El conflicto con Chubut expuso la estrategia sostenida de Milei, el vínculo oscilante con el PRO y las diferencias entre Macri y Bullrich
Hasta ayer, a última hora de la tarde, ni Javier Milei ni el gobernador Ignacio Torres tenían intenciones de bajar el nivel de máxima tensión en torno al conflicto por la coparticipación chubutense. Según trascendió, una vez que se comunicó la suspensión de la reunión que el mandatario patagónico tenía previsto mantener junto a algunos de sus colegas con el bloque del PRO en Diputados, y tras la confirmación de que se presentaría en los tribunales locales y ante la Corte Suprema para judicializar la disputa, sobrevolaron algunos contactos subterráneos, aunque muy informales y, peor aún, “muy endebles”, según confiaron fuentes cercanas al gobernador.
La noche anterior, un importantísimo dirigente del PRO que se referencia en Mauricio Macri le había asegurado a este medio: “Es tiempo de equilibrio y de apagar el incendio”. Ya era tarde: durante todo el fin de semana, Milei y Torres habían decidido llevar al extremo sus posiciones por los $13.500 millones en concepto de coparticipación que la Casa Rosada le retuvo al gobierno provincial por una deuda de la anterior gestión. Anoche, en un mensaje a los legisladores locales, el gobernador insistió: “Quiero dialogar y acordar, pero no me voy a dejar apretar nunca”.
Este martes, en tanto, el chubutense se vería en el Senado con colegas de otros signos políticos.
El conflicto entre el gobierno y Chubut expuso la estrategia sistemática de Milei de revalidar a diario su liderazgo frente al sistema político tradicional, al que denominó “la casta” desde sus épocas de campaña, sin distinción de contrincantes ni banderas partidarias: desde la CGT y los gobernadores del PJ, de la UCR y del PRO, hasta los legisladores y la Justicia, sin mencionar a artistas populares de la talla de Lali Espósito. Según el entorno presidencial, se trata de un plan que, por el momento, le dio al mandatario el suficiente rédito para, por ejemplo, edulcorar el brutal ajuste fiscal.
La estrategia presidencial de confrontación con Torres, avalada por el asesor Santiago Caputo -cada vez más mimetizado con Milei- y ejecutada por el mandatario desde las redes sociales, no solo ratifica la principal herramienta de gestión, es decir el relato oficial, sino que enrarece el clima entre La Libertad Avanza y el PRO y le agrega una cuota extra de tensión a la relación entre Macri y Patricia Bullrich, en la previa de la elección interna que, de no mediar imprevistos, le devolverá al ex presidente la presidencia partidaria.
En el búnker macrista de Olivos, donde Macri pasa buena parte de su tiempo, sobrevuela una sensación extraña: creen que Torres jugó demasiado a fondo y que técnicamente el presidente tiene el suficiente aval legal para retener los fondos coparticipables como lo hizo, pero que la ofensiva de Milei contra un gobernador prominente del PRO como el de Chubut no colabora con la fusión ideológica con el gobierno a la que adhiere el ex jefe de Estado. “Es un mojón de mierda”, resaltaron este lunes colaboradores de Macri.
En ese contexto, Bullrich volvió a hacer gala de la audacia que la llevó a aceptar de manera unilateral el ofrecimiento de Milei de hacerse cargo del Ministerio de Seguridad, y el domingo, cuando el conflicto entre el gobierno y Chubut ya no tenía vuelta atrás, también decidió, como el presidente, acelerar a fondo: distribuyó entre la dirigencia del PRO un texto durísimo con el logo partidario con severos cuestionamientos a la advertencia de Torres de paralizar la provisión de gas y petróleo si la Casa Rosada no reponía los fondos provinciales.
Macri se enteró del documento cuando ya estaba redactado. Lo fastidió, a pesar de que, entre las decenas de adhesiones, no sobresalió ninguna de relevancia. Sí molestó en el búnker macrista el nombre de Federico Angelini -no avisó, según trascendió-, que trabaja formalmente con Bullrich, pero que supo ser muy cercano al ex mandatario. También sorprendió puertas adentro Eduardo Macchiavelli, no por ser un nombre relevante, sino porque hasta hace un par de meses se referenciaba en Horacio Rodríguez Larreta, cercano a Torres y en las antípodas de las posiciones más extremas del PRO.
Llamó la atención, por su parte, que Sebastián García de Luca, secretario de Articulación Federal del Ministerio de Seguridad, ex jefe de campaña de Bullrich, cercano a la ministra, no haya firmado el documento. En torno a la funcionaria deslizaron anoche que De Luca ya habría decidido renunciar a su cargo para volver a trabajar cerca de Rogelio Frigerio, con el que nunca cortó el vínculo. El ex viceministro del Interior, un dirigente dialoguista, trabó en los últimos años una fluida alianza con los gobernadores. El affaire Torres, confiaron, le deja poco margen de continuidad.
Bullrich aprovechó el silencio público de Macri para revalidar su pertenencia al gobierno, capitalizar sus acciones internas y recuperar la iniciativa de cara al cierre de listas partidario, previsto para la tercera semana de marzo. “Ella olió sangre y mordió con todo”, explicaron fuentes bullrichistas. Fuentes del PRO subrayaron que, por lo bajo, sobrevive un diálogo entre dirigentes de ambos referentes orientado a confirmar al ex presidente como el nuevo jefe partidario: podría ser proclamado, en caso de unidad, el mes próximo, para que no haya que esperar al 2 de junio, el día de la elección.
Lo cierto es que entre Macri y Bullrich el vínculo sigue muy tirante.
El ex presidente sabe que Torres no sería capaz de conducir al país a una parálisis gasífera y petrolera como amenazó a fines de la semana pasada, pero sí analizó que su sola advertencia pública desencadenaría una crisis política que, por el estilo del liderazgo presidencial, llevaría a Milei a redoblar la apuesta, como efectivamente propició desde las redes sociales. Y que eso lo dejarían en una posición incómoda. “¿Macri va a representar a los gobernadores del PRO que están en contra de Milei?”, se preguntó este lunes un operador de la ministra.
Tal vez haya sido una de las razones por la que se haya frenado el encuentro que Cristian Ritondo y el bloque del PRO mantendrían ayer con Rogelio Frigerio, Jorge Macri y Torres.
Macri intentó persuadir al chubutense el jueves pasado, cuando lo recibió en su oficina de Olivos junto a Frigerio y Fernando de Andreis. Macri le pidió tiempo para tratar de intermediar y encontrarle una solución al conflicto fiscal. Cerca del ex presidente aseguraron que la información que trascendió sobre su intento de mediación fue “exagerada”, y que solo hizo algunas gestiones “periféricas” en el Banco Central. De todos modos, altas fuentes del PRO confirmaron que ese mismo jueves Macri se intercambió mensajes con Santiago Caputo.
El ex jefe de Estado está alineado ideológicamente con Milei: coincide con el trazo grueso del programa económico y con su implementación. Y está dispuesto a cooperar, a pesar del affaire Torres que, en paralelo, la próxima semana sabrá cómo repercutió en su popularidad el conflicto en base a estudios de opinión pública.
Colaboradores de Macri aseguraron en estas horas que, más allá del conflicto, el PRO y LLA avanzarían en una suerte de alianza parlamentaria si es que se dan las condiciones internas. Para esa suerte de acuerdo, la resolución del caso Chubut es clave. También para Macri, que prevé dar un par de entrevistas televisivas en las próximas semanas. Hasta ayer, el presidente de la fundación FIFA no tenía todavía agendado un encuentro cara a cara con Milei, a pesar de que sí se cruzan mensajes de WhatsApp. Bullrich se aprovecha de esa indefinición.
Sí existe la posible incorporación de funcionarios representados por Macri, que públicamente se encargó de aclarar que ni Bullrich, ni Luis Petri ni ningún dirigente de su riñón se había sumado al gobierno, a pesar de la lista de técnicos del PRO que trabajan en el gabinete. El caso más notorio por estas horas es el de Julio Garro, el ex intendente de La Plata, que tiene casi todo acordado para sumarse como secretario de Deportes bajo el paraguas de Daniel Scioli.
A Macri le fascina el modelo inglés de gestión del fútbol, pero el ex embajador en Brasil ya le mandó a decir al ex presidente que él analizó la gestión de los clubes brasileños. Los dos están de acuerdo, y entusiasmados, con las sociedades anónimas deportivas.