Minnesota y Oklahoma, las revelaciones de la NBA: los motivos que ilusionan a dos ciudades que tantos descartan
Cada temporada de la NBA depara revelaciones y decepciones. Individual y colectivamente. Y cuando ya se transita el 30% de la fase regular hay dos equipos que sobresalen si hablamos de revelaciones. Dos conjuntos que, más que sorprender, parecen ser cosa seria, mirando a todos desde arriba en la conferencia más salvaje e ilusionando a sus hinchas. Ni el más optimista esperaba tanto. Ni que Minnesota Timberwolves sea el líder del Oeste con marca 24-9 ni que Oklahoma City Thunder se haya metido como su escolta (23-10), dejando por ahora tercero al campeón y tal vez máximo candidato al título, Denver Nuggets (24-11). Estamos hablando de dos franquicias que históricamente no están acostumbradas a pelear arriba y que en las últimas temporadas lucían en una reconstrucción casi en loop. Pero el click se produjo y aquí vamos a analizar por qué los poderosos deben tener cuidado con ambos. Uno de los ellos con la presencia del único argentino en la NBA.
Una realmente locura lo que se vive en Minneapolis con los Wolves como punteros de la NBA. Pensar que hace dos años y medio el equipo terminaba con una marca de 49 derrotas en 82 partidos, lo que a mitad de temporada le costó el puesto al entrenador Ryan Saunders. Chris Finch. Pablo Prigioni vivió la reconstrucción desde los cimientos. Llegó en 2019 desde Brooklyn como asistente, primero estuvo con Saunders y, de a poco, se ganó un lugar preponderante en el cuerpo técnico, hasta ser el encargado de la ofensiva del equipo.
Los cambios comenzaron desde bien arriba. Glen Taylor, de 70 años, dejó de ser el dueño, tras su venta al empresario Mark Lore y la ex estrella del béisbol estadounidense Alex Rodriguez, por 1500 millones de dólares. De a poco, con otra energía desde la cabeza del proyecto, con modificaciones en la gerencia (se fue el colombiano Gerrson Rosas y Saunders, el DT), los Wolves salieron de la mediocridad luego de apenas una temporada (la 17/18) llegando a los playoffs. No pudo despegar cuando se formó la dupla Andrew Wiggins y Karl Anthony Towns, pero la llegada de Anthony Edwards generó otra ilusión. Con él como nueva figura, promediando 21.3 puntos, 4.8 rebotes, 3.8 asistencias y 1.5 robo con apenas 20 años, el equipo tuvo una temporada con récord positivo (46-36) en la 21/22.
Fue cuando los Wolves hicieron un movimiento que dejó muchas dudas: sumar a Rudy Gobert, uno de los mejores defensores de la NBA pero, a la vez, un pivote de 30 años, con escasa capacidad anotadora y con un gran contrato por delante (205 millones por cinco años) que podía hipotecar el futuro cercano de la franquicia. Encima, a cambio, dio cinco jugadores y cuatro elecciones de draft. Para muchos, demasiado. Pero Tim Conelly, nuevo general manager, junto a Finch no tuvieron dudas que era la pieza que le faltaba al equipo para terminar de formar un tridente potente, con Edwards y Anthony-Towns.
La campaña tuvo un pequeño paso atrás (marca de 42-40) desde los resultados, pero hubo especialmente una mejora defensiva, que era lo que quería Finch. Los Wolves fue históricamente un equipo con talento, pero endeble, sin solidez en su aro. Pero ahora es distinto. Y gran parte del éxito se lo debe al francés, el ancho. Minnesota tiene hoy la mejor defensa de la NBA, la más eficaz claramente, recibiendo apenas 105.9 puntos cada 100 posesiones, cuando el escolta tiene 108.3 (Houston). Rebotea como pocos (43.6 de promedio) y permite bajos porcentajes de campo. Ahí está su fortaleza.
En ataque no se destaca, aunque tiene cuatro jugadores en alto nivel. Edwards es de lo mejor de la competencia, promediando 26.6 puntos, 5.3 rebotes y 5.1 asistencias. Temporada de All Star. Anthony Towns, el ala pivote dominicano que se destaca por su versatilidad y numerosas variantes ofensivas, se ha potenciado al lado de Edwards y Gobert. Uno le saca presión y le da espacios. El otro lo cubre en defensa. Towns, que se destacó en el Mundial junto a la Dominicana del Che García, promedia 21.4 puntos y 9.1 recobres. Gobert aporta 12 rebotes y 2.1 tapas, además 12.6 tantos.
Mike Conley, un veterano base de 36 años, sigue conduciendo con oficio y aporta 11.4 puntos y 6.2 pases gol. La gran revelación es Naz Reid, el versatil pivote que sigue creciendo, puede ser candidato al Mejor Sexto Hombre de la temporada. Jaden McDaniels, Kyle Anderson y Alexander-Walker completan la rotación.
El equipo, que sólo perdió dos partidos en casa (14-2), juega a un ritmo bajo (101.1 posesiones por juego), al revés de la nueva tendencia NBA. Y tampoco se caracteriza por su ofensiva: #19 en eficiencia con 111.7 puntos por 100 posesiones. Tampoco se pasa tanto la pelota (#14) y es el segundo que más pelotas pierde (14). Lo bueno es que está tirando bien (48% de campo y 38% triples) y, si mantiene este nivel defensivo y la regularidad en el juego, puede ser peligroso en playoffs. Por lo pronto, Prigioni puede disfrutar de los resultados que no se le dieron con la Selección argentina.
Oklahoma planeó este presente. Y lo hizo con paciencia y la mano de un orfebre como Sam Presti, uno de los mejores general managers de la NBA. El ex San Antonio Spurs llegó en 2008, cuando la franquicia estaba todavía en Seattle y formó, primero, aquel recordado equipazo que tenía a Durant, Harden y Westbrook. No pudo sostener al tridente y aquel conjunto que prometía con marcar una era se quedó a las puertas de la gloria. Fue finalista en 2012 y llegó a tres definiciones del Oeste, en la segunda parte cuando llegaron Chris Paul y Paul George. Pero Presti se dio cuenta de una realidad: que no podía buscar estrellas porque casi ninguna quería jugar en una ciudad no tan linda y alejada de todo. Una de las Siberias de la NBA.
Entonces, en 2020, comenzó con otro plan, más creativo, primero apostando por un DT joven y muy talentoso, como Mark Daigneault, y luego buscando elecciones de draft. En el corto plazo no le importó perder. Al contrario. Buscó derrotas y canjear sus estrellas para acumular picks. Así se fueron Paul, George, Westbrook y Steven Adams. Así, en 2022, llegó a tener 38 elecciones de draft: 19 de primera ronda y otras 19 de segunda. Una verdadera locura, algo que jamás había ocurrido en la historia. Encima las derrotas en masa (50 en la 20/21 y 58 en la 21/22) le dieron elecciones altas de draft.
Así empezó a armar un plantel con muchos jóvenes de gran potencial. El mejor y primero en llegar fue Shai Gilgeous Alexander, un base canadiense, que los Clippers se quedaron en la noche del draft del 2018, pero apenas pudieron mantener una temporada porque se lo dieron a OKC por Paul George. Hoy aquella decisión es vista como una de las peores de los últimos tiempos, no sólo porque PG9 nunca dio lo esperado en LA sino porque Shai es hoy, a los 25 años, uno de los mejores cinco jugadores de la NBA, candidato al MVP de la temporada si sigue con el altísimo nivel con el que está rindiendo.
Este chico viene de tener un Mundial de elite, con su país, y hoy extiende lo que ya venía haciendo en temporadas anteriores, aunque ahora para un equipo de punta, como este del Thunder. Promedia la friolera de 31.4 puntos, con 55% de campo, además de 6.4 asistencias, 5.9 rebotes y 2.4 robos -líder de la competencia-. Hace todo, literalmente. Y es la gran estrella del equipo. Porque juega y hace jugar. Genera para él y para el resto.
Tiene la energía y la voluntad para atacar y defender, hay que empezar por ahí. En ofensiva sus recursos son sublimes. No hay nadie que penetre más que él en la NBA, anotando el 57% de sus tiros por esta vía y llegando a casi 17 puntos. Es capaz de atacar con ambas manos, ir hasta abajo o crearse el espacio para lanzar un tiro más corto, en suspensión (7.4 puntos con ese recurso). También tiene el lanzamiento largo, sin tener una gran eficacia (34%), pero manteniendo el peligro, siempre. La triple amenaza se completa con el pase. Y las ventajas que genera para todos sus compañeros. Las defensas colapsan sobre él y Shai lee bien y no tiene problemas en asistir. Es una estrella de equipo, que siempre piensa en lo colectivo.
Todos mejoran con él, desde el australiano Giddey hasta Chet Holmgren, otro de los pibes con gran presente y un enorme potencial. Con el unicornio juega muy bien en pareja y esto le permite al pibe, que el año pasado se perdió la temporada por una fea lesión, estar compitiendo por el premio Rookie del Año, nada menos que ante la sensación Victor Wembanyama. El interminable flaco de 2m16 promedia 17.4 puntos y 7.5 rebotes con apenas 21 años. Giddey, también de 21, hace un poco de todo (12.1 puntos, 5.9 rebotes y 4.4 rebotes) y luego aparecen otros dos muchachos como Jalen Williams (22) y Lu Dort (24). El primero, un escolta, está explotando en su segunda temporada con 18 puntos y 43% triples, además de 4.5 asistencias y 4.4 rebotes. El otro, canadiense como Shai, es una bestia defensiva. Un tipo fuerte, agresivo, dedicado, que aporta 11 puntos y 4 rebotes, pero a la vez tira 41% triples. Así se completa un quinteto que juega como los dioses, pese a la juventud, con o sin pelota, con pases o jugadas de 1 vs 1, logrando ser la cuarta ofensiva de mejor eficiencia, con 117.8 puntos cada 100 posesiones.
Luego el coach tiene un grupo de seis o siete suplentes que cumplen con un rol y potencian ambos costados -el equipo rankea #6 en eficiencia defensiva-. Tan bien están que el serbio Micic, tal vez el mejor europeo de la última temporada en el ámbito FIBA, sólo juega 12 minutos y Davis Bertans, el letón que brilló en el Mundial, casi no toca la cancha. No es sorpresa que Gabriel Deck tampoco se haya sostenido, pegando la vuelta al Real Madrid.
Hoy se busca otro tipo de jugadores, más verticales, con más capacidad individual, y encima al santiagueño lo llevaron por una cuestión salarial (gastar un dinero para no pagar penalidades) y no obtuvo verdaderas chances para poder destacarse. Tal vez Presti ya tenía un plan trazado y Tortu no entraba en los planes. Tenía demasiado talento alrededor que ahora está explotando como equipo y haciendo volver a ilusionar a una ciudad que lejos está de hacer ruido en el concierto nacional.
Nadie tenía a Minnesota y a Oklahoma. Ni como equipos ni como ciudades. Ni la historia ni el mercado, de cada uno, hacían presagiar semejante éxito. Ahora depende de ambas franquicias sostener y dejar de ser sólo las sorpresas. ¿Podrán? Ellos contra todo. Y todos.