Detrás del conflicto con Milei, el peronismo intenta sostener la unidad, pero se reactivan las tensiones internas
El último en hablar fue Aníbal Fernández. “El kirchnerismo está agotado, ahora será el peronismo contra La Cámpora”. El ex ministro de Seguridad dejó pasar unos días después de comenzado el gobierno de Javier Milei y disparó munición gruesa contra Máximo Kirchner y la agrupación que conduce. Reflotó la interna peronista, que estuvo apaciguada durante la campaña electoral gracias al alineamiento que logró Sergio Massa.
“Hay gente que por relaciones familiares ha sacado ventaja de la política de una manera absolutamente bochornosa. Y eso hay que enfrentarlo y sacarlo definitivamente del movimiento”, sostuvo Fernández, que es una voz potente por su historia en el peronismo y, al mismo tiempo, un dirigente odiado por el camporismo. La frase, aunque sin nombre propio, fue dirigida al hijo de la ex vicepresidenta.
“¿Qué peronismo es Aníbal? Hace 30 años no gana una elección”, sentenció un importante dirigente de la agrupación ultra K después de enterarse de las declaraciones. Otro fue aún más duro. “No importa lo que diga Aníbal, está jubilado”. En el kirchnerismo duro aseguran que la intención es “no pelearse entre compañeros”, aunque nadie parece estar dispuesto a dejar pasar las críticas despiadadas.
Antes del ex ministro de Seguridad, quien había cuestionado con dureza a La Cámpora fue el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi. En su discurso de asunción apuntó contra la agrupación de Kirchner. “La coherencia en la política me parece que es algo que tiene que primar, ‘no pasa nada si todos los traidores se van con ….” y después dijimos: “que tal Presidente”. La gente común que nos mira en la calle y te dice pero si vos de este tipo decías tal cosa y ahora queres que sea Presidente muy difícil así, muy difícil”, explicó.
La referencia es a una canción que en un pasado no tan lejano cantaban los dirigentes y militantes de La Cámpora cuando consideraban a Sergio Massa como un traidor. Después el ex ministro de Economía y Kirchner limaron asperezas y construyeron una sociedad política que tuvo su principal fortaleza en el Congreso. “Hemos perdido la capacidad de debatir que se reemplazó por la imposición de ideas”, fue otra de las frases del ex ministro con destinario claro.
Ayer otro conflicto se desató entre La Cámpora y el intendente. María Belén Berrueco, que responde a Ferraresi, ingresó segunda en la lista de concejales que llevaba la boleta del actual intendente de Lanús, Julián Álvarez, dirigente histórico del camporismo. Este martes la concejala rompió el bloque de Unión por la Patria, dejó en minoría al oficialismo y conformó el monobloque Unión por la Patria-Peronismo Bonaerense.
“Nos llama la atención que conociendo el desastre que se viene para la gente con el gobierno de Milei, Ferraresi apueste a la división y no a la unidad del peronismo”, sentenciaron en el gobierno municipal. En Avellaneda confirmaron la salida de la concejala y respondieron con dureza: “Nunca nos convocaron a ser parte del gobierno. La soberbia y la prepotencia no la compartimos”. Pequeñas historias de una gran interna.
Ferraresi es parte de un grupo de intendentes que tiene una mala relación con La Cámpora, donde se alistan Fernando Espinoza (La Matanza), Mario Secco (Ensenada) y Juan José Mussi (Berazategui). Los dos primeros y Andrés “Cuervo” Larroque son la base política más potente que tiene Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires. El Gobernador tiene una relación distante con el camporismo y su líder.
El “Cuervo”, actual funcionario del gobierno de Kicillof y ex integrante de la mesa chica de la agrupación, días atrás pronunció una frase que cayó muy mal en las primeras filas camporistas: “Tenemos que ir a un debate muy profundo, abierto y respetuoso, escuchando a todas las posiciones porque se acabaron las mesas de arena, los monjes negros y los maestros jedi”.
En La Cámpora no tuvieron dudas que el “monje negro” del que habló Larroque es Máximo Kirchner. Cerca del ministro bonaerense aseguran que no es así. Las interpretaciones van y vienen, pero internamente todos saben decodificar las declaraciones sin demasiados inconvenientes. La grieta del espacio político está matizada por la necesidad de unidad frente a Milei.
Un importante dirigente peronista que estuvo en la reunión que Kicillof encabezó el viernes en La Plata aseguró que esa foto de unidad es el norte hacia donde ir. “Hay conciencia de que rompimos todo y que nos tenemos que reconstruir. Ahora no hay margen para la interna. Libres pensadores va a haber, pero en la medida en que estemos juntos, para ellos (el Gobierno) siempre será una mala noticia”, advirtió.
El gran problema que tiene el peronismo en esta nueva etapa de oposición es que no hay un líder que ordene la discusión. Predomina la horizontalidad, lo que implica que el debate debe ser abierto y que los que antes estaban dispuestos a que la cúpula K los ordene, hoy no lo están tanto. Al menos en este fin de año donde Cristina Kirchner está un poco – no tanto – alejada del centro de la escena.
“Nadie es dueño. Todos ponen algo de su plata para generar alguna imagen de unidad”, aseguró un intendente el conurbano sobre la reunión en la gobernación donde estuvieron, además de Kicillof, Sergio Massa, Máximo Kirchner, Eduardo “Wado” de Pedro, Verónica Magario, los intendentes del conurbano y los legisladores provinciales y nacionales por Buenos Aires.
El peronismo se debate entre esos dos caminos. Empezar a dar la discusión sobre quién debe liderar y, al mismo tiempo, agruparse como oposición para frenar la avanza de Javier Milei, o postergar ese debate, llamarse a silencio en ese tema y concentrarse en fortalecer, y coordinar a nivel legislativo, el bloque opositor más grande al gobierno nacional. Disyuntivas difíciles de resolver sin un líder o un conductor que ordene.
Sobre lo que suceda esta tarde en Tribunales también hay diferentes miradas. La CGT planteó ante el bloque de diputados de Unión por la Patria – con el que se reunieron la semana pasada – que este miércoles habría una importante movilización para repudiar el DNU. Sin embargo, durante todo el día de ayer los sectores predominantes de la central obrera intentaron limitar el alcance de la protesta.
“Va a ser más grande de lo que ellos hubieran querido”, fue la sentencia de importante dirigente de la UTEP, que movilizará a miles de personas que integran los movimientos sociales más populosos del país. Además de la central obrera se manifestarán las dos CTA, por lo que se espera que haya mucha más gente de la que la CGT -principalmente los gordos y los independientes – quisieran. Temen que la protesta se convierta en un bumeran y las gente los termine castigando tan solo quince días después de que arrancó el Gobierno.
En una parte del peronismo ya miran de reojo con esos dos sectores de la central obrera, que se caracterizan por ser dialoguistas con el gobierno de turno. “Se van a terminar entregando a Milei en pocos días. El peronismo tiene la necesidad de marcar la cancha y la mejor forma de hacerlo es en la calle. Esas son las formas del peronismo”, aseguró un dirigente de larga trayectoria en la fuerza política y con influencia en el conurbano bonaerense.
La imagen de esta tarde quizás sea la foto de la unidad sindical. A la marcha irán los gremios kirchneristas, los gordos, los independientes y las dos CTA. La clave estará en cuántas personas movilizarán, en base a la decisión de que sea más o menos potente la convocatoria que quieren realizar. Por lo bajo hay choque de intereses, planteos políticos desiguales sobre cómo actuar ante un nuevo gobierno y una larga interna que devora la identidad de la central obrera.
Reproches, alianzas, desconfianza, unidad, negociaciones, malestar, esfuerzo e indiferencia. La foto del peronismo actual.