Javier Sotomayor cuenta detalles de su amistad con Maradona: de la pieza de museo que le regaló a Diego al tesoro de Messi que guarda en su “altar”
Se terminaron los Juegos Olímpicos de París 2024 y el récord mundial de Javier Sotomayor sigue vigente. El exatleta logró la marca de 2.45 metros de salto en altura en el Mundial de Salamanca 93 y todavía nadie pudo batirla. “Llevo 31 años con esa marca registrada y tengo la suerte de mantener un récord mundial. Hay una sola forma de que no pueda ser batido y es que se deje de saltar. No sé cuándo, pero habrá algún saltador que llegará a superar mi récord. Siempre estoy convencido de que alguien, algún día, lo logrará”, remarca el cubano de 56 abriles.
El Tigre de Limonar, uno de sus apodos más conocidos, es uno de los mejores atletas de la historia: premio Príncipe de Asturias de los Deportes, campeón olímpico en Barcelona ‘92, campeón mundial en Salamanca y medalla de plata en Sidney 00. “Es un honor que el país esté pendiente de tu resultado, que le puedas regalar medallas, triunfos y récords. Te hace sentir orgulloso y es recíproco con las personas que quieren lo mejor para uno”, asegura el ex deportista en diálogo con Infobae.
El 27 de julio de 1993, el “Príncipe de las alturas” (su otro apodo) pasó a la historia con aquel salto de 2.45 metros, legado que aún es inalcanzable para varias generaciones de saltadores que llegaron tras él. “Le regalé en su momento a mi amigo Maradona una de las zapatillas que usé ese día histórico en mi carrera. La otra la tengo yo en el altar que tengo en mi casa junto a varias camisetas que me regaló Diego”, revela el cubano que generó una amistad cercana al astro argentino cuando vivió en La Habana.
En 1999, Sotomayor fue suspendido por dos años tras dar positivo por cocaína en los Juegos Panamericanos de Winnipeg. Aunque luego la sanción se redujo a un año en 2000, por lo que pudo competir en los Juegos Olímpicos de iídney, donde ganó la medalla de plata. Más tarde, el 14 de julio de 2001 volvió a dar positivo, esta vez por nandrolona en una reunión de atletismo disputada en Tenerife y se retiró profesionalmente. “Me acusaron de hacer algo que no hice”, sentencia.
– ¿Qué es de su vida, Javier?
– Estoy en España visitando a mis hijos. Yo vivo en La Habana. Pero paso mucho tiempo en España con mi familia. En Cuba soy el Secretario de la Federación Cubana de Atletismo. Me siento bien como mi trabajo, a gusto.
– ¿Qué le dejaron los Juegos Olímpicos de París 2024?
– Los disfruté en vivo y en directo, y fue una linda experiencia por todo lo que hice y el trabajo que llevé adelante junto a los deportistas cubanos que participaron. Fui a muchos eventos. Todas las olimpíadas tienen sus cosas buenas y malas, y cosas desagradables. Por suerte, no me ha sucedido nada malo. Por obvias razones, las competencias de atletismo fueron las que más observé. La que más disfruté fue la final de salto de altura.
– ¿Qué deportista fue el que más le llamó la atención?
– Me sorprendieron algunos que pensé que iban a dar más y no lo fueron. Y otros a los que no les tenía fe y terminaron siendo oro. Por lo general, la mayoría de los que ganaron ya estaba previsto que ganasen. Pero no hubo uno que haya pasado desapercibido, por lo menos en la disciplina que más conozco que es la de atletismo.
– Mas allá del salto en altura, ¿qué otra disciplina disfrutó?
– La de tenis. Me gustó mucho ver a Rafael Nadal, aunque duró poco. También, la de vóley de playa, y la lucha con la quinta medalla de mi compatriota Mijain López.
– Todavía nadie puede batir su récord de 2.45 metros logrado en el Mundial de Salamanca 93.
– De momento, nadie. Con seguridad, algún día un deportista va a batir mi récord. No puedo saber cuándo ni quién, pero llegará ese momento. Llevó 31 años con esa marca registrada y la suerte de mantener un récord mundial. Pero alguien saltará más que 2.45 metros.
– ¿Qué recuerdos tiene de aquel día que pasó a la historia?
– Me sentía muy bien. No estaba convencido de que lo iba a lograr, pero sí tenía mucha seguridad de convertirme en el campeón del mundo de salto en altura. Lo más importante de todo es sentirse bien para poder dar el salto.
– ¿Fue el día más importante de su carrera?
– No, he tenido varios días importantes en mi carrera. Ese día sí lo fue y también el día de mi primer récord con 2.43 metros que es absoluto. Además, cuando gané la medalla olímpica en Barcelona 92.
– ¿Por qué cree que todavía no se batió su récord mundial?
– No lo sé. Lo que sí estoy seguro es que viví el momento más importante de mi carrera en salto de altura, y eso me ayudó mucho a ser campeón del mundo, además de haber conseguido ese récord que hoy en día sigue vigente. Hubo saltos de muy buena calidad que han estado cercanos a los 2.45 metros, pero no pudieron todavía batir mi marca.
– ¿Qué tiene Cuba que salgan tantos competidores ganadores de medallas?
– Mucho talento. El tema deportivo en el país ayuda mucho también a que se puedan desenvolver sin problemas. Desde muy chiquitos, los niños practican deportes y siempre piensan en superarse día a día.
– ¿Pudo observar algún deportista argentino en París 2024?
– Sí. Tuve seguimiento a José Maligno Torres de la BMX Freestyle. Vi sus competiciones por televisión y me sorprendieron.
– ¿Qué recuerda de su paso por Argentina?
– Fui en varias ocasiones. Estuve en Mar del Plata en los Juegos Panamericanos. Previamente también de visita y estuve en la despedida de Diego Armando Maradona en La Bombonera. Fue el último partido de Diego en el estadio de Boca. La pasé muy bien. De hecho, la última vez que estuve en Buenos Aires me hospedé en el hotel de Boca, y pedí dormir en la habitación que tiene la réplica de Maradona. Cuando llegué al hotel, pedí por favor que me dieran esa habitación, la número 10 y accedieron. Me dormí mirando la réplica de Maradona, de mi amigo Diego, ya que compartimos varias vacaciones.
– ¿Cómo nació esa amistad?
– Cuando fue él a Cuba primero a recibir un premio como futbolista destacado de América, y nos saludamos. La segunda vez estuvimos compartiendo tiempo donde él se hospedó. Entonces, cada vez que iba a La Habana, nos veíamos.
. ¿Estuviste acompañando a Maradona en el fallecimiento de Fidel Castro?
– Sí, fuimos juntos a Santiago. Tuve la oportunidad de acompañar al Diego en el entierro de Fidel y para mí ese día fue de los más inolvidables. Pero no solo por estar ahí, sino por acompañar a Maradona que me pidió que fuera.
– ¿Es cierto que le regaló a Maradona una de las zapatillas que utilizó en Salamanca el día que marcó el récord histórico?
– Sí. Tiene una de mis zapatillas, la otra la conservo yo. Recuerdo que hicimos un intercambio la primera vez que nos vimos. Él me dio una de sus camisetas de la Selección y yo le regalé una casaca del equipo nuestro de atletismo. A partir de ese momento, cada vez que nos veíamos, me regalaba una camiseta. Y al mismo tiempo, le entregué una de mis zapatillas. De Maradona conservó tres camisetas de la selección argentina.
– ¿Qué tiene guardado en el altar de su casa?
-La otra zapatilla de aquel día histórico en Salamanca, las camisetas de Maradona, toda la ropa y el short que me puse el día del récord. Algunas otras camisetas de fútbol, del Real Madrid que me dieron con la firma de todos los Galácticos, y otra más reciente de hace dos años, con la firma de los integrantes del plantel del Real. También, de compatriotas cubanos que compitieron en diferentes disciplinas y conservo un balón de Lionel Messi firmado por él. Todavía no tuve la oportunidad de estrecharle la mano ni cruzármelo, pero no faltará ocasión para saludar a Messi.
– ¿Cuándo fue el último día que vio a Maradona?
– El día que nos vimos en el entierro de Fidel Castro. Luego, no supe más nada de Maradona. Pero me pegó duro su fallecimiento y me puse a llorar cuando me enteré. Recuerdo que cuando él estaba instalado en Cuba, nos veíamos seguido, festejábamos cumpleaños en mi casa y venía para encontrarse con Fidel. Lo acompañé algunas veces a jugar al golf, Diego jugaba bien, pero yo no (risas). Castro tuvo muy buena relación, no sólo conmigo, sino con todos los deportistas cubanos. Siempre apoyó y motivó el deporte en mi país. Veía muchos las competencias y disfrutaba mucho del deporte.
– ¿Alguna vez probó con jugar al fútbol o siempre quiso dedicarse al salto en altura?
– El atletismo fue mi deporte preferido, pero no el salto en altura en particular. Nunca probé jugar al fútbol, pero sí jugué baloncesto, béisbol. El fútbol me gusta mirarlo, pero no jugarlo; no hubiera sido un gran jugador. Desde los 10 años que práctico atletismo. A esa edad, veía los Juegos Olímpicos por televisión, pero no soñaba ni pensaba en participar de los JJOO. A los 10 años, no tenía esa meta.
– ¿Cuál era su meta ni bien arrancó con el atletismo?
– Lo único que quería era ser atleta y ser feliz. Cuando uno es un adulto, ya las metas y los sueños son más reales. Cuando sos chico, apenas es una fantasía cuando empiezas a entrenar.
– Para un deportista, ¿qué significa representar a su país en unos Juegos Olímpicos?
– Es lo mejor que te puede pasar, es un sueño y un honor que el país esté pendiente de tu resultado, que le puedas regalar medallas, triunfos y récords te hace sentir orgulloso y es recíproco con las personas que quieren lo mejor para uno. Mi mejor Juego Olímpico fue Barcelona 92, donde gané la de oro.
– ¿Cómo ha digerido con el paso del tiempo lo que le sucedió con el dopaje sufrido en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999?
– No lo voy a digerir nunca más, para mí fue una mala experiencia. No fue fácil atravesar esa situación y me acusaron de hacer algo que no hice. Y no me siento bien por eso.