La leyenda detrás del regalo de Michael Jordan a Maradona y el sueño de Diego que nunca se cumplió
Cuenta la leyenda que una tarde estacionó un camión en la puerta de la casa de la familia Maradona en la calle Cantilo, corazón del barrio de Devoto. Los empleados bajaron una estructura de más de tres metros desarmada con una carta a modo de dedicatoria: “Para mi gran amigo Diego”. Los testigos aseguran que estaba firmada por otro mito del deporte, contemporáneo del Diez (apenas tres años menor): Michael Jordan.
“El aro llega en una camioneta del correo. Cuando entran a bajar pedazos, pregunté: ‘¿Qué traen?’. Y ahí don Diego me dijo: ‘Este es el aro que le regaló Jordan, lo mandó diciendo que era para su gran amigo Diego Maradona’. Vino una persona, un herrero, lo armó y quedó en la casa para siempre”, confirma la escena Claudio Langelotti, el Vigi, guardián de la propiedad durante más de 30 años, incluso en la actualidad, en pleno proceso de restauración.
Consultado por Infobae, otro miembro de la familia certificó la historia de que quien envió el aro, con el logo de la NBA, había sido el mismísimo Jordan. Y que lo hizo luego de su segundo retiro en los Chicago Bulls, tras lograr el sexto anillo de campeón (luego, ya en el siglo XXI, tuvo dos temporadas bonus en los Washington Wizards). “Primero el aro estuvo al lado de la palmera, en el fondo del parque de la casa. Después, más acá, junto a la pileta. Jugaban bastante. A Diego le gustaban todos los juegos. El último que compró, me acuerdo, fue el sapo. La mesa de ping pong… Con el básquet tenía una calidad… Decía ‘la tiro así', y pum, la embocaba…”, evoca Langelotti. “Todo lo que hacía, lo hacía bien”, certifica la facilidad del ídolo para destacarse en todas las disciplinas.
Así, los picados con familiares o invitados eventuales en el parque de la mítica casa de Cantilo se hicieron habituales gracias al delivery de Su Majestad. Lo curioso es que Maradona y Jordan nunca estuvieron cara a cara. Y terminó siendo una de las cuentas pendientes de Pelusa, admirador de los deportistas de alto vuelo y de los que defendían la camiseta de Argentina..
Los guiños de Diego a MJ resultaron múltiples a lo largo de su historia. Uno muy recordado se dio en La Pampa, durante la puesta a punto del capitán albiceleste para el Mundial de Estados Unidos de 1994. En aquella preparación guiado por Fernando Signorini, y con muy pocos acompañantes, como su papá Chitoro y su asistente Chicharra Pérez, solía entrenarse con un atuendo muy especial. “Cada tanto usaba una camiseta de Michael Jordan, del Dream Team, y entonces decía: ‘¡Sáquenme fotos con esta, sáquenme fotos con esta, así me ve Jordan”, supo contar en una entrevista sobre aquella casaca del conjunto norteamericano que arrasó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
Ese hilo invisible entre genio y genio volvió a quedar en evidencia en la recordada entrevista del Líbero versus, en TyC Sports. “Soy fanático de Jordan”, subrayó entonces, y añadió que deseaba tomar contacto con él y con el golfista Tiger Woods. “Aunque sean americanos, ellos no tienen la culpa”, bromeó. Si hasta llegó a proponer al astro de los Bulls como candidato a presidente de los Estados Unidos. “Le daría un toque deportivo”, argumentó.
El doping ante Nigeria en la Copa del Mundo, el doloroso episodio del “me cortaron las piernas”, le cerró las puertas de Estados Unidos y de un anhelado encuentro con MJ a domicilio. Pero no dejó de tender puentes con el correr de los calendarios. Como en octubre de 2017, cuando lanzó una nueva paloma mensajera vía posteo en Instagram, desde Emiratos Árabes, donde trabajaba como entrenador del Fujairah FC.
“Te quiero conocer, maestro”, escribió, junto a una imagen de MJ. “I want to meet you, master”, agregó en inglés, con el anzuelo en el idioma de Jordan. Pero el crossover de leyendas no se concretó. La conexión, más allá del talento sobrenatural que compartían, quedó simbolizada en ese aro que permanece en el parque de la casa de la familia Maradona, hoy algo ladeado, vencido pero no derrotado, a la espera de ser restaurado, como está ocurriendo con el resto del templo que guarda la memoria del Diez, rodeado de tesoros que acunan historia.