La economía sacude y domina la campaña: del acuerdo de Bullrich con Melconian al perfil de Milei y Massa
Las características propias de algunos candidatos, las necesidades de campaña y, por encima de todo, el deterioro que provoca la crisis terminaron por acomodar a la economía en el centro de la larga batalla electoral. El dato nuevo lo agregó Patricia Bullrich, que esta semana presenta a Carlos Melconian como su potencial ministro y, antes que nada, como una voz fuerte y mediática en ese rubro. La decisión reconoce que la pelea en ese tablero sería dura y difícil sin discurso sólido. Javier Milei mide ahora cómo sostener sus consignas de ruptura, que no exponen una novedad ni un plan aunque le resultaron exitosas. Y Sergio Massa tiene recorrido político, pero compite como ministro de Economía y casi como única expresión de la gestión nacional.
Después de ratificar que no renunciaría al ministerio, Massa es la mayor expresión del riesgo político frente a la demanda social en tiempos de angustia económica. Su doble papel supone alguna ventaja por la exposición pública en continuado, pero también los límites y las cargas frente a esa realidad diaria, en especial la inflación. Pesa además la interna, que no termina de ordenarse aunque asome menos ruidosa. Eso emerge, en estas horas, como señal negativa o al menos de descoordinación con los jefes provinciales del PJ por el bono para estatales.
Massa planificó desde antes de las PASO una sucesión de hechos que, en forma lineal, debían transitar para sí mismo de los costos a la compensación. La devaluación tuvo un impacto potente y en tiempo récord sobre los precios. Era una medida resistida y finalmente considerada ineludible para coronar el acuerdo con el FMI. La onda expansiva sumó el efecto de más incertidumbre política por el resultado de las primarias. Y los anuncios del domingo último -todos a su cargo, por las redes sociales- fueron definidos con sentido político, para mostrarlo activo y desplegar un mini paquete que amortigüe costos sociales.
Las medidas comenzaron a añadir después el capítulo de las explicaciones concretas de otros funcionarios. También, señales internas. No fue muy celebrada la exposición de la ministra Kelly Olmos. Fastidiaron algo y muy en el plano doméstico los mensajes previos y posteriores de Alberto Fernández, sobre la paternidad de módica batería que debe ser traducida en decretos. Más inquietante sigue siendo el silencio de Cristina Fernández de Kirchner, que agrega la espera de gestos concretos del kirchnerismo duro, mientras se busca reconfigurar y reimpulsar la campaña.
No se trata sólo del diseño de la actividad del candidato, que en términos de decisión práctica parece restringida a su círculo más cercano -con Malena Galmarini en lugar determinante-, sino además de la necesidad de darle mayor despliegue territorial, especialmente en Buenos Aires y en las provincias donde los resultados estuvieron lejos de los registros históricos y esta vez le dieron llamativo oxígeno al jefe libertario.
En ese contexto, la suma fija de 60 mil pesos en dos cuotas para trabajadores estatales y de empresas privadas fue quizá el escalón más fuerte de la presentación de Massa, junto con el bono para jubilados. Eran previsibles cuestionamientos de sectores empresariales -pymes y micro empresas, en primera fila-, pero el dato político más potente terminó desnudando un error de cálculo o falta de tratativas adecuadas con los gobernadores. Las especulaciones incluyen la idea de una negociación para ir acomodando las cargas, lo cual no tacha el efecto inicial. Eso sólo alimenta la impresión de dispersión y juego propio en el interior del peronismo.
La docena de provincias que pusieron reparos -la mayoría, señalando que están vigentes sus paritarias- incluye a varias manejadas por el peronismo: Santa Fe, La Pampa, Entre Ríos, Salta, Santa Cruz. Otras también en manos del PJ difundieron que van a estudiar el tema: Tucumán, San Juan, Catamarca. Se suman distritos en manos de aliados y también opositoras: Misiones, Río Negro, Neuquén, Ciudad de Buenos Aires, Jujuy. Y el mayor interrogante es cómo manejarán las cargas Axel Kicillof y los intendentes bonaerenses.
La oposición eligió cuestionar el paquete, como parche, por el posible efecto sobre los precios y por el carácter “electoralista”. Es apenas una muestra de coyuntura, que por lo demás no expone coincidencia alguna en esa franja opositora. Se trata de una tensión creciente por márgenes de hecho pequeños. Milei fue la mayor expresión de las PASO, con Bullrich en el segundo escalón y Massa en el tercero, todo en una fila de tres puntos porcentuales.
Lo que viene está abierto. Pero quedó claro que el factor económico será determinante. La candidata de Juntos por el Cambio registró de entrada que, además de la necesidad de cerrar internas muy costosas, debía enfrentar un camino especialmente difícil por las condiciones previas de Milei y el cargo de Massa. Acuñó -más bien, recuperó- el concepto que coloca el liderazgo político por encima y como orientación de cada área de gobierno, pero anotó a la vez la necesidad de dar una respuesta efectiva en ese terreno: una expresión fuerte, para contraponer planes. El acuerdo para incorporar a Melconian en lugar protagónico es la pieza central para jugar en el tablero que de hecho impone la realidad social y la campaña.
Por supuesto, deja interrogantes abiertos a futuro. Y en cuanto a los recelos de la interna, es una movida que también remite a Mauricio Macri. El ex presidente y el economista han expuesto tramos de coincidencias y de malestares. La gestión macrista dejó heridas en su momento, también margen de diferenciación por parte de Melconian luego de su paso por el Banco Nación. Se verá si eso mismo suma para la candidata, que tiene pendiente un encuentro a solas con Macri.
En cuanto a planes o propuestas, seguramente la mayor batalla será con Milei. El candidato libertario marcó el temario con discurso fuerte y hábilmente sintetizado: la carga contra la “casta”, como mayor consigna política, y la dolarización, como título económico, junto a reformas del Estado. Su equipo económico, de origen menemista, y algunos candidatos con cierto juego mediático se han ocupado de alivianar el discurso, presentando las propuestas como objetivos de mediano y largo plazo.
Milei aprovecha el efecto del resultado electoral. Según se deja trascender, se enfoca además en el mensaje real al mundo de los negocios, no sólo local. Sería en línea con el modo de encarar del contacto poselectoral con el FMI. No se descartaría incluso algún viaje al exterior. Como todos, al mismo tiempo, debe rearmar la campaña: no puede arriesgar la fórmula que le resultó exitosa en las PASO y, a la vez, necesita ganar puntos para asegurarse un lugar en el balotaje y hasta imaginar un triunfo en primera vuelta.
El candidato libertario concentra su fuego sobre JxC, terreno en el que coincide con el oficialismo. Y debe seguir con el discurso que lo muestra como el único diferente. En esa línea, las consignas iniciales lo llevaron al lugar de principal desafiante. Por supuesto, apuntaba entonces a los dos espacios más tradicionales, que calibraron mal para enfrentarlo o para alentarlo. Pero nada es estático y el tablero económico también se mueve, suma jugadores. Se verá si la crisis es más que un pretexto de campaña.
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