Política

Milei ejerce una diplomacia intuitiva que reivindica la agenda de EE.UU. y condena la mirada geopolítica vinculada al poder estatal

Javier Milei camina junto a Karina Milei y Marc Stanley, embajador de Estados Unidos, rumbo al Ala Oeste de la Casa Blanca
Javier Milei camina junto a Karina Milei y Marc Stanley, embajador de Estados Unidos, rumbo al Ala Oeste de la Casa Blanca (KEVIN LAMARQUE/)

Javier Milei no tiene un paper escrito sobre relaciones internacionales ni trazada una hoja de ruta sobre política exterior que fija sus objetivos en un escenario anárquico y con escasa información confiable. El Presidente ejerce una diplomacia intuitiva a través de su sistema de creencias, y apuesta a escindir sus críticas ideológicas a determinados líderes mundiales respecto a las relaciones bilaterales que debe mantener Argentina a nivel global.

Los intereses de Estados Unidos funcionan como una guía de política exterior para Milei. Y la defensa de Israel, atacada por el grupo terrorista Hamas que financia Irán, es su precepto moral para identificar a los aliados o enemigos en su propio tablero internacional.

Las relaciones entre los países son anárquicas porque no hay normas globales de cumplimiento obligatorio, a diferencia de lo que sucede en la política doméstica. Y Milei, que leyó a Alexander Wendt, aplica a rajatabla su concepto académico esencial: “La anarquía es lo que los Estados hacen de ella”.

En este contexto aparecen las decisiones de política exterior del Presidente. MIlei no usa el concepto de realpolitk para establecer lazos tácticos o estratégicos con los países. El jefe de Estado piensa que Gustavo Petro es un terrorista, y no duda en explicitar su pensamiento sobre el mandatario colombiano.

Milei no falta a la verdad: Petro integró el M19, un grupo guerrillero que en noviembre de 1985 tomó el Palacio de Justicia causando más de 100 muertos y desaparecidos. Pero el Presidente no cree en la relación entre el paso del tiempo y las perspectivas ideológicas, y asume que si Petro fue terrorista en 1985 sigue siendo terrorista (encubierto) en 2024.

Para Milei no hay uso de la realpolitik a favor de mantener las relaciones formales con su adversario ideológico. Se niega a mantener un diálogo protocolar con Petro, y a su vez considera que no corren peligro las relaciones bilaterales con Colombia. El Presidente piensa que la agenda entre ambos países -comercial, social y cultural- no será afectada por un debate público que considera necesario e inevitable.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, durante un encuentro formal en Caracas
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, durante un encuentro formal en Caracas
(PRESIDENCIA DE VENEZUELA/)

La diplomacia intuitiva de Milei congeló los vínculos políticos con Lula da Silva y Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y dejó a la intemperie la relación bilateral con Brasil y México. Argentina comercia millones de dólares y tiene empatía histórica con estos dos países, y nada evolucionará hasta que haya un gesto de acercamiento entre los mandatarios en pugna.

Joseph Biden recibió a Lula en el Salón Oval tras la crisis institucional que desataron distintas facciones políticas que apoyan a Jair Bolsonaro. Y semanas más tarde, el presidente de Brasil ratificó sus vínculos con Rusia y China, adversarios geopolíticos de Estados Unidos.

Sin embargo, la Casa Blanca no condenó en público a Lula y tampoco enfrío la relación bilateral. Es más: antes de aterrizar en Buenos Aires para mantener reuniones claves con Milei y Nicolás Posse, el secretario de Estado Antony Blinken y William Burns, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), estuvieron con Lula y su staff para ratificar que la geopolítica no es sólo un asunto personal vinculado al sistema de creencias.

La diplomacia presidencial -intuitiva o sujeta a una Grand Strategy- no debería olvidar la elección cuidadosa de los enemigos y de los aliados en relación a los intereses permanentes de la Argentina. Hoy poco importan Cuba, Nicaragua y Venezuela, pero en la suma total de la región, el gobierno de Milei sólo mantiene relaciones fluidas con Uruguay, Paraguay, El Salvador, Ecuador y ciertas islas del Caribe.

Si Argentina tuviera una emergencia internacional, y debiera plantear un asunto clave en un organismo multilateral, los votos propios en América Latina serían muy escasos.

Javier Milei y Antony Blinken durante su encuentro oficial en la Casa Rosada
Javier Milei y Antony Blinken durante su encuentro oficial en la Casa Rosada (AGUSTIN MARCARIAN/)

Milei ha explicitado su condena a Irán y ha defendido el derecho a la defensa de Israel, tras el ataque terrorista perpetuado por Hamas. Esta doble posición internacional coloca al Presidente en una posición única, a diferencia de otros mandatarios que ya han comenzado a atenuar su respaldo al gobierno de Benjamín Netanyahu. Biden, Emmanuel Macron u Olaf Scholz hacen malabares en la arena pública, en medio de una compleja campaña electoral en Estados Unidos y Europa.

El jefe de Estado tiene un compromiso personal con la batalla que Israel libra en Gaza para terminar con Hamas y recuperar a los rehenes, y en los cuarteles cercanos a Tel Aviv se puede observar su fotografía al lado de su colega Isaac Herzog. No es una foto oficial: fue pegada por los soldados israelíes que reconocen su apoyo sin fisuras.

Durante su encuentro con Blinken, Milei ratificó su distanciamiento con China. Y en la misma línea geopolítica se expreso Nicolás Posse -jefe de Gabinete- cuando recibió en su despacho al director Burns. Estados Unidos desea que Argentina cancele la base espacial que tiene Xi Jinping en la Patagonia, y Balcarce 50 se encuentra en una laberinto geoeconómico.

El acuerdo por la base espacial firmado con China tiene una cláusula que permite su cancelación. Pero esa decisión política puede colocar al país en una crisis financiera: de inmediato, Beijing solicitaría que se cancelen cerca de 6.000 millones de dólares del swap que se usaron en el Banco Central para pagar deuda pública y financiar importaciones chinas.

Diana Mondino viaja a China en las próximas semanas. En un despacho sobrio frente a la Plaza Tiananmen le van a explicar a la canciller que Argentina debe reiniciar las obras de las dos represas hidroeléctricas suspendidas en Santa Cruz, a menos que tenga las reservas para cancelar la deuda de casi 6.000 millones de dólares del swap ampliado en épocas de Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa.

Milei no se va a mover un centímetro frente a la presión de China. Como tampoco lo hará respecto a Lula, Maduro, Petro, AMLO, Boric, Irán y Vladimir Putin. El Presidente sólo confía en su sistema de creencias personales, un método que implosionó la recurrente política exterior de la Argentina.

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