Trabajaba en una cerealera, llegó al fútbol de Primera recién a los 27 años y hoy lidera a Talleres, que busca dar el golpe ante River
Walter “Tino” Ribonetto nació en Corral de Bustos, Córdoba, el 9 de diciembre de 1974, en el seno de una familia trabajadora. Su madre, María Rosa, estaba a cargo de un taller de costura, mientras que su padre, Roberto, trabajaba como albañil. Desde pequeño, Walter mostró una gran pasión por el fútbol, que practicaba en las calles de su barrio con sus amigos y en las canchas de tierra de su pueblo natal. A pesar de las limitaciones económicas, sus padres siempre lo apoyaron en su sueño de convertirse en futbolista profesional: “Mi papá siempre me decía que si quería algo, tenía que trabajar duro para conseguirlo, y eso es algo que me ha acompañado toda mi vida”.
Walter comenzó su carrera en Independiente de Chañar Ladeado, un club de su región. A los 22 años, recibió una oferta para probarse en Brown de Arrecifes, pero eligió quedarse en Corral de Bustos tras el reciente fallecimiento de su padre. En ese momento, trabajaba en una cerealera y tenía un sueldo más estable que el que le ofrecían para ser futbolista profesional. “No tenía ánimo para dejar mi ciudad en ese momento, preferí quedarme cerca de mi familia y mantener la estabilidad que tenía”, recordó.
La siguiente oportunidad llegó desde Buenos Aires, cuando San Lorenzo le ofreció una prueba. Viajó por primera vez a la capital argentina para intentar quedar en el plantel del Ciclón, cuyo técnico en ese momento era Jorge Castelli. Superó la prueba, pero le sugirieron ganar experiencia en Armenio, un club de menor categoría. Una vez más, Ribonetto decidió regresar a Corral de Bustos y continuar trabajando en la cerealera: “No me sentía preparado para quedarme en Buenos Aires y alejarme de mi familia, así que volví a mi ciudad”.
El destino finalmente sonrió a fines de 2001, cuando Ribonetto jugaba la final del campeonato local con Independiente de Chañar Ladeado. En ese momento, el técnico Carlos “Cai” Aimar, que dirigía Lanús, se interesó por él. “Estábamos jugando la final contra Chañarense, ganamos el primer partido y alguien me dijo que Aimar quería hablar conmigo. Al principio no entendía nada, pero después de la segunda final, me permitieron ir a probarme a Lanús”, relató Ribonetto. Esta vez, el cordobés no dejó pasar la oportunidad y se sumó al equipo granate, marcando el inicio de su carrera profesional en la Primera División del fútbol argentino con 27 años.
Ribonetto se consolidó como un defensor central aguerrido, reconocido por su solidez y capacidad para liderar la zaga. Esta reputación lo llevó a ser fichado por el Junior de Barranquilla (2004), donde continuó demostrando su valía en el fútbol colombiano. De regreso en Argentina, volvió a Lanús dos veces (2005 y 2006-2007), pero fue esta última temporada donde se convirtió en un pilar del equipo que ganó el recordado Torneo Apertura, el primer título de liga de la máxima categoría del club bonaerense. También vistió los colores del Querétaro de México (2004), Olimpia de Paraguay (2005-2006), Rosario Central (2008-2009), Quilmes (2009-2010), donde consiguió el ascenso a la Primera División, y Talleres de Córdoba (2010-2012), donde finalmente se retiró.
Tras colgar los botines, Ribonetto no se alejó del fútbol. Su pasión por el deporte lo llevó a dedicarse al trabajo con los juveniles, transmitiendo su experiencia y conocimientos adquiridos durante su carrera. “Siempre supe que quería seguir ligado al fútbol, y la formación de jóvenes es algo que me llena de satisfacción”, reconoció en una entrevista con Rosario 3. Su primer paso fue como ayudante técnico, donde pudo aprender desde la banca y desarrollar una visión más completa del juego.
Su esfuerzo y dedicación en los equipos juveniles de Lanús y, posteriormente, en la Reserva de Talleres de Córdoba, lo posicionaron como un técnico en ascenso, conocido por su disciplina y enfoque en la mejora continua de sus jugadores. “Me gusta trabajar con jóvenes porque tienen una energía y unas ganas de aprender que contagian. Además, es una gran responsabilidad ayudar a formar no solo futbolistas, sino personas”, expresó a Cadena 3.
El destino quiso que Ribonetto diera un paso más en su carrera como entrenador, cuando en 2023 fue nombrado técnico del primer equipo de Talleres de Córdoba, tras la salida de Javier Gandolfi. La decisión fue recibida con cierto escepticismo por algunos sectores, ya que sería su primera experiencia como técnico de un equipo de primera división. Sin embargo, el Tino no se dejó intimidar por los desafíos y rápidamente demostró que estaba preparado para el reto.
Bajo su dirección, Talleres mostró una sólida estructura defensiva, un sello que claramente lleva la impronta de su carrera como jugador, y un interesante apetito ofensivo, más allá de los vaivenes de los últimos meses. Además, logró llevar al equipo a los octavos de final de la Copa Libertadores, donde enfrentará a River Plate en un duelo que promete ser uno de los más emocionantes de la temporada. “Sabemos que es un partido difícil, pero confío en el trabajo que hemos hecho y en la capacidad de mis jugadores. Vamos a salir a darlo todo”, afirmó en la última conferencia de prensa.
Uno de los aspectos más destacados de Ribonetto como entrenador es su humildad y su enfoque en el trabajo colectivo. “Siempre digo que en el fútbol no hay secretos, solo trabajo duro y dedicación. Trato de inculcarle eso a mis jugadores, que entiendan que cada detalle cuenta y que el éxito es el resultado de lo que hacemos día a día”, destacó.
Su estilo como técnico es el reflejo de su carrera como futbolista: pragmático, enfocado en la disciplina táctica y en sacar el máximo provecho de las cualidades individuales de sus jugadores dentro de un esquema colectivo. Esta visión le ha permitido ganarse el respeto no solo de sus dirigidos, sino también de la hinchada de Talleres.
La advertencia de Ribonetto a River Plate de cara al cruce por Copa Libertadores.
El próximo partido contra River Plate en los octavos de final de la Copa Libertadores no solo será un desafío en lo deportivo, sino también una oportunidad para que Ribonetto consolide su reputación como uno de los técnicos jóvenes con mayor proyección en el fútbol argentino. “River es un equipo con mucha historia y calidad, pero nosotros también tenemos nuestras armas. Estoy convencido de que podemos hacer un buen papel”, afirmó.
Con 49 años, Ribonetto se encuentra en un momento crucial de su carrera. Lo que empezó como un sueño tardío en las ligas menores de Argentina se ha transformado en una carrera llena de éxitos y desafíos superados. Hoy, como técnico de Talleres, está escribiendo un nuevo capítulo en su historia, ante un rival de gran estatura, que tiene ni más ni menos que a Marcelo Gallardo como DT.