La inédita resolución para que un voto se mantenga secreto en un pueblo de Santa Fe donde hubo empate
Un sobre con un solo voto, que permanecerá cerrado, no se abrirá ni se tendrá en cuenta para el recuento definitivo y se lo devolverán lacrado a quien lo emitió, se convirtió en la comidilla más curiosa de las elecciones primarias del domingo pasado en Santa Fe.
Un jubilado italiano que votó en un pueblo de esa provincia nunca imaginó que cumplir con su deber cívico -a pesar de no estar obligado por sus 79 años- le iba a hacer vivir una novela de complicaciones.
Aunque en la población donde vive hay otros ciudadanos extranjeros, fue el único que concurrió a sufragar el pasado domingo para elegir entre precandidatos a presidente comunal, además de gobernador, diputados y senador por el departamento.
En su pueblo, Casalegno, ubicado a unos cien kilómetros de la capital santafesina, están habilitadas para votar 176 personas, concurrió el 84% y el resultado del escrutinio provisorio dio empate en la única urna general: 69 a 69, y un único voto extranjero recolectado en sobre aparte, que no se abrió la noche del comicio.
Esa situación colocó a Roberto Petrín en el centro de una insólita y azarosa situación. El día que se develara el resultado oficial de los comicios durante el escrutinio definitivo, que empezó este miércoles, se iba a saber inevitablemente a quien había votado el inesperado encargado de desempatar la elección.
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El voto del sobre para extranjeros se abre sólo en el Tribunal Electoral, por eso logró mantenerse la incógnita sobre quien había ganado las elecciones para presidente comunal y, sobre todo, saber a cuál de los dos únicos candidatos terminó votando el jubilado italiano, que hace diez años está afincado en esa localidad.
Pero en el escrutinio definitivo, cuando llegara el turno de verificar los datos del departamento San Jerónimo se iba a terminar sabiendo.
Un sobre cerrado, un voto secreto
Fue por eso que el Tribunal Electoral de Santa Fe tomó una decisión inédita: no abrir el sobre donde está ese único voto y devolvérselo lacrado a su dueño, el jubilado italiano que no quería estar en boca de todos y probablemente cuando se lo den decida destruirlo antes que se filtre entre sus vecinos.
Si lo hubieran abierto, se habrían violado sin remedio todos los artículos de la Constitución nacional y provincial que consagran el secreto del voto. Ese fue el argumento para decidir que siga cerrado y en el misterio, que por otra parte no tenía ningún valor develar.
La particularidad de esta situación es que ese voto único, que podría desempatar la elección para presidente comunal de Casalegno no define nada, salvo el dato simbólico de quien ganó las PASO, porque no había internas dentro de los únicos dos frentes que presentaron candidatos sin otros competidores.
Al tratarse de comicios internos, a estas dos únicas listas las primarias les sirvieron para conseguir el piso de votos necesario para pasar a la elección general del 10 de setiembre, donde volverán a enfrentarse la actual presidenta comunal María del Luján Giménez (radical de Unidos para Cambiar Santa Fe), que va por su segunda reelección, y su rival Luis Miguel “Percha” Rodríguez, del frente peronista “Juntos avancemos”.
Habrá que ver si en esa ocasión se repite el empate o alguien cambia su voto. En el resultado también estarán afectados los que no votaron esta vez y lo harán en la próxima, así como los tres votos en blanco, los seis impugnados y el único recurrido que tuvo esta elección.
También el voto del jubilado extranjero que a diferencia de lo que pasó en las internas, esta vez va a dar lugar a algunas modificaciones en el procedimiento electoral en toda la provincia cuando se trate de pocos electores. Aunque nadie piensa que pueda repetirse semejante historia.
En el medio, y en una defensa contrarreloj de su intimidad, el jubilado nacido en Udine, quesero de profesión y que también vivió un tiempo en Rosario, llegó a reclamar que se anule su voto. “Están vulnerando mi privacidad, el único voto cantado va a ser el mío”, dijo a la prensa con algo de enojo.
Por si no quedaba claro de lo que hablaba describió algo bastante común en los pueblos chicos: “Nos conocemos todos, habrá 69 que me van a querer y 69 que me van a odiar y quiero seguir viviendo tranquilo”.
Aclaró que cree que los dos candidatos en disputa son “buenos vecinos y excelentes personas” y, sin que sea voto cantado, deslizó por quien de ellos dos tenía más afinidad después de haber comido algunos asados. Aunque es probable que después de semejante exposición, ahora piense dos veces si va a volver a votar en setiembre.
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