“Vamos a la cancha enfierrados y con la poli nos manejamos con un celular prohibido”: la confesión en medio de la sangrienta interna de la barra de Lanús
Un acusado que se quiebra. Un testigo de identidad reservada. Una barra que en una plaza de zona liberada va y mata a sus rivales. Un preso al que acusan de digitar todo desde la cárcel. Un fiscal que no sólo investiga a los delincuentes del tablón, sino también a los policías, que están sospechados primero de dejar hacer y después de tomar declaraciones falsas para desinvolucrar a los barras que manejan la tribuna y los negocios. Un dirigente del club acusado de cómplice. Un abogado que hasta desconfía de si el juez no tiene intereses particulares con los capos de la popular. Y al final, el sábado pasado, una balacera sobre la casa del barra que se quebró como aviso de que se rectifica o su destino está manchado con sangre. Ese es el cóctel que hoy explota en el Sur del Gran Buenos Aires. Ese es el cóctel que tiene como ingrediente fundamental la pelea por el control de la barra de Lanús.
Todo se remonta al 30 de julio del año pasado a las 14 horas, cuando en la previa del partido entre Lanús y Barracas Central, en la Plaza Sarmiento a 500 metros de la cancha, estalló la interna entre La 14, como se hace llamar la facción oficial de la barra cuyo núcleo está en Villa Sapito y tiene por líder a Diego Fanfi Goncebate y su secuaz Mario el Laucha Groli, con la de El Ceibo, donde pisan fuerte un delincuente al que le dicen Maycol y Miguel Vallejos. A esa hora y en un lugar lleno de familias que disfrutaban el domingo al sol, la discusión pasó a la acción y hubo un tiroteo que dejó una víctima fatal, Jonathan Borda, de El Ceibo, y varios heridos.
Tras cuatro meses de investigación, el fiscal Martín Rodríguez detuvo a cinco de los líderes de la barra, entre ellos Julián Goncebate, hijo de Fanfi, y pidió la captura de nueve prófugos. Uno de ellos estuvo oculto hasta este 2024, cuando decidió presentarse y hablar. Y lo que contó es la trama oculta de lo que ocurrió y de la red de complicidades que tiene ésta y cualquier otra barra brava.
Quien se quebró se llama Enzo Molina, está libre porque, si bien el juez le rechazó la eximición de prisión, falta la confirmación de la Cámara y contó lo siguiente: “Me metí en la barra de Lanús cuando el Laucha salió de prisión y me invitó a formar parte. No soy socio así que la entrada me la daban él o uno que se llama Luis Villalba y que revende los tickets que da el club a precios más bajos que los oficiales. Siempre hacíamos la previa a los partidos en el club El Ciclón de Villa Sapito y de ahí salíamos en caravana para la cancha. Aquel día yo me subí a la Amarok del Laucha que lideraba la caravana y estaba toda la barra, pero en vez de ir a la cancha, fuimos a la Plaza Sarmiento. La mayoría estaban enfierrados, yo no, pero no me llamó la atención porque siempre se va enfierrado a la cancha. Cuando llegamos nos empezamos a reunir con la gente de Villa Argentina, que también es parte de la barra y ahí el Laucha puso en altavoz al Fanfi que desde la cárcel (NdR: Estaba cumpliendo desde 2018 una pena por homicidio), decía que ya le habían liberado la zona y que todos sabían qué tenían qué hacer. Al ratito unos que fueron a hacer inteligencia en moto gritaron que ya venían los del Ceibo y todos se prepararon. Del Ceibo se acercó a hablar con el Laucha uno que se llama Javier y le dicen Pepei, que sacó un fierro y se le escapó un tiro. Y ahí empezaron a dispararse. Y mataron a Jonathan. La discusión era por las entradas, porque los del Ceibo querían más lugar para su gente. Son entradas que da el club, un altísimo directivo (NdR: En la declaración está identificado pero como aún no fue imputado Infobae sólo lo mencionará por la letra A., inicial de su apellido). La barra maneja todo, también las parrillas. Y tiene la complicidad de la Policía. Y digo todo esto porque mi hermano era testigo de identidad reservada y mientras estaba declarando el Laucha me mandó una foto, como sabiendo que era él”.
La declaración de Molina provocó un sismo en Lanús. Y este sábado según denunció en Tribunales su casa fue baleada a las cuatro de la madrugada y le dejaron el siguiente mensaje: “Manga de buchones, ahora vayan y hagan otra denuncia”. Y según él, quien efectuó los disparos es un empleado del buffet de club Granate cuya concesión, afirma, la tiene la barra.
¿Qué dijo a su vez su hermano, que se había presentado como testigo de identidad reservada y al ratito todos sabían su nombre y qué había declarado? Había involucrado a la Policía. Según afirmó, apenas sucedió todo, el Laucha lo llevó a él y a otro barra a declarar a la comisaría, pero apenas llegaron el jefe de Policía de Lanús, de apellido Quintana, presuntamente le dio un papel diciéndole que firmara abajo, que ya estaba todo escrito. “Me dijo que firme, que ya estaba la declaración y que si no me empapelaba y me metía preso por el homicidio; así de una. Después vino otro policía de apellido Ovando y me dijo que había que hacer una ampliación, así que tenía que firmar otra cosa. No me dejaron leerlo, pero escuché que los oficiales le decían al Laucha que se quedara tranquilo, que ya mandaban toda la información a la Fiscalía para que reventaran todo El Ceibo, sin que se enterara la décima, la comisaría de Barceló; porque decían que ellos laburaban con Maycol, que le liberaban la zona a Maycol y si se enteraban era para cagada. Y cuando nos estábamos yendo uno de los polis lo llamó a Laucha y le dijo ‘Ah, pará, boludo, necesito que me consigas un juguete, por si están limpios los del Ceibo, para que no se haga el operativo al pedo’. Y el Laucha le dijo, ‘Bueno, dale, ahora te mando un mensaje y te confirmo’. Aclaro una cosa: los policías y la barra se manejan con un celular negro, que no está registrado en la comisaría, como si no existiera, no se comunican por sus teléfonos”.
El tema es que esta declaración, que debía ser reservada, trascendió rápidamente y la barra supo al instante que era el hermano de Molina quien había abierto la boca. Y el abogado de ambos, Fernando Sicilia, acusa directamente al juzgado de ser el que filtró el dato. “Siendo que solo dos dependencias tenían acceso a esa declaración y descartando que haya sido la fiscalía, solo puedo concluir que fue el Juzgado interviniente que colocó en riesgo la integridad del testigo y puso trabas al avance de la investigación”. Y pidió que se abra una causa por delito de acción pública. El que también se presentó fue Fanfi Goncebate, que había salido de prisión dos meses después de la batalla y acompañado de su abogado Rodrigo González dijo ser ajeno a todo y que mal podría haber instigado la situación porque ese día él era encargado de la recepción de las visitas en la prisión y entonces tenía que limpiar el sum, preparar la comida y después volver a limpiar todo, por lo que no podía tener tiempo para hablar por teléfono. Y que recién hizo llamados cuando se enteró de la situación y que estaba involucrado su hijo, nunca antes.
Así las cosas, el fiscal Rodríguez sigue adelante con la investigación. Por un lado tiene cinco detenidos y volvió a pedir la captura de otros barras prófugos. En el caso de Goncebate, le puso ahora derecho de admisión para ir a la cancha mientras espera el análisis de los teléfonos incautados en los allanamientos para resolver su situación. Y además tiene la mira puesta en la posible comisión de delitos de los funcionarios policiales y de dirigentes del club. Hasta dónde logrará avanzar, es una incógnita. Pero la olla se destapó y lo que sale, como siempre que involucra a barras, huele a podrido.