La historia de Joao Fonseca, la nueva joya del tenis brasileño: del sponsoreo de la firma de Federer a la decisión que puede poner en pausa su ascenso
El deporte brasileño amenaza con cerrar una brecha que dejó abierta la partida de Guga Kuerten y el tenis mundial se ilusiona con una nueva figura en la constelación de la ATP. La llegada de Joao Fonseca, un jovencito nacido en Río de Janeiro hace 17 años, despierta la fantasía de un futuro N°1 surgido de las playas de Ipanema.
Nacido en el seno de una familia carioca sin problemas económicos y amante de los deportes, con su madre campeona de voley senior, hasta resulta lógico que Joao optara por seguir la línea de sus padres, aunque es el primero que intenta desarrollarlo a nivel profesional.
Con siete años, llegó al Jockey Club Leblón, del que su familia es socia, para presenciar, como espectador, la primera edición del Río Open. Se sentó en el palco para ver ganar a Rafael Nadal y se enamoró del tenis. “Papá, quiero jugar”, le dijo, y a partir de allí, su relación y ascenso en este deporte parece no encontrar techo. En su cabeza estaba poder emular a los tenistas que comenzaron a impresionarlo con su juego. Además del mallorquín, vio pasar a Ferrer, Thiem, Pella, Schwartzman y empezó a soñar aún más. “Quiero ser como ellos”, dijo el carioca. El Rio Open fue su musa y, por eso, el torneo lo toma como el primer jugador que es producto del certamen.
El pequeño Joao continuó asistiendo todos los años, en las que fue quemando etapas. De sólo mirar los partidos, tomó parte de los desfiles de niños, fue ballkid y, a los 14 años, actuó como sparring de los jugadores que llegaban a jugar en el torneo, uno de ellos fue Diego Schwartzman.
Posee un juego agresivo desde los dos lados (drive y revés), lo que considera su punto fuerte, por eso está enfocado en equilibrar la valentía para ese juego “tira bombas” con alguna flaqueza mental en partidos largos y desgastantes
“Le gusta mucho el tenis y es muy inteligente. Sabe lo que precisa y lo va pidiendo, no tiene miedo de hacerlo”, comentan desde su grupo cercano. Así fue como el año pasado se armó su equipo de trabajo, a su entrenador Guilherme Teixeira se le unió un fisioterapeuta y un preparador físico. Pero también sabe decir que no, como cuando decidió que aún no estaba preparado para salir a la alta competencia o cuando decidió que Andrés Sa dejara de acompañar a Teixeira.
Todo pasa muy rápido en su carrera. Comenzó a jugar de a poco y a destacarse en Brasil, ganando todo, también lo hacía afuera de su país, sin jugar tantos torneos. El año pasado tuvo la oportunidad de jugar, con 16 años, los torneos Juniors de Grand Slam y ganó el US Open, consagrándose como el primer brasileño N°1 de la categoría a nivel mundial. Este año había participado en los dos challengers de Argentina, llegando a semifinales del primero, pero perdió rápido en el segundo, al igual que en Punta del Este. Por primera vez disputó un torneo de ATP y lo hizo en su casa, en el Río Open, en el que llegó hasta los cuartos de final.
A pesar de la notoriedad que ha alcanzado con su tenis, todavía no hay una certeza de su continuidad como tenista profesional. En noviembre pasado firmó una intención de representar a la Universidad de Virginia en el tenis universitario y le puso puntos suspensivos a su carrera. “Es algo en lo que no quiero pensar ahora, sólo quiero jugar. Es una decisión personal y que no quiero ni voy a tomar por ahora, lo voy a hacer con mis padres, con mi familia. La voy a tomar junto con ellos y no la voy a hacer pública aún, la voy a dejar para después”, dijo en voz baja, pero con mucha autoridad.
Cuando surgió esa posibilidad el año pasado, la familia la tomó como una opción. “¿Qué sucede si juega uno o dos torneos, no pasa primera ronda y no está maduro para el Tour?”, se preguntaron. Por eso es que en junio decidirán qué harán con la opción universitaria, si prueban unos seis meses y luego despegan. Hasta ese momento, Joao buscará competir, sumar experiencia y ver qué pasa, pero no podrá quedarse con el dinero que obtenga de premios, ya que es una de las cláusulas que imponen las universidades en Estados Unidos. Lo que ha obtenido en premios desde noviembre pasado es donado. Los únicos ingresos permitidos, son aquellos de los sponsors que le cubren sus gastos que pueda comprobar ante la Universidad.
Del mismo modo, desde su entorno dicen que hay muchas empresas interesadas en contratar a Fonseca, pero que su familia los ha puesto en espera, ya que no pueden decidir nada hasta que se decida si va a dedicase al tenis profesional. Actualmente, sólo está sponsoreado por ON, la firma de Roger Federer, que también auspicia a Ben Shelton (EEUU) y a la N°1 del tenis femenino, Iga Swiatek (Polonia).
Aunque las chances están abiertas y el jugador no lo diga, desde sus cercanías aseguran que cada vez son menores las chances de que su futuro esté ligado a la Universidad de Virginia, con lo que el tenis profesional estará ante la presencia del nacimiento de una nueva estrella.
Fonseca no ha tenido mucho roce con el tenis competitivo, sólo ha jugado algunos torneos, por eso, con sus dos victorias en Río de Janeiro subió 312 puestos y se ubica en el 343 del ranking. “Jugar en Río fue un gran paso, pero yo quiero más, cada vez quiero más -parece ser la frase que le gusta repetir-. Me estuve preparando por semanas, meses”, comenta. El año pasado tuvo su primera oportunidad en la clasificación, a la que denominó como “una experiencia increíble”, pero jugó muy nervioso y no logró el objetivo. Este año la invitación fue para el Cuadro Principal del certamen: “Traté de disfrutar cada momento y de aprovechar la invitación”. Y así lo hizo.
La planificación de Joao era terminar el torneo carioca y comenzar a prepararse para una serie de torneos challengers en Sudamérica, pero las gestiones realizadas por su equipo dieron resultado y recibió la invitación para participar del ATP 250 de Santiago de Chile, donde cayó ante Tiago Tirante.
Pararse frente a Joao en una sala de prensa es muy distinto a tenerlo del otro lado de la red. Si bien su dimensión física no se modifica (1,85 metros), su postura y su gestualidad se modifica notoriamente. La agresividad con la que se maneja dentro de la cancha contrasta con la persona que uno se encuentra micrófono mediante o a nivel social.
La impresión que causa es la de un chico educado, dicen que producto de las enseñanzas familiares, pero tímido, al que apenas se le escucha la voz cuando habla, por lo que sus padres están trabajando en ese aspecto. En realidad, la familia decidió empezar a instruirse en todos los aspectos nuevos que involucra la actividad, por ahora desconocida, de su hijo.
Para esa ayuda contrataron a Diana Gabanyi, quien fuera la asesora de prensa de Guga Kuerten, máxima figura en la historia del tenis brasileño, y a un equipo multidisciplinario que cubra las diferentes áreas. “Lo que sucede con Joao es que es muy tímido, y la familia quiere aprender -dice Diana-. Los padres están haciendo todo esto no sólo con la prensa, sino también con la preparación física, las redes sociales, fisioterapia, etc. Ellos están estudiando mucho para entender cómo está y cómo funciona el circuito”, culmina.
A diferencia de Guga, una figura que con su sonrisa y carisma domina el ambiente, Joao se muestra con simpatía, pero sin querer llamar demasiado la atención. Si bien no le escapa a la escena, sigue siendo tímido. Por eso se ha trabajado mucho en ese aspecto y ha mejorado un poquito en su relación con la gente. “Hace uno o dos años, me gritaban durante un partido y sentía un poco de vergüenza”, dice y agrega: “No puedo creer lo que está pasando con la gente. Antes, me cohibía que me alentaran durante el partido, pero estuve aprendiendo a utilizar todo eso a favor, porque ya viene mi familia y mis amigos, también”.
Fue durante una Copa Davis en la que lo llevaron como Junior, que Guga Kuerten y Fernando Meligeni (ex jugador brasileño) “hablaron con él y le enseñaron a usar ese aliento, que no se convirtiera en una carga, sino en un propulsor dentro de la cancha”, recuerdan desde su entorno.
No tiene demasiado problemas con los idiomas. Debido a que su familia se trasladó a California durante seis meses, aprendió a hablar inglés y, por afinidad y competencia sudamericana, también habla español, “como casi todos los todos los brasileños que compiten”, dice.
No le gusta mucho el fútbol ni simpatiza demasiado con los clubes cariocas, “pero mi hermano es muy fanático del Flamengo y, por él, puedo usar esa camiseta o ‘torcer’ por el equipo”, reconoce Joao, quien utilizó la remera de Pablo Galdames durante uno de sus entrenamientos
Como a todo habitante de Río de Janeiro, le gusta mucho la gente y la playa. Y su equipo le reconoce y destaca, justamente por eso, su esfuerzo en poner el foco en que hay que estar ahí para entrenar duro. “Río es una tentación, es una ciudad que invita a no hacer nada”, confía Gabanyi.
Joao Fonseca se convirtió en el primer jugador carioca en destacarse en el mundo del tenis y en jugar el ATP 500 de su ciudad. Por eso, “el torneo es muy especial para mi -dice-, para mi familia, para todo el mundo que yo conozco. Jugar en Río fue un gran paso, pero yo quiero más. Me estuve preparando por meses”, comenta.
El concepto sobre la nueva figura del tenis brasileño es el mismo para todos, por eso, la expectativa está puesta en el mes de junio, cuando él decida si el tenis debe esperar.