Faustino Oro, el niño argentino que sorprende al mundo por sus genialidades sobre un tablero de ajedrez
Esta es una historia acorde a los tiempos actuales de inmediatez y celeridad que se disparan con los avances de las ciencias. La misma gira sobre la idiosincrasia de un niño argentino perteneciente a la generación Alfa (así denominados a los nacidos a partir de 2010, que conviven, juegan y son educados en la Era digital) que descubrió el ajedrez durante el confinamiento de la pandemia por el COVID-19, y que sólo tres años después se muestra como un experto en descifrar los secretos del juego. Faustino “El Pibe de Oro”, de 9 años, es el protagonista; el único ajedrecista en los más de quince siglos de historia documentada de esta actividad que a tan temprana edad alcanzó una fuerza de juego de 2316 puntos de Elo (así se denomina el puntaje del ranking del ajedrez). Su record en precocidad lo sitúa por encima de legendarias figuras como Fischer, Karpov y Kasparov, e incluso del actual N°1 del mundo y ex campeón mundial Magnus Carlsen. Con sus hazañas frente al tablero batió las marcas en edad y de fuerza de juego con las que alcanzó los títulos de Maestro Candidato y Maestro FIDE. Le quedan sólo dos peldaños para convertirse en gran maestro. Por todo esto, desde hace dos años es (y fue) reconocido como el mejor Sub 8 y Sub 10 del mundo.
-Tu nombre y tus fotos están en los diarios, revistas, sitios de Internet y en redes sociales. ¿Te gusta que hablen de vos o te presiona para seguir ganando y batiendo records?
-Sí, está bien eso de estar en los medios o en los videos; no me molesta. Además, me gusta porque siempre dicen cosas lindas de mí y de cómo juego.
-¿Y cómo te gustaría jugar?
-Igual que Magnus Carlsen.
Faustino Oro, que el próximo 14 de octubre cumplirá 10 años, tiene el rostro redondo infantil que le dibuja una sonrisa casi permanente, el flequillo le cruza la frente y a través de sus gafas grandes y coloridas sus ojos castaños transmiten una mirada constante de asombro; este Enfant Terrible, que aún no aprendió en la escuela la tabla del 9, la división con decimales o la cantidad de planetas que forman parte del sistema solar, frente a un tablero de ajedrez es capaz de resolver ecuaciones a la velocidad de un rayo; su capacidad visual de cálculo le permite imaginar hasta 10 movimientos sin mover las piezas.
“Sinceramente, Faustino es diferente; he entrenado a muchos chicos de su edad que han sido campeones en Argentina, Chile, Paraguay, México y otros países, pero él es especial; me obligó a adaptarme a sus demandas. Y si bien adoro a todos mis alumnos, con él tengo una relación muy fuerte; ser su entrenador me llena de orgullo y me emociona. Es que a veces siento que estoy con Messi porque él hace cosas increíbles” le dice a Infobae desde Mar del Plata, Jorge Rosito, maestro internacional y uno de los profesores. Y, completa: “Cuando comenzamos a entrenar, dos veces por semana vía Zoom, en septiembre de 2020, yo advertí ya en la primera clase que tenía talento, pero no mucho más que me sorprendiera. Sin embargo, en la segunda clase, y todavía no había cumplido los 7, me dice con esa sonrisa desafiante de nene “yo puedo dar mate de alfil y caballo en menos de dos minutos” (se trata de una de las posiciones más compleja en los finales de ajedrez, y que demanda una secuencia casi perfecta de 33 jugadas para provocar el fin de la partida). ‘¿Ah, si? Bueno vamos a verlo’, le dije. Le puse la posición frente a uno de los mejores programas de ajedrez, y lo dejé que lo resolviera. ¡Y para mi asombro lo hizo en menos de dos minutos! Increíble. En 2012 la ex campeona mundial femenina, la ucrania Anna Ushenina no pudo darlo ni en 50 jugadas frente a la rusa Olga Girya. Sin salir de mi sorpresa le pregunté al ex campeón mundial Cadete, Marcelo Tempone, a qué edad él podía dar ese mate en menos de dos minutos. Chelo me miró y me dijo, ‘Jorge, ni hoy a mis 60 años puedo darlo en menos de dos minutos’” (risas).
Faustino Oro es hijo único de un matrimonio de contadores públicos: mamá Romina (especializada en impuestos) y papá Alejandro (en control de gestión); simpatizante de Vélez Sarsfield. Cursa el 4° grado en la escuela San José de Calasanz. A esta familia, vecinos de barrio San Cristóbal, en Buenos Aires, la pandemia y el consecuente confinamiento les cambió la vida.
El sábado 30 de mayo de 2020, los principales medios de comunicación en la Argentina informaban que el país contaba con más de 15 mil infectados por el COVID-19 y 520 muertos; los comerciantes porteños reclamaban por la reapertura de sus locales, los analistas económicos advertían que el cepo cambiario afectaría a los precios y a la producción, mientras el dólar blue se disparaba a $125, Lionel Scaloni elegía el estadio de la Bombonera para jugar con el seleccionado de fútbol, y en el exterior, un crimen racista desataba una ola de desmanes e incendios en Memphis, Phoenix, Nueva York y Atlanta. Ese día, por la tarde, los Oro se reunieron en el living de la casa; papá Alejandro sacó a la luz su viejo juego de ajedrez y se dispuso a enseñarle los movimientos a su esposa Romina y a su hijo Faustino. Alejandro, un ajedrecista con fuerza de jugador de club, había heredado el legado de su padre, Luis, el abuelo de Faustino. Como sucediera tres siglos atrás con la familia norteamericana Morphy; allí sólo los hombres jugaban ajedrez. Paul Morphy, a los 20 años, en 1857, se convirtió en el mejor jugador del mundo hasta su muerte en 1884.
“Fausti ya había visto a su papá jugando ajedrez por Internet, pero no le había parecido algo lindo, más bien aburrido. Él es muy activo y con el confinamiento estaba mal, sufría la pérdida del contacto con la familia, con sus primas y abuelos. Esa tarde mi marido puso el tablero físico y las piezas sobre la mesa y Fausti y yo aprendimos a mover las piezas; además nos abrió dos cuentas con usuarios en un club de ajedrez para jugar online para que fuéramos practicando. Era un lindo entretenimiento, pero yo me di cuenta de que no iba a tener tiempo para dedicárselo. En cambio. Faustino, se enganchó y empezó a jugar; todo lo que siguió se parece a una película. Ya no me quedan carpetas y biblioratos para guardar todo lo que se ha escrito sobre él, de sus logros, sus récords; todo pasó muy rápido”, aseguró a Infobae, Romina, la orgullosa mamá. Y agregó: “Desde el comienzo yo lo veía feliz, quería jugar y aprender, se levantaba y pedía que lo “loguearan”, miraba y aprendía jugadas a través de Youtubers (Pepe Cuenca y Luisón, entre otros) les copiaba los modismos, sus palabras y él se abrió un canal “Faustichess” (tiene 735 suscriptores y más de 30 videos) dónde comenzó a comentar las partidas. ¡Llegó a hacer un streaming de casi 3 horas, jugando con distintos rivales y contando cómo les ganaba!”.
Por su parte, papá Alejandro también tiene guardados a fuego los primeros recuerdos: “Todo empezó casi un mes después de que le enseñara los movimientos, al principio perdió muchas partidas, pero un día comenzó a ganar y a subir puntos en el ranking con su usuario de Internet. Me llamó la atención y fui a ver cómo jugaba, es que en esos tiempos de confinamiento nos ubicamos en diferentes sitios de la casa para que mi esposa y yo pudiéramos trabajar y él se entretuviera con el ajedrez por Internet. De pronto vi que hizo una combinación de 3 o 4 jugadas que era muy difícil de advertir por un chico y menos con algunas semanas de práctica. Me apunté la partida y se la pasé a mi papá, él si es bueno en esto y su respuesta me conmovió: “Eesto no es normal”. Ahí decidimos que empezara a tomar clases por Zoom, en el Círculo Torre Blanca (Faustino es socio) con el maestro Fabián Fiorito.
“Enseguida me di cuenta que Faustino tenía un don para el ajedrez; él no había tenido tiempo ni había leído nada de aperturas, medio juego o finales de partida, pero tenía una capacidad innata para saber en qué lugar debían ubicarse las piezas según lo requiriera la posición”, contó Fiorito, que además es el papá de Joaquin, de 16 (a los 15 años logró el título de maestro internacional) y Francisco, de 13 (que fue campeón argentino y Panamericano Sub 12).
“Otra cuestión que me llamó la atención” cuenta entre sonrisas y gestos de asombro papá Alejandro, “fue cuando se empezó a liberar el confinamiento y lo pude llevar al Círculo Torre Blanca para que tuviera clases presenciales. Allí Faustino volvió a demostrar que tenía una capacidad de razonamiento abstracto formidable; resolvía ejercicios de dar mate en cuatro jugadas a gran velocidad. Me di cuenta que el resto de los chicos del aula a veces se fastidiaban porque no podían participar, por eso decidí que empezara a tomar clases particulares. Comenzó con Guillermo Llanos y después con Daniel Pérez”, aseguró el papá.
Cuando los efectos de la pandemia fueron paliando, el pequeño Faustino Oro salió de su encierro; sin abandonar la práctica por Internet comenzó a jugar partidas presenciales. Sus progresos y resultados también llamaron la atención de las autoridades de la Federación Argentina de Ajedrez (FADA), que dirige el Ingeniero Mario Petrucci. Un grupo de entrenadores, entre los que sobresalen Jorge Rosito, Leandro Perdomo, Roberto Servat y últimamente Mario Villanueva, se pusieron a su disposición. En poco tiempo el niño que cree que las mejores cosas del colegio son los recreos, las clases de matemáticas y jugar al fútbol con sus compañeros, se quedó con las conquistas de los primeros puestos de los campeonatos metropolitano y argentino, en la categoría Sub 8, y al año siguiente la medalla dorada del Panamericano Sub 10.
En tres años, entre mayo de 2020 y mayo de 2023, Faustino Oro (FaustiChess, según su nick en los clubes virtuales) registró más de 45.000 partidas disputadas en ritmo rápido (más de 10 minutos), blitz (menos de 5 minutos) y bullet (hasta un minuto). De manera presencial ya tiene más de 200 jugadas con ritmo clásico pensado.
“En mi opinión, su gran nivel de juego en tan poco tiempo se explica, especialmente, por su gran memoria asociativa que desarrolló por la práctica repetitiva y consistente que le permite reconocer patrones del juego y encontrar soluciones creativas e intuitivas durante las partidas. Es un alumno excepcional, atento, dedicado y con gran voluntad de entrenar”, dijo el maestro Leandro Perdomo que lo entrena dos veces por semana de manera online y presencial.
-Y ustedes, como padres, ¿qué piensan de todo lo que está pasando, cómo manejan todo lo que sucede alrededor de Faustino y el ajedrez?
-Queremos ir paso a paso, hay que ver qué sucede con los cambios de edades, aunque por ahora él proyecta su futuro con vistas en el ajedrez. Le brindamos mucho poder de decisión, juega dónde él tiene ganas. Mantiene su atención con el fútbol, juega en la plaza, le gusta ver series y escuchar música de la radio. No le gustan mucho los reportajes porque le dan vergüenza. Tal vez por el juego es un chico ordenado, tiene sus horarios del colegio -va de 7.30 a 12.30-, sus clases particulares de inglés y con sus profesores de ajedrez. (Mamá Romina)
-Queremos que haga lo que tenga ganas. Si hubiera sido por mí debería haber aprendido mucho antes, pero agarró el ajedrez cuando él quiso. Al principio tal vez me imaginaba que ganaría un campeonato argentino sub 8, pero con él las cosas pasan volando; transmite su hiperactividad. Nuestra tarea como padres es apoyarlo, que disfrute, que no sea una carga jugar. Si prefiere descansar, mejor. Charlamos mucho con él, y ensaya metas que las supera rápidamente. En setiembre de 2022 tenía 2000 puntos de Elo y su idea era subir un poco, resulta que seis meses después ganó 300 puntos. En enero nos dijo que le gustaría este año ser Maestro FIDE, y dos torneos después ya había hecho el título. Por eso le hablo mucho, que no tiene que pensar en los récords, que el objetivo es mejorar el juego. Tiene diagramadas 10 horas de clases de ajedrez por semana, y él además le dedica entre 3 y 5 horas diarias a jugar por Internet o divertirse resolviendo ejercicios de táctica. Es cierto que nos invitan desde el exterior para que vaya a jugar, pero ni él puede faltar tres meses a la escuela, ni nosotros descuidar nuestros trabajos. Vamos día a día, ni siquiera sé si va a querer jugar el Mundial Sub 10 que en octubre se realizará en Egipto. (Papá Alejandro)
-¿Y, vos Fausti, qué decís, te gustaría jugar el Mundial?
-No creo; ahora estoy enfocado en llegar a los 2400 puntos y convertirme en maestro internacional. Hoy es lo más importante para mi.
-Y ahora que no hay pandemia y podés jugar cara a cara. ¿A quién te gustaría enfrentarte?
-(Piensa)… Con dos jugadores; del exterior con Magnus Carlsen, y de Argentina con Alan Pichot.
El fenómeno Faustino Oro despierta a diario sensaciones en el mundo del ajedrez a través de las redes sociales; en Twitter la cuenta ChessNumbers dedicada a la estadística histórica del juego lo comparan y resaltan sus récords por sobre figuras como el noruego Carlsen, que recién a los 11 años alcanzó el puntaje que Faustino logró con 9, o que el ruso Kasparov comenzó a destacarse en partidas pensadas recién a los 10 mientras Faustino tiene casi 200 jugadas, o el recuerdo de las palabras del propio Bobby Fischer que decía que su juego comenzó a ser bueno recién a los 11 años.
Mientras tanto, el niño sigue divirtiéndose y jugando por Internet, donde ha vencido a una decena de grandes maestros extranjeros, como los casos de Bacrot (Francia), Moiseenko (Ucrania) o Martínez Alcántara (Perú), o ha rozado la victoria ante figuras como Gata Kamsky o Vladimir Kramnik.
“Yo lo entreno como si fuera un gran maestro, pero nuestras clases son muy divertidas” asegura el marplatense Rosito, y completa, “él es muy divertido, me hace comentarios en inglés o en portugués mientras juega, y también les da indicaciones a sus peluches -tiene más de veinte- que lo acompañan durante las clases y a la hora de los sueños. Su ternura de niño me conmueve, pero sus jugadas me emocionan porque siento estar presente frente a un genio”.
Faustino Oro, la nueva promesa del ajedrez argentino. El chico de la lámpara; una estrella con sueño mundial.
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