y, de esa manera, conseguir su tercera corona, la segunda del año, algo que Nicolás desconocía en su carrera.

El 12 de junio irrumpió con su mejor ranking histórico, entre los 30 mejores del mundo, y cuatro meses después atravesó la barrera de los 20, luego de su actuación en el Masters 1000 de Shanghai (China), en el que llegó hasta los cuartos de final, convirtiéndose, así, en el mejor tenista sudamericano.

A lo largo de esta temporada logró vencer a Casper Ruud, Stefanos Tsitsipas, Tommy Paul, Lorenzo Sonego, Sebastián Báez, Diego Schwartzman y puso en serios aprietos al español Carlos Alcaraz.

Con 28 años, Nicolás Jarry regresó al circuito con un tenis potenciado, que amenaza a las aspiraciones de victoria de la cúspide del tenis mundial. Sabe que debe aprovechar estos próximos tres o cuatro años de carrera al máximo, antes de que el calendario comience a condicionarlo. Pero, por ahora, su tenis lo puso como el mejor de Sudamérica y consiguió hacerlo olvidar aquellos casi dos años de angustia, que lo obligaron volver a empezar.

“Siempre supe que podía ganarle a los mejores, pero trato de ser positivo aunque las cosas no salgan bien, todo es cuestión de aceptarme más”, transmitió Su objetivo en 2023 fue terminar entre los 20 mejores del planeta, 2024 le planteará el desafío de llegar al Top 10.

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