Las urgencias y el humor social, dos variables que atraviesan el vínculo de Milei con Macri y el PRO e inquietan a CFK
“No me alcanza ni con dos trabajos”, “Yo espero, pero mi bolsillo no”, “Necesito dejar de gastar mis ahorros”, son algunas de las frases de un minucioso estudio reciente, muy consultado por el círculo rojo, que intenta descifrar el clima de época. Los estudiosos del humor social están desorientados, casi tanto como el sistema político tradicional. Nunca vieron algo igual: los estudios focales arrojan que la brutal licuación de salarios y jubilaciones ejecutada por el gobierno impactó muy negativamente en estos primeros tres meses de gestión, pero un sector importante de la sociedad, no solo el electorado cautivo de La Libertad Avanza, está dispuesto a soportar el ajuste, por la expectativa de un futuro mucho más auspicioso, y alimentado por una batería incesante de iniciativas destinadas a romper con el status quo cultural y político instalado en la última década. Es lo que los estrategas de la comunicación oficial llaman “darle de comer todos los días al león”.
A pesar de que, buena parte de los consultados, reconoce que “no llega a fin de mes”. Es lo que dicen, al menos por ahora, los estudios más serios. “El cansancio con el sistema era realmente masivo”, explica un consultor de primera línea, azorado con el cambio de era.
El humor social y la intriga sobre la capacidad de resiliencia de los sectores medios y bajos atraviesa cualquier conversación del círculo rojo. El lunes por la noche, en un reservado de la ciudad de Buenos Aires, representantes de fondos de inversión norteamericanos se lo preguntaron cara a cara a Miguel Ángel Pichetto. El diputado les dijo, como reflejan las encuestas, que todavía hay margen, a pesar de que la situación socio-económica de los próximos dos meses es una incógnita, incluso para el gobierno, por el impacto de los aumentos en las tarifas de los servicios públicos. Los inversores también le preguntaron qué esperaba a cambio del visto bueno para el paquete de leyes que el Ejecutivo intentará aprobar otra vez en el Congreso: “Respeto”, contestó el ex senador.
Pichetto estuvo el viernes en la sede del gobierno, en las oficinas del ministro Guillermo Francos. Veinticuatro horas antes habían pasado por la planta baja de la Casa Rosada Rodrigo de Loredo y Cristian Ritondo, los jefes del bloque de la UCR y el PRO, respectivamente, en la previa de reunión que el ministro y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, encabezaron en la tarde del viernes junto a los gobernadores y el jefe de Gobierno porteño, un encuentro que intentó aplacar los ánimos, reanudar las conversaciones y empezar a negociar otra vez los capítulos consensuados de la Ley de Bases y retomar la discusión por el paquete fiscal que Javier Milei necesita para la instrumentación de su programa de gobierno.
El Presidente, como muestran los números, todavía tiene licencia para avanzar con la licuadora y la motosierra. Pero el reloj empieza a correr con mayor velocidad y las urgencias lo acorralan. Son las variables que explican su convocatoria al Pacto del 25 de Mayo, la invitación a los gobernadores y el armado de una mesa de trabajo para consensuar las reformas, acuciado por su debilidad legislativa. “El gobierno tiene que armar una estrategia parlamentaria para juntar los más de 129 votos para la sanción de la ley ómnibus”, resaltaron desde la oficina de un jefe provincial un rato después del encuentro de este viernes en Casa Rosada.
La cumbre, según los gobernadores, fue positiva. “El puntapié inicial para ir a la letra fina de la ley”, confiaron. El proyecto se achicó a los temas de consenso, pero Milei todavía no logró homogeneidad para avanzar con la restitución del impuesto a las Ganancias. Posse y Francos, según trascendió, lo pidieron “desesperadamente”. “Por pedido del Fondo Monetario”, agregó uno de los presentes.
Los invitados tomaron nota de la puesta en escena. En la cabecera de la mesa se sentó el jefe de Gabinete, una señal de que, ahora sí, el Ejecutivo pretende evitar cualquier tipo de teléfono descompuesto en las negociaciones: como gerente de la instrumentación del programa de gobierno, con Posse al mando no hay lugar para desinformaciones o libres interpretaciones. Fue lo que sucedió en el primer intento de discusión en torno a la Ley Ómnibus, con Francos al frente de las tratativas. El caso más emblemático fue a fines de enero, en la cumbre del CFI, cuando los jefes provinciales de la UCR y el PRO le pidieron al ministro coparticipar el Impuesto PAIS, el funcionario se comprometió a analizarlo y a los pocos minutos de finalizada la reunión el presidente lo desautorizó públicamente.
Hasta este viernes, Posse no había tenido ningún contacto con la mayoría de los gobernadores que se acercaron a la Casa Rosada, excusado por su perfil técnico. Ni siquiera le conocían la voz porque, hasta ahora, el jefe de ministros mantuvo inalterable su decisión de no hablar con los medios. “Bernardo” lo apodaron con maldad en el entorno de Mauricio Macri por el ayudante mudo de El Zorro interpretado por Gene Sheldon.
Durante la semana habían circulado versiones de una supuesta reunión entre Posse y Macri de la que también habría participado Santiago Caputo, el estratega global del gobierno. Lo publicó el diario La Nación. Consultados por este medio, desde la Jefatura de Gabinete no respondieron si existió o no ese encuentro.
Macri está preocupado. El viernes, en un evento de la fundación Libertad, en Rosario, pidió “estar a la altura de las circunstancias” y “ser humildes en la defensa de las ideas de fondo”, y se refirió al jefe de Estado como un “outsider, ajeno al sistema político”. Y enseguida aclaró: “Es él, su hermana y las redes”.
Lo presentó como un valor, pero la contundencia de la frase esconde tal vez el reproche principal al presidente: a Macri lo fastidia el sistema de toma de decisiones implementado por el mandatario con la sola compañía de Karina Milei y su amigo Caputo, el estratega.
Milei, según su entorno, está “convencido” de cerrar un acuerdo político y electoral con el PRO de cara al año próximo, para las elecciones legislativas. También aprueba una confluencia natural entre ambos bloques, el oficial y el macrista, en el Parlamento. “Pero no sabe con quién cerrarlo”, deslizaron cerca del presidente.
Es que la interna en el PRO sigue muy latente. Macri y Patricia Bullrich evitaron cruzarse en Expoagro, la muestra del campo, en plena ebullición partidaria por el cierre de las listas, previsto para dentro de diez días, que le permitirá otra vez al ex presidente encabezar el partido que fundó hace dos décadas.
El vínculo entre ambos es todavía muy tenso. Se discute la vicepresidencia partidaria. Bullrich la quiere para una referente suya. María Eugenia Vidal revolotea: hace tiempo que volvió a acercarse al ex presidente después de estar distanciados. Macri no quiere ceder demasiado. La ministra de Seguridad incluso habría amenazado con presentar una lista propia, a sabiendas de una segura derrota, pero con el solo objetivo de exponer al ex mandatario a que gane la interna con una bajísima participación de los afiliados. En esas minucias también se exhibe la desorientación del sistema político.
Lo cierto es que Macri volvió a mostrar cierta centralidad -sigue con intranquilidad la política y la gestión porteña-, y pretende ser aún más protagonista desde la jefatura del PRO para influir en el gobierno, a pesar de que arrastra bajos niveles de popularidad. Al ex jefe de Estado le sorprende el estilo Milei. Le sorprende y lo desconcierta. Lo compara con el kirchnerismo: “Siempre van al choque”.
Muy activo, Macri sabe que su destino está atado al de Milei. Por momentos, le gustaría tener mayor ascendencia en el gabinete. Le aconsejaron esperar a junio, después de los meses más complejos, para saber dónde estará parado el gobierno.
Las internas, sin embargo, son multisectoriales. No solo propias del macrismo. Dentro del bloque de Hacemos Coalición Federal, liderado por Pichetto, hay serias sospechas por el origen del revuelo mediático por el aumento en la dieta de los legisladores, justo en la misma semana en que se reveló la contratación de un sobrino del presidente de la Cámara baja, Martín Menem. Los diputados y los senadores tuvieron liquidados sus sueldos con el incremento salarial de febrero, que Milei pidió dar marcha atrás, el viernes 1 de marzo. ¿Por qué el alboroto público tuvo lugar una semana después? ¿Puede tener que ver con la puja en torno a la presidencia de Diputados? Son preguntas que recorren despachos legislativos.
En el caso del Senado, trascendió en las últimas horas que Victoria Villarruel estaría dispuesta a rechazar la presión del propio Presidente para retrotraer los aumentos. La vicepresidente tiene escasísima interlocución con la Casa Rosada. Construye su propia estrategia, que incluiría una supuesta alianza con Macri que, según fuentes calificadas, es más mito que realidad. Nadie, sin embargo, se ocupó en derribar la fábula. Villarruel habla lo justo y necesario, y lo hace de manera quirúrgica. Hay encuestas que la muestran como la dirigente con el diferencial positivo de imagen más alto, incluso por encima de Milei y de Bullrich, la ministra más popular.
Es una diferencia sustancial con su antecesora, que, como Macri, muestra elevados niveles de hiperactividad. Su despacho del Instituto Patria, a metros del Congreso, es un desfile incesante de dirigentes. Cristina Kirchner aprovecha la dispersión del peronismo, y la falta de liderazgos: nadie sabe muy bien qué hacer. La irrupción de Milei arrasó con todo. La ex presidenta ordenó abrir las puertas del peronismo, e impulsar una amplia convocatoria. En ese contexto, Pichetto se fotografió la semana pasada con Gildo Insfrán.
De lo único que sí está segura Cristina Kirchner es que el programa económico del gobierno se encamina a una crisis social de dimensiones desconocidas, pero que hay una considerable porción de la sociedad que ofrece una resistencia asombrosa, y que está harta de los políticos tradicionales como ella. “Es un gobierno que todavía está empezando, la preocupación va a ser ahora en unos meses. El que la está pasando muy mal, ya está, ese está mal. Pero es una receta conocida: si vos ponés huevos, harina y azucar, ya sabés que sale un bizcochuelo. Esta receta no es nueva, ya sabemos cómo termina”, lo graficó, en términos culinarios, un intérprete de la ex jefa de Estado.
Cristina Kirchner le presta mucha atención a la provincia de Buenos Aires, en particular al conurbano, y en especial a los movimientos de Axel Kicillof, ya parado definitivamente como uno de los principales detractores de la gestión libertaria, una estrategia que, según su equipo, debe trabajarse a diario y con inteligencia para no caer en la tentación diaria de responder a todas y cada una de las provocaciones del eficaz relato libertario.
A diferencia de los últimos cuatro años, el gobernador ahora debe administrar una escasez presupuestaria inédita. Por eso aplicó drásticos aumentos de impuestos. Hay ministros que no saben con cuántas partidas contarán para este año. El ex ministro de Economía no envió a la Legislatura el presupuesto 2024. Esperaba saber con qué fondos de Nación contaría para el ejercicio en curso. Ahora ya es consciente de que Milei buscará asfixiarlo: le dedicó al presidente casi exclusivamente el discurso de inauguración de sesiones ordinarias de la Legislatura del pasado lunes.
Esa inauguración contó con la presencia de Máximo Kirchner y la cúpula de La Cámpora. La desorientación frente al nuevo mapa del poder y a la conducción de Milei, y la fragmentación del peronismo, lograron que Kicillof y el camporismo transiten un sorprendente periodo de paz. Estuvieron juntos, hasta altas horas de la noche, la noche del viernes 23 de febrero, en el festejo de cumpleaños de Cristina Kirchner, en su departamento del barrio porteño de Constitución.
En la provincia de Buenos Aires se respira una tensa calma. Nadie quiere mover la rama de un árbol. En el conurbano, las próximas semanas serán una prueba de fuego. No hay conducción, tampoco ánimo para ninguna aventura rebelde. Solo Fernando Gray ensayó en la semana una foto junto a Facundo Moyano y Juan Zabaleta.
Milei se aprovecha de la confusión que atraviesa al PJ y a la política en general para avanzar junto a Luis “Toto” Caputo -forjaron un vínculo muy sólido, explicaron fuentes oficiales- en su ambicioso programa de ortodoxia fiscal con el que espera bajar la inflación en el segundo semestre del año, liberar el cepo e impulsar una competencia de monedas, a pesar de las consecuencias sociales de ese proyecto.
Para eso, aplica en paralelo una promocionada revisión de los dislates de la anterior gestión, y una agresiva y muy eficiente estrategia comunicacional que refuerza a su electorado y obliga al resto de la dirigencia a jugar su propio juego. Los desaciertos de la gestión, por ejemplo, los maquilla con diatribas hacia “la casta”, como el aumento en su sueldo que, cuando arreciaron las críticas de la oposición, lo utilizó para responsabilizar a la ex presidenta. En muchos casos, también se trata solo de anuncios o iniciativas rimbombantes. El último fue el Consejo de Asesores Económicos ad honorem del Presidente que estará liderado por Demian Reidel -se enteró de viaje por los Estados Unidos- y Ramiro Marra, legislador porteño y amigo personal de Milei. En los próximos días se anunciará también a Ramiro Castiñeira, director de la consultora Econométrica.
Según un reconocido consultor, se trata definitivamente de “otro deporte” a lo conocido hasta ahora.