Las revelaciones del primer DT del Diablito Echeverri en River: de la indicación táctica que lo fastidiaba al día en el que fue más popular que Messi y Maradona
Claudio Echeverri, popularmente conocido como “el Diablito”, está pasando por un gran momento de su corta carrera. Es la figura del seleccionado argentino Sub 17 que disputa el torneo Sudamericano en Ecuador y se clasificó al hexagonal para obtener un boleto de cara al Mundial que se disputará en sede a confirmar entre el 10 de noviembre y el 2 de diciembre del corriente año.
Formado en las arcas millonarias, el chaqueño de apenas 17 años aún no pudo debutar en la Primera de River Plate, club al cual llegó en el 2017 y se desarrolló en las Inferiores hasta consolidarse en la Reserva dirigida por Marcelo Escudero. Sin embargo, para ser la gran figura del combinado que comanda Diego Placente, tuvo que atravesar varios obstáculos en su carrera, pero su perseverancia y enorme talento lo llevaron a convertirse en un diamante en bruto para el futuro millonario.
En diálogo con Infobae, Oscar Castellanos, el primer entrenador que lo dirigió en River Plate, revela los secretos del enganche que está en boca de todos. El desarraigo familiar que tuvo que atravesar durante su época en Infantiles, el momento de mayor popularidad que vivió en Córdoba al nivel de Messi y Maradona, la lesión que lo alejó de las canchas durante cinco meses y el día que fue pretendido por la Juventus y el Barcelona.
– ¿Cómo ves el presente del Diablito Echeverri con el seleccionado Sub 17?
– Es muy bueno, vi todos los partidos. No me sorprende el nivel que está mostrando porque sabemos lo que puede dar. A Claudio lo tuve de chiquito, con 11 años, cuando llegó de Chaco, y ya era un distinto. Tiene mucha jerarquía para la edad que tiene.
– ¿Qué notaste de distinto en él en comparación al resto de los juveniles?
– El primer año que lo tuve disputamos el torneo de AFA. Jugábamos con cuatro defensores, tres mediocampistas, con Claudio libre por todos lados, y dos delanteros. Y él era el que marcaba la diferencia, rodeado de grandes chicos que jugaban a su lado. El Diablito te hacía el gol en el momento justo y gambeteaba cuando tenía que gambetear, ya era un distinto a su corta edad.
– ¿Cuál es su posición natural?
– Es un enganche, que también puede hacerlo de mediapunta. Conmigo jugaba suelto para no darle referencias al rival. Sí lo hacíamos defender un poquito cuando no tenía la pelota, para que se fuera acostumbrando y creciera como jugador. Le pedíamos que trabajara con el 5 contrario cuando no contábamos con la pelota. Pero él sacaba diferencias cuando la manejaba. Es un jugador que no es no egoísta y siempre piensa en sus compañeros. Si tiene que hacer el gol, lo hace, si no, se la cede a sus compañeros.
– ¿Cuál es su principal virtud?
– La gambeta, porque en el mano a mano te liquida, es implacable. También, su generosidad con los compañeros. Vas a ver que tiene muchas asistencias, porque no solamente hace goles, sino que asiste mucho; no es egoísta para nada. En los dos años que lo tuvimos jamás fue expulsado. Y el equipo se mantuvo un año y medio invicto.
– ¿Cuándo lo conociste?
– Lo tuve en Infantiles en torneos de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), en el primer y segundo año. Cuando llegó de su provincia natal a los 11 años, el campeonato ya había terminado, Entonces, lo dirigí en el 2017 y en el 2018. Estuvo unos meses entrenando en el club y luego agarré su categoría. También lo comandé en Italia, en un torneo que se desarrolló en Venecia, donde que la rompió toda.
– ¿Cómo fue manejar a un chico que llegó a River con apenas 11 años y con su familia en Resistencia, lejos de él?
– Es un trabajo conjunto. Fui parte de un proceso formativo, en el cual trabajaron preparadores físicos, psicólogos y coordinadores. El club tiene una estructura preparada para estas situaciones. No solamente para el caso de Claudio, sino para todos los están iguales que él. Fue un chico muy contenido, de una familia muy humilde, pero muy respetuosa y con valores. Entonces, se hace un poco más fácil dentro de la complejidad del tema, porque no deja de ser un nene. Te da gusto charlar con Claudio, no tiene problemas en ese sentido, tiene la cabecita bien ubicada. Si en algún momento se puede llegar a desviar, enseguida está su familia y un grupo de profesionales del club para acomodarlo de nuevo.
– ¿Qué contención le diste vos, por ser el primer DT y siendo un chico que estaba alejado de sus padres?
– La verdad que lo traté como a un hijo. Cuando son tan chiquitos, se nota la carencia afectiva desde el lado familiar. Ellos vienen del Interior y extrañan a sus familiares. En el caso de Claudio, apenas llegó a River quiso que vinieran sus padres, Domingo y Rosa, a vivir a Buenos Aires. No toleraba que estén lejos, ni se bancaba estar en la pensión, donde estuvo muy poco tiempo. El club le alquiló un departamento en Martínez para que viviera con sus padres. Su papá trabajaba, se iba a Chaco y volvía, hasta que se pudo afianzar en Buenos Aires. Su mamá, en cambio, lo acompañaba todo el tiempo. Sus hermanos se quedaron en Resistencia, su lugar de origen.
– ¿Por qué no quería quedarse en la pensión?
– Porque quería estar con su familia y es muy familiero. Son cuatro hermanos y Claudio quería que estuviera su mamá acompañándolo todo el tiempo. A todo esto, River hizo un esfuerzo y le consiguió una vivienda. Como entrenador, lo trataba como uno más para que se sintiera bien y no hacer diferencias. Me considero formador más que entrenador. Hoy, me lo encuentro en los pasillos del club, viene y me da un abrazo, y le digo, molestándolo, “te agrandaste”. Él me dice “no, profe” (risas). Pero ese reconocimiento del abrazo y la gratitud hacia mí vale más que cualquier cosa.
– ¿Pensó alguna vez en dejar el fútbol y volverse a Chaco?
– En realidad, él no tuvo mucho tiempo sólo, apenas fueron unos meses, pero sí estaba firme con que viniera su madre a acompañarlo. Quería sí o sí no estar en la pensión, lo remarcaba todo el tiempo. Pero nunca me dijo “mire profe que me vuelvo a mi provincia”, pero me repetía “yo a la pensión no quiero ir, quiero estar con mi mamá”. No era por caprichoso, sino por ser un nene de 10 años que quería estar con su familia, es entendible. No lo vi mal anímicamente, sino como lo que era, un nene pidiendo por sus seres queridos.
– ¿Te regaló hasta ahora alguna camiseta?
– No, todavía no, tampoco le pido nada. Si alguna vez la necesito, estoy seguro de que me la dará. Eso sí, charló con él de vez en cuando y le mando mensajes de WhatsApp, pero lo justo y necesario. La idea es no cargosearlo y que tenga su carrera lo mejor posible; estamos para formar, nada más.
– ¿Le mandaste mensaje durante el torneo Sudamericano?
– Siempre le mando. Le pongo: “Felicitaciones Claudio, te deseo lo mejor”. Me responde “gracias profe, saludos”. No me gusta cargosear, no tengo un perfil de DT de ese tipo. Sí lo saludo, pero nada más.
– ¿Qué te genera el pensar que tal vez no pueda debutar en la Primera de River, ya que su gran rendimiento en el Sudamericano podría hacer que venga un equipo grande de Europa y se lo lleve antes?
– A mí me gustaría que debute en River, más que nada porque es un proceso que terminaría en el club donde se inició. Luego tendrá tiempo para ir a Europa y jugar a los grandes de ese continente. Su sueño es debutar en River porque es hincha de ese club y tiene las cosas bastante claras. Espero que sea lo antes posible, pero sin quemar etapas; está muy bien encaminado. Tiene la cabeza muy bien puesta, así que esperemos a ver cuándo se dará su estreno en Primera.
– ¿Ya está punto caramelo para que debute?
– No le voy a decir a Martín Demichelis lo que tiene que hacer, pero para mí ya estaría cerca de debutar en Primera, mucho más con el rendimiento en el torneo Sudamericano, en el que es la figura. Por lo menos para ir entrenar con la Primera ya está en condiciones, para así empezar a tener el roce con los de la máxima categoría.
– ¿Qué le faltaría?
– Su proceso de maduración. Claudio a los 17 años está para debutar en Primera y otros recién a los 20 están preparados. Depende de la maduración de cada futbolista. Tenemos una buena idea, pero los buenos jugadores terminan debutando siempre.
– ¿Qué fue lo que le enseñaste que Claudio lo remarca en cada entrevista que da?
– Es un orgullo haber sido parte de su proceso formativo. Me da mucho placer que me nombre porque se nota que algo le dejé, no sólo desde lo futbolístico, sino también en la parte humana. Recuerdo que se fastidiaba cuando le decía “cuando no tenemos la pelota, tenés que volver con el 5 para marcarlo y trabajar para el equipo. Cuando tenés la pelota, hacé lo que quieras”. Pero eso no le gustaba, como a todo nene de 10 años, y sabiendo además de sus cualidades. Igualmente, con el tiempo me terminó dando la razón.
– ¿Por qué le pusieron “Diablito”?
– Por su parentesco futbolístico con el boliviano el Diablo Etcheverry. En River se lo pusieron y así le quedó. Pero no le disgustaba.
– ¿Cómo se maneja con sus compañeros dentro y fuera del vestuario?
– Es un chico normal, no lo veo como una estrella del fútbol, ni que se la crea. Obviamente sabe quién es y el lugar que ocupa, pero con sus compañeros es uno más. En nuestra categoría, a veces les hacía bromas a sus compañeros y en otras las recibía y no se enojaba, pero pasaba desapercibido. En el campo de juego era un distinto, el jugador que nos hacía ganar los partidos; la frutilla del postre. En un encuentro cerrado, Claudio te abría el marcador.
– ¿Es cierto que el Barcelona puso los ojos en él y se lo quería llevar?
– Sí, luego de que fuimos a disputar el torneo de Venecia y le metió cuatro goles a la Juventus. Cuando volvimos, lo querían tanto la Juve como el Barsa. Pero no estuve al tanto de la situación y nunca me enteré si fue algo concreto.
– ¿Qué tal fue su desempeño en el torneo italiano?
– Fue muy bueno, se dio allá por junio del 2017, y fue una experiencia hermosa. Con River enfrentamos a equipos muy importantes del mundo: la Azzurra, Roma, Atlético de Madrid, Chelsea, Corinthians; era como un Mundial de Clubes. Nos fue muy bien. Al principio nos costó porque era una cancha de siete jugadores y no estábamos acostumbrados, pero luego le agarramos la mano. Perdimos un partido increíble con el Benfica por 1 a 0 y quedamos en el tercer lugar, pero dejamos a River bien parado. A Claudio le vinieron a sacar fotos de todos lados y ahí empezó a nombrarse por su gran talento.
– ¿Qué lesión sufrió el Diablito que lo marginó de las canchas un tiempo largo?
– Sí, el año pasado sufrió la fractura de una vértebra lumbar a finales de marzo, lesión que lo marginó de las canchas por casi cinco meses, después de un arranque espectacular con la convocatoria a la Sub 17. Ya estaba en Inferiores, le mandé un mensaje, y le deseé una pronta recuperación.
– ¿A qué jugador lo ves parecido?
– Al Burrito Ortega. Con el tiempo fue evolucionando, pero cuando lo tuve tenía esos frenos y arranques como tenía Ariel en su momento. A Claudio lo veía igual, tiene esos frenos que provoca que los rivales pasen de largo y una gambeta endiablada que hace que no lo puedan parar. Ahora lo observo un poco más dinámico y está muy bien físicamente, y más cerebral. Hoy, el Diablito es una mezcla de Ortega con Gallardo, un estilo así. Un tipo cerebral como Marcelo y con la gambeta del Burrito.
– ¿Cuánto tuvo que ver Ortega en la formación de Echeverri?
– Mucho, porque todos los lunes previos a la llegada de la pandemia, Ortega hacía un trabajo de técnica individual en River y Claudio era uno de los que trabajaban con él. Iban y entrenaban definición, gambeta; un entrenamiento más personalizado.
– ¿Gallardo, como entrenador, tuvo alguna vez la intención de subirlo a Primera?
– No lo sé. Sí estaba al tanto de la situación de Echeverri, porque sabía de todos los juveniles de las Inferiores y de Infantiles, pero no sé si tuvo chances o pensó en hacerlo debutar en la Primera.
– ¿Es cierto que un día tuvo casi tanta popularidad como Messi y Maradona?
– Sí. Resulta que River jugaba un torneo en Brinkmann, Córdoba, y luego de cada partido Claudio era como Messi y Maradona juntos, porque lo teníamos que sacar por la puerta del costado del estadio para que no lo agarraran, ya que había no menos de 200 personas pidiéndole autógrafos y fotos; todos ldetrás de él. No sólo los chicos del lugar, también los adultos. El nene tenía 11 años, pobrecito, no entendía nada. Obviamente que su rendimiento en la cancha llamaba mucho la atención. Pero no podíamos salir del estadio, una cosa increíble. Siempre tuvo los pies sobre la tierra, viene de una buena familia y es un chico muy educado. Así que se merece todo lo que está viviendo y le deseo lo mejor.
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