Las noches interminables con Maradona, la presencia de Messi en su despedida y por qué fue cábala en Qatar: la vida “de película” de Maxi Rodríguez
“Toda mi carrera fue como una película, era todo muy loco. Todo lo que estaba en mi cabeza, a mi alrededor y lo que hacía era una película que se hacía en vivo”. Podría decirse que Maximiliano Rubén Rodríguez es uno de esos futbolistas que estuvieron tocados por una varita mágica. Forjó una amistad con su ídolo Diego Armando Maradona, al que vio por primera vez con 13 años haciendo jueguitos en cancha de Newell’s cuando el Diez fue presentado como jugador del club, para luego desvelarse noches enteras en Madrid con sus visitas espontáneas y ser dirigido en el Mundial de Sudáfrica 2010. Formó parte de una conexión sideral con Lionel Messi con idéntico origen en la escuela de fútbol rosarina y desde sus primeros pasos con la selección argentina hasta la actualidad. Dejó una marca indeleble con la camiseta albiceleste gracias al inolvidable título con la Sub 20 y los goles que se guardan en la retina de todos los fanáticos argentinos. Y logró algo que hasta a los mismísimos Maradona y Messi les costó: gozar de amor unánime por parte de todo el pueblo futbolero argentino.
La Fiera tendrá su merecido partido homenaje el próximo sábado en el Coloso Marcelo Bielsa y habrá figuras de sobra. El más esperado de todos es Messi, que le tiene tanto aprecio y cariño como para frenar sus vacaciones y plantearse jugar un rato al fútbol con caras conocidas en el “patio de su casa” incluso en el día de su aniversario número 36. En exclusiva con Infobae, Maxi Rodríguez abrió su corazón. Miró por el espejo retrovisor y sacó cuentas de lo que consiguió a lo largo de toda su carrera profesional. Se emocionó, se quebró y empezó a palpitar la fiesta colosal que lo tendrá de protagonista.
—¿Recordás detalles de cómo arrancó tu historia con la selección argentina?
—No se olvida porque marcan mucho esos recuerdos. Cuando me llamó José Pekerman para que fuera al seleccionado juvenil fue increíble, una cosa que no podía entrar a mi cabeza. Cuando cruzás el portón del predio de Ezeiza, te ponés las medias, la ropa… Es un placer increíble. Quería estar todo el día vestido con la ropa de la Selección. Entrenaba de lunes a miércoles en Ezeiza con la Sub 20 y volvía al club. También era sparring de la Mayor por el Mundial 2002 que se venía.
—O sea que tuviste desde muy chico contacto con Marcelo Bielsa, al que conocías bien de Newell’s…
—Él me hizo debutar en la Mayor en una convocatoria que viajamos a Japón. En ese partido entro y hago un gol. Pensaba “¿por qué me pasa todo esto a mí?”. Era muy joven y yo tenía admiración por todo lo que había hecho Marcelo en Newell’s. Lo tenía y tengo de ídolo, por eso era todo tan loco. Era todo una película lo que estaba en mi cabeza y a mi alrededor. Una película que hacía en vivo.
—¿Qué te dijo Bielsa la primera vez que tuviste contacto directo con él?
—En una de las primeras charlas me explicó por qué me había convocado. Me mostró un video con jugadas buenas mías y dijo “yo lo convoco a usted por esto”. Siguió el video y había jugadas en las que había tomado malas decisiones: “A lo mejor no lo tendría que convocar por todo esto”. Era un diferente ya en ese tiempo y es uno de los mejores entrenadores que hay en el mundo. Marcelo y José (Pekerman) me marcaron y aprendí mucho con ellos. Con estilos diferentes, pero tenés una enseñanza muy grande cuando sabés agarrar lo que pide uno y otro. Me hicieron entender el fútbol, saber leerlo, porque más allá de jugarlo, hay que entenderlo.
—¿Hablabas de Newell’s con Bielsa?
—Cuando estábamos solos hablábamos de cosas del club. También cuando había algún compañero que lo cargaba o le decía algo. Reaccionaba bien, se prestaba a la broma en esos momentos. Y siempre trataba a todos de “usted”.
—En poco tiempo pasaste de ganar el Mundial Sub 20 y ser sparring de la Mayor a directamente jugar una Copa del Mundo en 2006. ¿Cómo afrontaste todo ese vértigo en tu carrera?
—Ahora que la FIFA me nombró para llevar el trofeo del Mundial Sub 20 que ganó Uruguay empecé a tomar conciencia de mi carrera. Aquel título nos marcó mucho a todos, teníamos un equipazo. Y el sueño de todo jugador es aspirar a jugar un Mundial. Pensar en lo lindo que debe ser defender a tu país y que todo el pueblo argentino está pendiente de lo que hacés vos ahí adentro con el plantel, el cuerpo técnico. La presión que hay, cuando salís y escuchás el himno… Es impresionante. En ese Mundial de Alemania Leo (Messi) también debutó contra Serbia y entró por mí. Como que sin querer estuvimos conectados. Y encima Diego (Maradona) estaba en la tribuna. Estaba todo alineado.
—Y también te había tocado estar en el debut de Messi con la Mayor, cuando lo echaron contra Hungría a los pocos segundos…
—Exacto. Leo estaba mal porque a nadie le gusta debutar y que te expulsen, pero son las cosas que tiene el fútbol. Leo tiene una capacidad tremenda de siempre sobreponerse a todo. Era muy joven, pero tenía personalidad. Hay imágenes que se ve que nos fuimos todos encima del referí para prepotearlo. Los más grandes trataron de contenerlo. Creo que no fue el debut que esperaba pero a lo mejor fue bueno porque salió fortalecido. Del talento que ya tenía ni hablar porque ahí ya pensábamos “cómo puede ser que haga todo esto”.
—De cien pelotas, ¿cuántas volvés a colgar del ángulo con zurda como hiciste contra México?
—Te agrego más, ¡de mil! De mil, meto una. Se dio en el momento que se tenía que dar. Podés entrenarlo, pero hay cosas que suceden cuando tienen que suceder y este fue en el mejor momento: en un Mundial y para pasar de ronda. En Qatar tomé más conciencia de ese gol porque estaba entre los mejores de la historia de los Mundiales. Uno lo vive tan natural y simple que a veces no se da cuenta. Lo primero que me recuerda siempre el hincha argentino siempre es el gol a México y el gol a Holanda en 2014. Quedaron muy marcados, son emociones muy fuertes. Todos saben dónde estaban mirando el partido. Eso quiere decir lo importante que fue cómo quedó grabado en la cabeza del pueblo argentino.
—Pateaste penales muy importantes en tu carrera y tu cara antes de rematar contra Holanda en 2014 lo decía todo. ¿Fue el penal que ejecutaste con mayor cagazo-presión?
—Yo en el momento no me doy cuenta de mi gesto como se ve en la tele. Sí estaba tensionado porque tenía la responsabilidad de llevar a Argentina a una final del mundo. Podía pasar que lo errara, pero estaba convencido de lo que iba a hacer. No refleja lo mismo mi cara, ja. Yo no era de patear fuerte, siempre trataba de ubicar la pelota a los costados del arco. Pero cuando salí de mitad de cancha para patear estaba convencido. Lo más complicado fue la caminata. Interminable. Porque ahí vas pensando en todo. Si pateo acá, allá, que tu familia está en la tribuna, que todo el mundo está mirándolo. Es un momento de tensión máxima.
—Más allá de esos momentos puntuales, el hincha argentino en general te reconoce como un jugador de elite por tu dilatada trayectoria en la Selección. ¿Cómo te lo hace saber?
—Por donde viajo, me recuerdan. Hay cosas que quedaron muy grabadas no solo en el hincha de Newell’s sino en el que le gusta el fútbol. Me recuerdan goles o jugadas que hice que ni yo me acuerdo. El hecho de ir a jugar a otro estadio y que me aplaudan, algo que no es normal para un país como Argentina, fue algo muy lindo para mí.
—¿Qué enseñanza te dejó Alejandro Sabella y cuánto dolió perder esa final contra Alemania en Brasil 2014?
—Alejandro fue un maestro, de esos profesores entrenadores. Un tipo muy noble, muy sencillo, muy simple. Esos entrenadores que iban más allá del jugador. Son esos padres que te quieren cuidar. Era todo eso Alejandro, creo que no debe haber persona que no lo quiera. Y en cuanto a la final, nos dolió mucho. Nosotros desde chicos queremos ganar, somos competitivos y hasta en un amistoso con amigos jugamos en serio. Imaginate en una final del mundo. Dolió en lo personal, dolió ver a compañeros llorando por la derrota, dolió por la Selección, dolió por todo. Pero a veces las cosas no se dan en un momento porque se tienen que dar en otro.
—Y aunque no te tocó jugarlo, estuviste presente en Qatar 2022 como comentarista para la TV y visitaste todo el tiempo al plantel de la selección argentina. ¿Cómo fue vivirlo así?
—Me tocó vivirlo desde otro lado, con traje. Fue una linda experiencia, me gustó mucho, me sentí cómodo. Con nerviosismo igual, porque yo sé lo que sienten los chicos en la cancha. Y más por cómo se había empezado con la derrota ante Arabia Saudita. No había margen de error. Pero los acompañé desde mi lugar, hablaba todo el tiempo con ellos y lo disfruté mucho.
—¿Cómo notaste a los jugadores de la Selección después de la derrota contra Arabia?
—Esos días que tuvieron antes de jugar con México hubo mucha tensión. Cuando vos ganás ese primer partido te da tranquilidad, sabés que si ganás uno más estás clasificado. Para un país como el nuestro quedar eliminado en la primera instancia iba a ser muy duro. Cuando se llegó a la cancha para jugar contra México se respiraba ese clima. Para mí fue el peor momento del Mundial porque no había margen de error. En los otros partidos estás nervioso, pero es un cagazo normal. Con México sabíamos que si no ganábamos, nos volvíamos a casa. Fue todo así hasta que hace el gol él, quién otro. Ahí el equipo se empezó a relajar. Pero hasta que no hizo el gol Leo había mucho nerviosismo.
—¿Mito o realidad que Messi, Di María y compañía te pedían que te pusieras el traje bordó por cábala?
—Es verdad, ja. Me jodían con eso y me pedían que me lo pusiera. No estaba previsto, incluso en el canal querían que me lo cambiara por un tema de vestuario, pero les dije que no, que el traje no se tocaba. La verdad que los muchachos dieron el mejor mensaje: no bajar los brazos, nunca relajarse, nunca rendirse. A veces hay que comerse cachetadas y derrotas para salir fortalecido y después conseguir por lo que lucharon. Fue un golpe increíble el que dieron para mostrarle a los chicos que en la vida nada es fácil. Hay que tener perseverancia. No porque un día hiciste dos o tres goles ya está todo o porque te fue mal en un partido. Hay que buscar el rendimiento parejo e insistir hasta lograr lo que se quiere.
—¿La primera vez que viste a Maradona en vivo fue cuando lo presentaron en Newell’s como jugador en el 93?
—Sí, fue una locura. Tenía 12 ó 13 años, nos mandaron a hacer jueguitos y desplegar las banderas en el campo de juego. Que Diego viniera acá era una locura.
—No se conocían, pero hay una foto que demuestra que estuvo Scaloni también…
—Scaloni está en todos lados. Tenía rulos ahí. Sí, Leo también estaba ese día, no creo que haciendo jueguitos porque no hacía ni tres seguidos, pero estaba. Creo que a él lo habrán mandado a sacar las banderas y que los jueguitos los hicieran otros. Leo es un fenómeno, somos muy amigos.
—¿Con Maradona empezaste a hacer relación cuando estabas jugando en Atlético Madrid con el Kun Agüero?
—En España con el Kun estábamos las 24 horas juntos. Nosotros entrenábamos y a la tarde hacíamos nuestra vida normal. A la noche nos juntábamos con Diego, un asado, pizzas caseras, pastas o lo que fuera. Eran noches interminables. Diego te decía “si te vas, mañana no nos juntamos y no te hablo más”. Cuando tu ídolo te dice eso decís “yo me quedo”. Nosotros al otro día estábamos arriba a las 7 ó 7:30 para ir a entrenar. Después sí metíamos unas buenas siestas porque sabíamos que al otro día venía Diego de nuevo a mi casa o la del Kun. La pasábamos increíble.
—Y encima se dio que justo hacés el gol del triunfo 1-0 ante Escocia en el debut de Diego como técnico de la selección argentina…
—Esa noche fui a la habitación de Diego para que me firmara la camiseta que había usado y me dijo “no, esta camiseta me la quedo yo. Traé la otra que te la firmo”. Un recuerdo increíble. Uno creció con Diego y por eso no podía creer que mi ídolo me hablara de igual a igual.
—¿Fue difícil adaptarte a tenerlo como entrenador después de haber sido tan amigo?
—No, porque sabíamos el papel que teníamos que ocupar. No había que romper ninguna barrera y él lo hacía muy natural también. No hay que abusarse de la confianza que nos puedan llegar a dar. Teníamos una relación muy buena como la tenía con todos. Él había sido jugador, entonces sabía lo que el jugador pensaba y sentía. Le tocó estar del otro lado de la línea y fue algo muy lindo también.
—Si a todos nos pegó duro el fallecimiento de Diego, no imagino cómo te habrá pegado a vos que habías sido tan cercano, ¿no?
—Pensamos que a él nunca le iba a pasar nada porque siempre se sobreponía a todo y era fuerte. Pero esas cosas llegan y nos van a tocar a todos, así es la vida. En lo personal fue algo muy duro, muy fuerte, porque tenía una gran relación con él y su familia también. Fue durísimo enterarme de esa noticia.
—Al menos te diste el gusto de hacerle un lindo homenaje en su última visita a la cancha de Newell’s…
—Fue la primera fiesta que se le hizo a Diego en el fútbol argentino. Llamé al presidente que estaba en ese momento en el club y le dije que teníamos que hacerle un recibimiento como Diego merecía. Marcamos una tendencia, a partir de ahí se lo hicieron en todos los estadios. Lo llamé a Diego y le dije que le queríamos hacer algo. Me respondió “Fiera, hacé lo que quieras, todo lo que venga de vos será lindo. Lo que sí, me voy a emocionar mucho, no sé si voy a poder hablar”. Y para eso se lo hicimos, para que se emocionara y lo disfrutara. Fue emocionante para todo el mundo del fútbol y sobre todo para el hincha de Newell’s, que lo pudo ver con la camiseta leprosa. Todavía tenemos el trono en el que se sentó para dirigir ese partido ante Gimnasia y hay otro en la AFA que lo veo cada vez que voy.
—Tu carrera también te dio la posibilidad de conocer a Messi, con quien mantenés una relación de amistad. ¿Cómo era él en sus inicios?
—Un chico muy normal, muy sencillo. Un poco introvertido. Me acuerdo que concentraba con Oscar Ustari en el Mundial de Alemania 2006 y yo iba seguido a romperles les huevos a la habitación porque me gustaba hacerlo con todos. Eran los dos más chicos del plantel.
—Riquelme ya confirmó que Messi irá a su partido homenaje el próximo domingo, pero vos todavía no aseguraste que Leo vuelva al Parque Independencia. Es la pregunta del millón…
—Soy mucho de cuidar a mis amigos. La invitación la tienen todos. El que quiera venir, va a venir. Es una fecha especial porque es su cumple. Leo es un amigo, yo quiero que esté tranquilo y disfrute de su estadía. La invitación la tiene, en ese sentido estoy tranquilo con eso.
—Hay otros invitados que ya están confirmados. ¿A quiénes podés mencionar y quiénes van a faltar?
—Muchos están con trabajo, pero tienen la intención de estar y eso es mucho para mí. Vendrán Javi Saviola, el Cabezón D’Alessandro, Coloccini, Leo Ponzio, Poroto Lux, Ariel Ortega, Nachito Scocco, Heinze, el Tata Martino, Pekerman, David Trezeguet, Juanpi Sorín, el Cuchu Cambiasso. Van a jugar algunas chicas como Lucha Aymar, la Sole, Mariana Larroquette y la idea es que jueguen un ratito mis dos hijas. También están Pachu y Pablo, que están más preocupados por tomar y comer algo que por jugar. Y el cuerpo técnico de la selección, con Scaloni, Aimar, Samuel y Placente, que están pendientes de cuánto tiempo jugarán. La convocatoria para el partido demuestra el cariño de la gente y para mí eso ya es lo mejor. Que quieran estar ya es suficiente para mí.
—Invitaste hasta amigos que están identificados con Central como Ángel Di María, el Kily González y el Pocho Lavezzi…
—Me encantaría que puedan estar. Esta es una ciudad muy pasional, se vive con mucha euforia. Pero cuando uno hace una fiesta acá, el que es de Newell’s tiene gente invitada que es de Central y pasa lo mismo al revés. No hay nadie que diga “no, vos no entrás porque sos del otro cuadro”. Yo entiendo el folclore de la cancha, pero me encantaría que viniera alguno de ellos. Sería un mensaje de grandeza que le damos al mundo. Me gustaría que al menos no los insulten. Creo que la gente va a responder de la mejor manera porque entiende que es una fiesta y será un gran mensaje desde el Coloso para todo el mundo.
—¿A Chiqui Tapia también lo vas a hacer jugar en tu partido despedida?
—Lo voy a dejar que observe tranquilo. Llegan unos días antes después de esa paliza que se pegan por Asia y dijo que venía. Son gestos que a uno lo movilizan porque quieren estar y pertenecer a lo que será esta verdadera fiesta colosal. El Chiqui acompañó muchísimo permitiendo que la camiseta de la selección argentina pueda estar en esta fiesta, al igual que el presidente de Newell’s, Nacho Astore, para abrirme las puertas. Esperemos que en los palcos haya buenas autoridades porque esperamos gente de Conmebol y de FIFA. Será una verdadera fiesta para todos.
—¿Cómo se ganó Chiqui Tapia la confianza de los jugadores de la selección argentina?
—Todos nos necesitamos entre todos, el jugador necesita cosas de los dirigentes y los dirigentes de los jugadores. Cuando vos entendés eso y hay un solo objetivo que es ganar, no es muy difícil hacer las cosas. Cuando se gana, se favorecen todos, las instituciones también. Chiqui sabe entender el rol que ocupa, lo ves muy cercano al grupo tomando mate y está cuando tiene que estar. Cuando no tiene que estar, no. A los chicos se los ve a todos muy relajados y haciendo grupo, que es lo más lindo que hay.
—Te emocionaste mucho en tu último partido como profesional. ¿Guardaste algunas lágrimas para el sábado?
—Las lágrimas van a salir, son cosas que no puedo ni quiero ocultar. Hay que sacarlas. Estoy armando un partido en el patio de mi casa, con todos mis amigos, la gente que quiero y mi gente en las tribunas. Más no puedo pedir.
—Qué mejor que hacerlo en el club de tus amores, ¿verdad?
—Yo desde chico vivía acá adentro. Venía con mis amigos, mi familia y los fines de semana a la tribuna a ver a la Lepra, así que mi vida entera pasó por este club. Tenía el sueño de jugar de chico en la Primera de Newell’s, no veía otra cosa. Cuando debuté dije “ya está, hice todo”. Lo que vino después fue una película increíble.
—Vos expusiste a muchos ídolos de clubes con la decisión de volver a Newell’s cuando todavía estabas vigente en Europa porque fue exclusivamente tuya…
—Fue 100% mía. No es que recibí llamados, vine porque había alguien jugando o en el banco de suplentes. Sentí que el club me necesitaba y volví. Creí que le podía aportar algo al club dentro del campo de juego, desde otro lugar del mundo no iba a poder hacerlo. Estaba en uno de los mejores equipos del mundo como Liverpool con contrato vigente, pero llamé al presidente Guillermo Lorente y le dije que volvía. Me dijo que por favor no lo estuviera jodiendo con eso. Lo sentí y lo decidí. Fue una decisión con el corazón que después te puede salir mal, porque Newell’s estaba último en la tabla de promedios. Y sabés cómo es si te sale mal: la gente te va a putear, insultar y todo. No soy de hablar de más sino de hacer las cosas. El mejor ejemplo que podía dar en ese momento fue venir, ponerme la 11 y hacer lo mejor posible.
—¿Te imaginabas que tu regreso se podía coronar con un título como el de 2013?
—No, era algo que ni tenía en la cabeza. Yo lo único que quería era que Newell’s no se vaya a la B, era el compromiso que me había puesto yo. Después, lo que vino de levantar la copa… (NdeR: deja de hablar unos segundos porque se emociona). Fue un regalo que me dieron. Newell’s no está acostumbrado a salir campeón todos los años, agarra rachas. Yo me fui en 2002 y el último campeonato había sido en 2004. Lo disfruto todo como hincha. Jugué, pero lo disfruté más aún por ser hincha.
—Para sacarte de la congoja, te voy a llevar a algún recuerdo lindo. ¿Cuál fue para vos el mejor gol que hiciste con la camiseta de Newell’s?
—Tuve goles muy lindos, pero vuelvo al plano emocional. El mejor gol que hice, y saco al hincha de Newell’s porque es el que todo hincha de fútbol quiere hacer, a tu clásico, en el minuto que lo hice yo, fue a Central en 2016. Hacer un gol en el clásico en el minuto 93 cuando ya termina el partido es algo imborrable. A veces pienso “loco, me pasó de todo”.
—¿Te ves en el futuro siendo entrenador, dirigente y/o presidente de Newell’s?
—Si hoy te tengo que decir que estoy preparado para ser técnico o dirigente te miento porque no lo estoy. Hay que prepararse y no es fácil, no tiene nada que ver con jugar a la pelota. Voy a seguir ligado al fútbol porque es lo que me gusta y me sigue apasionando. Estoy muy ligado a lo que hago con FIFA y la selección argentina. Cuando termine mi fiesta voy a hacer cosas con el Mundial Femenino para Telemundo. Siempre estaré ligado a lo que tenga que ver con una pelota, pero no tengo el sueño de ser presidente de Newell’s.
—¿Qué significa la selección argentina para vos?
—Es todo. Newell’s siempre va a estar por el amor que tengo y porque soy hincha enfermo, pero la camiseta de la Selección también es todo porque conviví toda mi carrera ahí adentro del predio con la camiseta, desde juveniles hasta que me retiré. Estuve más de diez años en ese predio, que es el más lindo que hay en el mundo a nivel selección. La selección argentina es lo más.
—¿Qué es Newell’s en tu vida?
—Es mi vida, mi casa, es todo.
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