Un zarpazo de Vitor Roque rescata a un Barcelona con pulso en Liga, pero sin reacción
Era un partido para reaccionar, decía, esperaba y pretendía Xavi, y fue un partido de continuidad, uno más, en el que nada había cambiado. Y nada podía cambiar con un simple anuncio de futuro que no ejerce ninguna influencia en el presente. Los mismos jugadores, el mismo entrenador, el mismo estadio, un rival reciente… El Barça ganó por inercia, por un arreón de Vitor Roque que mantiene a los de Xavi con pulso, pero sin la reacción esperaba por el técnico azulgrana.
Sus futbolistas saltaron al campo con indiferencia. En toda la primera parte se quedó sin chutar a puerta y un Osasuna de rotaciones empezó a perder el miedo a los catalanes. El Barça acabó sufriendo pese a jugar con superioridad numérica y Vitor Roque tuvo que autoinvitarse a la fiesta para evitar otra quema en Montjuic. La deseada reacción de Xavi la provocó el fichaje más caro de la temporada, el futbolista menos utilizado de la plantilla, el último en llegar. Un minuto pasó entre su aparición en el césped para sustituir a Fermín -el sustituto a su vez de un Ferran que se marchó lesionado entre lágrimas- y el gol que marcó el brasileño al acudir al remate al primer palo.
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Inicio imbatido
Tal es la rutina de este Barça que los patrones se repiten sin remedio. Si bien esta vez no encajó un gol en el primer suspiro –ya es algo–, no se libró de sumar un nuevo lesionado a la pandemia. El noveno. Ferran Torres rompió a llorar al ver que ni siquiera podría pasar del minuto cinco de partido. Sus fibras estallaron, y el atacante, con la autoayuda de los servicios médicos, se vio de vuelta al pozo. La puesta en escena del Barcelona, que se suponía que debía ser la de un grupo que le debe algo a su entrenador y que demostrara algo de honor, fue deprimente.
Hombres como De Jong o Lewandowski, dos de los que más se autoflagelaron, fueron rémoras para su equipo. Unos jugadores acomodados y que en los días posteriores al anuncio de su técnico se rasgaron las vestiduras diciendo que todo era culpa suya y que habían fallado a su entrenador volvieron a quedar como unos vivales. Únicamente Fermín, que salió por el lesionado Ferran, Cubarsí y Lamine mantenían el nivel más allá de algún intento de remate de Koundé. Los azulgranas se empachaban de balón ante la complacencia de Osasuna.
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Partido atascado
No sabían cómo arrancar la jugada, por más que Pedri se ofreciera por delante de los centrales, los centrocampistas no daban ritmo al juego y no había profundidad en las bandas porque tampoco progresaba Cancelo. La dormidera azulgrana contagió a Osasuna, un equipo habitualmente intenso, que era incapaz de inquietar la meta de Iñaki Peña. Nadie generaba una jugada. Algunos aficionados empezaron a pitar en el momento de máximo sopor en Montjuic. Ante la falta de ritmo, Xavi quemó sus naves danto entrada a Vitor Roque y encontró la solución.
El brasileño desatascó el choque y provocó la expulsión de Unai García. Osasuna, obligado por el marcador, jugó mejor con 10 que con 11, cosas que suelen ocurrir. Tuvo que soportar el equipo azulgrana cómo los rojillos se le subían a las barbas y rozaban el empate hasta en dos ocasiones. Raúl García se topó con el palo y más tarde Iñaki Peña sacó la mano ante Moncayola. Hasta ahí llegaron las fuerza de Osasuna, que murió y vio desde la orilla como un solitario gol de Vitor Roque mantiene el pulso del Barcelona mientras llega la reacción esperada por Xavi.